Falta de elementos espirituales
**La inspección del estado dice que carece de “elementos materiales” para fiscalizar el 25% de la enseñanza de español en la enseñanza pública. Carece, sobre todo, de los elementos espirituales para hacer cumplir la Constitución, que, o debería imponer el 50% o dejarlo a la elección de los padres.
**Es evidente que los separatistas no lograrán erradicar el español de sus regiones en mucho tiempo. Pero sí han conseguido ya generar un extenso odio o indiferencia hacia la cultura española, promoviendo también el inglés contra este, como hacen los gobiernos PP y PSOE.
**Importa destacar que las abusivas concesiones a los separatistas, empezando por la entrega de la enseñanza, no provienen de la izquierda, sino de la derecha, y más concretamente de la democristiana. Los gobiernos de UCD eran de ideología fundamentalmente democristiana. Como los separatistas vascos y catalanes: la “España católica”.
**Tenía razón Menéndez Pelayo al denunciar a los “gárrulos sofistas” que destrozaban la historia de España en la onda de la leyenda negra. Pero observemos este otro párrafo suyo: “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio…; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vetones o de los reyes de taifas”. Pero la historia de España no se limita al Siglo XVI. Y siguió siendo católica en su decadencia. En Italia, la iglesia jugó a favor de la disgregación, y también lo hizo a veces en España, lo estamos viendo hoy mismo. Ni fue entonces “espada de Roma” más que en parte: más generalmente fue espada de sus intereses políticos. . . En fin, la beatería de identificar a Dios y al César.
**¿Puede alguien respetar a un país cuyos gobiernos se declaran amigos y aliados de quienes invaden su territorio o amenazan con hacerlo? ¿Cuyos gobiernos fomentan y financian los separatismos y entregan la soberanía a fuerzas extranjeras?
**Denunciar la colonización cultural, hacerla consciente al mayor número posible de personas, es la primera y fundamental etapa para plantear medidas adecuadas contra ella.
**Una de las más clamorosas faltas de todos los partidos españoles es la ausencia de una política cultural.
**El ejército, quizá el sector más envilecido y lacayuno del estado, parece que promueve la instrucción de la tropa en historia mediante tebeos. Adoptando la leyenda negra, naturalmente.
*******************************
El lenguaje de los mitos (abril 2013)
Los mitos han llamado siempre la atención, como si bajo su fachada de imágenes se ocultara alguna significación no evidente o algún tipo de mensaje. Desde muy pronto, diversos mitos se ligaron a ritos de iniciación o a esoterismos. Algunos comentaristas han creído encontrar similitudes entre los mitos de diversas religiones, como si contuviesen una idea común. A juicio de P. Diel, esos enfoques “han terminado por agotarse y perderse en un terreno arenoso, tan irrelevante como árido”.
Frente a esa corriente encontramos otra, escéptica, que ve en los mitos simples arbitrariedades hijas de una fantasía caprichosa. Enfoque antiguo, parece que Ovidio los consideraba así, y Voltaire no mejor.
Tiene interés la crítica de M. I. Finley a los intentos de encontrar en mitos de diversas religiones sentidos básicos iguales: “La alegoría es fundamentalmente un recurso sumamente simple, y una vez aprendido el truco, ya no tiene fronteras, como el libro “Mitos griegos y misterio cristiano”, del padre Hugo Rahner nos revela con ejemplos masivos (…) Su tema central es la traducción y absorción de los mitos griegos a los misterios del cristianismo”. En apoyo de su escepticismo, Finley cita del prólogo de Gargantúa la pregunta que Rabelais hacía a “los hacedores de alegorías de su tiempo, con sencilla ironía: “Creéis sinceramente que Homero, cuando escribía La Ilíada y La Odisea tenía en mientes las alegorías con que más tarde le abrumaron Plutarco, Heráclides, Póntico, Eustacio, Fornuto, y que Politiano les ha birlado a estos (…) o que Ovidio en sus Metamorfosis pudo pensar en los sacramentos del Evangelio?”
A su vez, Caro Baroja, por poner otro caso, señala que los creyentes no ven los mitos como alegorías con significados más profundos, sino que los creen tal cual, literalmente, por lo que el intento de buscarles más significaciones sería tan arbitrario y absurdo como los propios mitos y sus imágenes. En suma, los mitos se reducirían a productos de una mentalidad ilógica y primitiva y propiamente serían sinsentidos, aun si a veces con una extraña belleza.
También cabe considerar los mitos como maneras fantásticas, mágicas, de dar fuerza compulsiva a las convenciones sociales, y se explicarían por las relaciones comunitarias dentro de la sociedad que los produce. En este caso los mitos ofrecerían un interés puramente histórico y sociológico: sus detalles nos proporcionarían información sobre la manera de pensar y de vivir de aquellas viejas sociedades, y en ello radicaría su único valor real para nosotros. Podemos llamar a este enfoque “el mito como hacha de bronce”, equiparándolo a una herramienta cualquiera que nos hubiera llegado de aquellas edades. Un hacha de bronce interesará a los especialistas, pero su utilidad actual es nula, y lo mismo los mitos.
Sin embargo, creo que el mito no puede compararse a una herramienta material, sino que recuerda más bien a una obra literaria, y por ahí podremos empezar.
******************************
Dos novelas de aventuras (abril 2013)
En un sentido amplio todas las novelas son de aventuras, pues tratan de diversas peripecias de seres humanos. Pero el género se refiere sobre todo a peripecias arriesgadas y exteriores, vitalistas, generalmente juveniles y con final feliz. Intentaré una breve, aunque sea superficial, comparación entre La isla del tesoro, de R. L. Stevenson, y El enamorado de la Osa Mayor, de S. Piasecki. La primera es una de las más logradas, un clásico absoluto: transmite inigualablemente unos ambientes, peligros y emociones hasta que los buenos ganan y los malos pierden, “que es lo que significa la ficción”, según el cínico ingenio de Oscar Wilde. A pesar de todo, hay un fondo de trivialidad: los riesgos se afrontan por el vil metal, que al dar sentido a la peripecia lo da también a la vida, algo típico en la literatura anglosajona. Y siempre nos queda cierta insatisfacción final: ¿qué ocurrió después con aquellos personajes? Algo dice del malvado John Silver, que con la parte del tesoro robado seguramente podría vivir con cierta comodidad en este mundo, ya que en el otro sería muy improbable. Los demás disfrutarían de una vida acomodada pero rutinaria, civilizada y sin aventura, pues el ideal por el que se han esforzado, el dinero, ya se lo permite. La aventura supone marginalidad con respecto a la vida corriente, tranquila y respetable, aparece como excepción y no como ideal. Los genuinos aventureros, los piratas, no son precisamente recomendables por su brutalidad e instintos criminales. Como concluye el protagonista, Jim Hawkins, por nada del mundo volvería a la maldita isla.
El enamorado de la Osa Mayor, otra gran novela de aventuras, difiere notablemente: retrata una vida de acciones siempre arriesgadas y a menudo violentas, de contrabandistas en la frontera entre Polonia y la URSS por los años 20. Su espíritu lo describe muy bien el protagonista, Sergio, cuando va a ver a un compañero de correrías, Pedro el Filósofo, que ha decidido estabilizar su vida y casarse: “Estaba radiante de alegría, se reía, bromeaba y ni siquiera hablaba ya de la frontera (…)
“–¿No sientes nostalgia de la frontera? Piensa que ahora es la estación de oro, y el oro se derrama por todos los senderos de la frontera. Las noches son oscuras, negras, los muchachos andan bajo la estrellas y después descansan y se divierten bebiendo y cantando. Cada día hay algo nuevo, cada día sucede algo
“Hablé así largo rato y de pronto noté la mirada interrogadora de Pedro. Entonces callé porque comprendí que él no sentía lo que yo. En cambio dijo:
–¿Entonces tú, en serio…? No lo hubiera creído. Por mi parte prefiero quedarme aquí, en paz con los míos. ¿Qué tenía de interesante aquella mala vida que llevábamos?
Pero cierto hastío y angustia se percibe en el protagonista: ha ido a “la gran ciudad” (Vilna) a divertirse con sus compañeros, y no le gustaba: “Los hombres me asombraban al verlos tan inútilmente nerviosos. Hacían una cantidad de movimientos superfluos; estaban desatentos, distraídos. Por cualquier cosa se incomodaban y gritaban. Todos amaban el dinero y todos eran viles”. Para él, el dinero era solo la espuma de una vida que le atraía por sí misma y de cuya marginalidad disfruta. Poco después, “La compañía de mis amigos, imbecilizados por el vodka, sus sonrisas estúpidas, las caras fofas de las mujeres que arrastraban tras de ellos, todo se me hacía insoportable. En una encrucijada vigilaban unos guardias “Como en la frontera –pensé—Los verderones, las encrucijadas, las alambradas… Pero aquí no se arriesga nada; se hace pasar la mercancía de mentira, el vicio, la enfermedad, el fraude… Aquí todos son “rebeldes”, no contrabandistas”.
El final no es feliz. El protagonista, acosado por la policía y por contrabandistas rivales, termina solo en la clandestinidad del bosque. Su último amigo, El Ratón, “alto, flaco, bastante pícaro y valiente”, iba enloqueciendo. Le contaba extrañas historias que no venían a cuento, y finalmente decidió marcharse a Rostov, donde le quedaba alguna familia.
Es una novela de acción , pero en su simplicidad aparente, ajena a reflexiones algo cargantes como las de Conrad, bullen cuestiones de fondo sobre la vida.
Como he dicho, Sonaron gritos y golpes a la puerta recibe una lejana inspiración de la novela polaca. También Berto y Paco se sienten fuertemente atraídos por la aventura, un concepto sobre el cual valdría la pena profundizar más.
El próximo martes, a las 21.00, hablaré en 7nn sobre la hegemonía española y sobre el facundo bocazas Pérez Reverte
***********************
La aljofifa es Gran política
**Se lo diré de otra manera: todo lo bueno que tienen ustedes, desde la lengua común a las universidades, la literatura o la música, son fundamentalmente herencia española. Y todo lo malo, como el golpismo, el narcotráfico, la violencia y la corrupción…, son el legado de muchos años de intento histérico de negar el legado hispano y asimilarse a culturas francesas, anglosajonas o indigenistas.
**Me pasma la obsesión de poder de personajes tan nulos como los políticos del PP y del PSOE. ¿Qué verán en si mismos?
** La aljofifa no es solo una tontería pintoresca. Pretender que los andaluces se sientan representados en una bandera islámica, mitad árabe (omeya) mitad magrebí (almohade) según declaración de su inventor, es una burla insultante a la historia, a España, y a Andalucía, cuya cultura, a pesar del nombre, no es andalusí, sino española, es decir, antiandalusí. Esa bandera entraña un programa de Gran política: declarar ajena a España y a la Reconquista. Obviamente, es muy difícil que la región se reislamice en plazo previsible, pero la maniobra trata en primer lugar de generar un sentimiento antiespañol exaltando a la invasión islámica como superior culturalmente, algo que se hace de manera sistemática sin llegar –todavía, al menos– a proponer la islamización más allá de favorecer la inmigración musulmana. Y uno se pregunta: ¿cómo es posible que ningún partido ataque sin contemplaciones semejante aberración de bandera y programa? Por la inmensa vacuidad intelectual y cultural de los políticos. Y por la pasividad atontada del ciudadano corriente: me pregunto cuántos habrán aireado la cuestión en las redes sociales y demás, según he sugerido en el blog. Dudo de que hayan llegado a diez. Es lo que hay.
************************
Una de las cosas que sorprenden de los últimos años 60 y mediados de los 70, es la escasa fuerza y ausencia de democracia en la oposición antifranquista. Después de tantos años de “opresión y miseria”, como se describe al franquismo, tendría que haber una fortísima oposición, máxime cuando hasta el terrorismo etarra gozaba de grandes apoyos en la Europa democrática y el propio régimen se venía liberalizando desde tiempo atrás. Por eso llama la atención cómo ha crecido tanto esa oposición después de Franco, hasta el punto de imponer leyes totalitarias de “memoria histórica”. 232 – La oposición antifranquista en acción | La importancia de la literatura – YouTube
*******************************
El lado siniestro de la condición humana ( Febrero 2017)
Si paseamos por la ciudad vemos a gran número de personas que van y vienen, llenan los bares, en grupos o solos, sin agredirse ni insultarse, por lo común. Muy rara vez, o ninguna, contemplaremos un suicidio, un homicidio, una violación, incluso un robo, aunque sabemos que esas cosas existen. La impresión general es de gente sana, aunque algunos parezcan algo enfermizos, y no descontenta, a menudo contenta. Veremos muchos o pocos mendigos, según los países, pero siempre muy minoritarios, etc. Esa impresión es al mismo superficial y veraz. Describe una superficie social real, pero bajo ella ocurren gran número de sucesos más o menos trágicos, desde dramas familiares a robos, ruinas económicas, crímenes… Ellos manifiestan el lado oscuro o siniestro de la condición humana. De modo semejante, cuando contemplamos la belleza de un paisaje salvaje, no percibimos la cruda lucha por la existencia que tiene lugar en él, dado que la vida se alimenta de la vida.
Dejando aparte hechos a menudo terribles como algunas enfermedades o la muerte, gran parte de esos hechos “oscuros” se debe a las relaciones interhumanas. Las cuales, tan necesarias y a menudo gratas, tienen siempre un elemento de roce o de choque, de insatisfacción, derivado de la diversidad de deseos individuales. Ese choque suele ocasionar graves disgustos y hasta asesinatos. La causa radica en la tensión entre los individuos y su entorno social. La sociedad permite al individuo desarrollarse y cumplir parte de sus aspiraciones; pero al mismo tiempo le impone reglas, normas y prohibiciones explícitas o implícitas, que pesan como un fardo sobre sus deseos. Lo mismo ocurre, en un plano más reducido, en las relaciones familiares, de amigos, de trabajo, etc.: abren posibilidades y al mismo tiempo son obstáculos para el individuo. Freud creía que el precio de la convivencia social era la neurosis, por la frustración forzosa de la mayor parte de los impulsos sexuales, idea que puede aplicarse a cualquier otro impulso, en particular al, digamos, económico. La mayoría de las personas se resignan de mala gana ante el obstáculo, por temor al castigo, o lo razonan y aceptan conscientemente; pero otros tratan de romperlo, sea por una fuerza irrazonable del impulso, sea porque el obstáculo se ha vuelto insufrible. En este último caso no se suele hablar de crimen o se le encuentran atenuantes.
El criminal propiamente hablando pone sus deseos o intereses por encima de cualquier norma moral o legal o de deseos o intereses ajenos. Aquí cobra significado la frase sartriana de “el infierno son los otros”, que él explicaba de forma restringida (sentirse juzgado por los demás) pero que puede interpretarse más ampliamente. El crimen llega a hacerse aparentemente gratuito. Hay personas que sienten placer en el dolor ajeno, y no solo en el dolor de quien consideran enemigo sino, más aún, del inocente, como se ve en muchos crímenes de pederastia. En el plano de grupo, ello se percibe en costumbres brutales o en los crímenes de guerra.
Lo que llamamos crimen es la manifestación típica de ese lado oscuro del hombre, que se hace parcialmente visible en las secciones de sucesos de los medios de difusión, secciones que suelen ser las más atendidas por la gente. Como dijo creo que W. R. Hearst, la gente estará siempre atraída principalmente por dos cosas, el crimen y el sexo; y él, desde luego, sacó pingües rentas de la explotación y trivialización de ambos. En los países anglosajones, particularmente, la prensa amarilla es la de tirada más espectacular, pero el dicho de Hearst tiene aplicación general. Y la causa de esta atracción, a menudo fascinación morbosa, por los crímenes y criminales, radica en que de algún modo nos vemos reflejados en ellos. No pocas veces el delincuente o el criminal suscita admiración en muchos individuos, como aquel que ha osado desafiar las normas que los demás obedecen a desgana, por miedo o cobardía. Ahí radica también la loa de los anarquistas (o de muchos de ellos) a los criminales comunes. Después de todo, siempre se puede racionalizar que las leyes son impuestas por unos pocos, y que el orden social encubre los intereses de unas minorías, las cuales se imponen mediante la amenaza y la violencia policial. De ahí que cuando la ley cae por tierra, en las revoluciones, por ejemplo, suelan desatarse masivamente los odios y los actos de venganza o de rapiña.
Podríamos distinguir entre crímenes y delitos. Los delitos serían las vulneraciones de la ley, con daños sociales más o menos grandes, pero sin un componente moral claro, mientras que llamaríamos crímenes a aquellas transgresiones con un fuerte contenido moral. La diferencia importa: la ley es una norma convencional decidida por un grupo muy pequeño de personas, que se suponen representar “pueblo” –aunque esto es a su vez una convención más bien que un hecho real–; norma que los individuos deben obedecer aunque no la conozcan, y cuya infracción va asociada a un castigo. Crimen, en el sentido que aquí queremos darle, es un acto que afecta a nuestras convicciones profundas, más bien sentimientos, sobre el mal y el bien, incluso si la ley de un modo u otro lo permite o no lo contempla. Por supuesto, la ley tiene un componente moral, que consiste en el mantenimiento del orden social, y la moral tiende a manifestarse en leyes o costumbres concretas; pero ley y moral no son equivalentes.
En cuanto al crimen, el “fardo” no es tanto el temor al castigo por el estado, un temor en cierto modo externo, como la culpa interior asociada a la moral. Cuando examinamos la ferocidad con que se produjo la persecución religiosa en la guerra civil, percibimos pronto la falsedad de las acusaciones a los curas como “enemigos del pueblo, unidos a los explotadores y suministradores de un peculiar opio en beneficio de los ricos”, etc. El fondo del asunto era la rebelión contra las exigencias morales predicadas por la Iglesia, que culpabilizan el desencadenamiento libre de los deseos. El castigo legal a los delitos empieza y acaba en sí mismo, generalmente no supone al delincuente otra cosa que el daño externo, en cambio la culpa moral es un sentimiento penoso, interior y persistente, difícil de proyectar, pero que puede originar reacciones explosivas como aquella de la guerra civil, con su especial ensañamiento. La ideología promete, en general, una libertad sin responsabilidad ni culpa, en que los deseos se cumplirían sin trabas. De ahí su atractivo y también su imposibilidad.
Por lo demás, la promesa se acompaña de la idea de que la sociedad (o el estado, o el capitalismo…) es mala, pero el individuo es bueno, por lo que este no tendría en definitiva más que buenos deseos, que no precisarían represión alguna. La historia real indica más bien lo contrario: los deseos del individuo son en principio ilimitados e insaciables, se ejercen a menudo a costa de otros individuos, por lo que la sociedad va poniéndoles trabas que permitan la convivencia en paz, mediante normas y castigos. Si bien esas normas o leyes pueden ser sentidas como injustas o inmorales, y no pocas veces lo son: la ley tiende a la moralidad, pero no la sustituye.
El secreto de Europa
Lo que he llamado Era Europea puede decirse que terminó con la II Guerra Mundial, después de la cual su potencia no solo política o militar, sino ante todo espiritual, parece haberse desvanecido. Hoy define a Europa la bandera LGTBI, no hay que decir mucho más. Es imposible saber si Europa, o países europeos, encontrarán una especie de renacimiento, aunque no se le ven muchas trazas. Hace unos años escribí este breve comentario:
A lo largo de los últimos diez siglos (excluyendo la etapa abierta por la SGM), Europa ha desplegado una potencia cultural muy superior a cualquier otra civilización. La razón de ello se encuentra seguramente en la religión cristiana. Y dentro de ella, en su doble alma de raíz hebrea y grecolatina, entre Jerusalén y Atenas, entre la fe y la razón. Ambas almas tratan de armonizarse sin conseguirlo nunca del todo, en una pugna mutua constante. Hay períodos más “hebreos” y más “grecolatinos”. El llamado Humanismo consistió en una mayor atención a la razón sobre la fe, sin romper en absoluto con esta. Contra esa inclinación racionalista reaccionó Lutero, y desde el siglo XVIII se desarrolla una ruptura: la razón rechaza la fe, pero lejos de llegar a conclusiones o valores universales, genera ideologías.
El cultivo de la razón exige una gran libertad intelectual que, paradójicamente, lleva a la abolición de la libertad: su objetivo es hallar la necesidad, las leyes inapelables que rigen el mundo, incluido el ser humano y que hacen ilusoria la libertad (y con ella la moral). La fe, en cambio, detesta la libertad especulativa, pero admite la libertad como una irreductible capacidad moral del hombre situado entre el bien y el mal.
Conviene otra observación, útil desde el punto de vista historiográfico: el análisis puede permitirnos llegar a la esencia radical de las cosas, al menos hasta cierto punto (por ejemplo, nos permite distinguir entre fe y razón); pero la esencia queda siempre relativizada y más o menos desvirtuada por la existencia. Por poner un ejemplo elemental, cada uno se siente como una esencia, un yo con nombre y atributos, pero en su existencia ese yo se encuentra sometido a mil presiones condicionantes o deformantes, que terminan en su destrucción. Así, podemos distinguir algunos rasgos esenciales en el cristianismo, que en su existencia real y temporal pueden cambiar mucho.

*****************************
(Hace diez años, en el blog) Generación del 40
El método de las generaciones literarias ha sido muy discutido, pero creo que, en general, es fructífero, y debería aplicarse a contextos más amplios que el literario. Así, cuando he mencionado, en relación con mi novela, la “generación del 36”, lo hice en un sentido distinto del acuñado por Ricardo Gullón. He querido — o más bien ha resultado sin previa intención—hacer un retrato de esa generación en los personajes de Alberto, Carmen, Paco, Ramírez y otros frecuentadores de tertulias de café, etc., con un breve contraste, en el epílogo, con la generación siguiente, hija de aquella y a la que podría pertenecer yo mismo. Ya he señalado que la de 40 fue la más interesante del siglo XX español, pues le tocó rebelarse contra un proceso revolucionario de orientación totalitaria, esquivar la guerra mundial, afrontar el maquis y las posibilidades de invasión al final de dicha guerra, así como el aislamiento, habiendo salido triunfante de todos esos desafíos. ¿Y desde el punto de vista intelectual? Ha sido menospreciada a menudo por “franquista” o “fascista”, pero ha sido muy superior a las posteriores. Baste recordar a Delibes, Cela, Celaya, Marías, Buero Vallejo, Torrente Ballester, J. A. Maravall, Vicens Vives, Cunqueiro, Tovar, Aranguren, Blas de Otero, Ferrater y tantos más. No solo sus obras y evolución intelectual son llamativas, sino también sus biografías: los más característicos, aunque no todos, derivaron de la identificación con el franquismo, a menudo en la Falange, a un alejamiento progresivo, hasta simpatizar con las izquierdas incluso totalitarias. Es una evolución que no ha sido bien estudiada y que, en la mayoría de los casos, se dio sin clandestinidad y con pocos sacrificios, dentro de la España franquista, a cuyas ventajas crecientes nunca renunciaron y dentro de la cual recibieron premios y atenciones; o bien algunos residieron más o menos tiempo, por comodidad que luego quisieron presentar como “exilio”, en otros países, particularmente Usa; o se presentaron con la mayor caradura como inmersos en un “exilio interior”. Sería del mayor interés estudiar esas evoluciones, que en muchos casos tienen que ver con la rápida crisis ideológica de la Falange, que trataré someramente en algún otro comentario.
La batalla literaria (Hace diez años)
Hace mucho tiempo que el franquismo y, lo que es más grave, la verdad histórica, perdieron la fundamental batalla literaria. Una batalla más fundamental todavía que la historiográfica, pues deja una impronta más profunda en la mentalidad de la gente que los libros de historia, por lo común mucho menos leídos. Creo, como ya he dicho, que esa derrota empezó con La Colmena de Cela, buena como novela, aunque políticamente desvergonzada e históricamente falsa. Gironella, Agustí o Emilio Romero cambiaron esa derrota solo a medias y por un tiempo. Conforme pasaban los años y el régimen se liberalizaba y registraba sus mayores triunfos políticos y económicos, Gironella y Agustí evolucionaron o zascandilearon hacia una derecha antifranquista (juanista) y la novela de Romero tuvo siempre un toque banal que la condenaba a testimonio menor de una época. Y no digamos tantos otros, de modo que ya desde antes de la Transición predominaba netamente en la literatura, el cine y otras medios de masas una visión radicalmente denigratoria de la generación que venció la revolución, salvó a España de la guerra mundial y venció al maquis y al aislamiento. Los peores han juzgado y calificado a los mejores. Me ha preguntado un lector, con cierta irrisión, si Sonaron gritos y golpes a la puerta pretendía invertir esa masiva corriente. Pues sí, lo pretende y creo que, literariamente, lo consigue. Otra cosa es que su influencia político-intelectual llegue a ser grande, eso no depende de mí.
**********************************
Creí que… Pero no
***Yo creí que al denunciar la progresiva colonización cultural o gibraltarización del país, iba a despertar el activismo de muchas personas conscientes de la cultura e idioma españoles. Pero parece que esa conciencia apenas existe. Muchos se cabrean por lo que hacen los separatistas contra el español en alguna regiones, pero les deja indiferentes, por no decir que les encanta, el proceso de desplazamiento del español como lengua de cultura en favor del inglés. Llevo veinte años denunciándolo, y la respuesta ha sido insignificante. Y no porque se requiera mucho esfuerzo: bastaría difundir insistentemente en redes sociales y por otros medios los escritos de este blog. Debo de tener unos 30.000 seguidores entre el blog, Una hora con la historia y el programa de Luis del Pino (en este, seguramente muchos más), pero no creo que lleguen a uno por mil, incluso por diez mil, los que han decidido hacer algo, ni siquiera algo tan fácil como lo mencionado. Y, al contrario, salen “patriotas” que no solo no piensan hacer nada, sino que procuran sembrar el derrotismo. No dicen “no pienso mover un dedo”, sino “no hay nada que hacer, es una batalla perdida”. Son, así, los mayores auxiliares de la gibraltarización. Han sido muchos años de descrédito de España y de “europeísmo” de perra gorda, y se nota el efecto.
***Me esperaba que ningún partido mencionara la aljofifa y a Blas Infante en Andalucía, o lo hicieran muy tangencialmente, porque creen que eso no es rentable en votos. Pero creí que bastantes personas del común entenderían la transcendencia del asunto y difundirían la denuncia hasta que algunos políticos cambiaran de opinión. Me quedo con la sensación de que en el fondo a nadie, fuera de cuatro “perros verdes”, le motiva la cuestión.
***La llamada educación sexual en España es más bien corrupción de menores a cargo de pederastas. Las concepciones lgtb de la sexualidad como una simple satisfacción sin importar el modo, abarcan de modo natural a los niños. Lógicamente, ¿por qué se les iba a negar esa satisfacción por parte de adultos más experimentados y “responsables” y que ya les “orientan” al respecto? Esta política viene implícita en tal concepción de la sexualidad, y por lo demás existen campañas permanentes en pro de la pederastia desde foros preferentemente homosexuales. La pornografía complementa esa “educación”, en realidad es el principal elemento de ella, ya desde edades muy precoces. La concepción lgtbi de la sexualidad, hoy dominante en el mundo occidental, es el mayor corrosivo de las relaciones duraderas basadas en el amor, y por tanto de la familia y la reproducción humana, vistas más bien como un fastidio.
***¿Se dan ustedes cuenta de lo interesante que sería, en la campaña electoral andaluza, una serie de documentales sobre los candidatos, recordando su trayectoria, sus palabras en unas y otras ocasiones, etc.? En algunos casos ni siquiera harían falta explicaciones, bastaría ir tomando al personaje en diversas situaciones. Sería una labor –llevo proponiéndola hace años– muy necesaria en democracia, porque uno de los principales defectos de las votaciones, es que casi nadie conoce nada de los buscavotos aparte de lo que ellos mismos cuentan de sí mismo en campañas publicitarias de partido. Un programa bien hecho sería una gran contribución a la democracia, y sin duda la limpiaría de tanto pícaro, chorizo e irresponsable como sufrimos desde hace muchos años; o, al menos, de muchos de ellos.
*****************************
Cuéntame cómo se cantó.
He explicado muchas veces cómo la democracia fue hecha posible por el franquismo, un régimen históricamente necesario: vino directamente de él, de la ley a la ley, fue organizada por franquistas y reconocida su legitimidad democráticamente en el referéndum de 1976. Sin embargo, quienes se han apoderado políticamente de la democracia, usurpándola, son sus mayores enemigos históricos: el PSOE, los comunistas y los separatistas. Esto ha sido así debido a una especie de defecto intelectual congénito de la derecha española. Y, por cierto, pasó algo muy semejante con la república, traída por la derecha y cuya legitimidad fue usurpada violentamente, desde la llamada “quema de conventos” (y bibliotecas, etc.) por la izquierda y los separatistas. Que no contentos con alzarse en armas contra la república en 1934, y falsificar las elecciones del 36, se apropiaron durante la guerra del marchamo de “bando republicano”, como le sigue llamando fraudulentamente una derecha extrañamente descerebrada (este problema merece atención y estudio).
Por eso, la derecha es incapaz de ver la importancia de la cuestión de Franco, que la izquierda entiende perfectamente. Se queja la derecha pesetera y de tendencia mangante, de que la izquierda “saque a colación el franquismo constantemente” refiriéndose a algo “del pasado”. El franquismo no es cosa de un pasado a olvidar, sino del presente y también del porvenir. Es una cuestión que debe ser clarificada si no queremos que los delincuentes de izquierda y separatistas terminen destrozando al país y la libertad.
Charlando con unos amigos, sugerí una serie televisiva, por ejemplo sobre los años 40, basado en las canciones de la época, en la que se hablara del los cantantes y compositores y el trasfondo social e internacional. La inspiración sería la película “Canciones para después de una guerra”, que estaba bien, salvo los estúpidos comentarios de rigor. Uno de los presentes, pensando en el programa de embustes “Cuéntame como pasó”, sugirió el título “Cuéntame cómo se cantó”. Son muchas las cosas que se pueden hacer, pero hay pocas ideas, o se rechazan.