Cultura catalana y subculturas / Jayam, 32: Perspectivas sobre Unamuno / Infancias

Cultura catalana y subculturas

Recuerdo que usted solía hacer en twitter  comentarios despectivos sobre la cultura catalana, empezando por el idioma catalán

Lo que decía es que el catalán es una lengua regional española poco hablada y poco útil, con un acervo literario y cultural estimable, pero incomparable con el del español. Esta es la realidad, no es un comentario despectivo. 

Pero la lengua es el núcleo esencial de una cultura. Al tratarla de ese modo usted está atacando el conjunto de la cultura catalana.

Vamos a empezar por distinguir las cosas: hay una cultura catalana, mayoritariamente en español, y dentro de ella una cultura o subcultura  catalanista y una subcultura separatista. Si no partimos de ese hecho fundamental, todo serán confusiones.

Pero el catalán es la lengua propia de Cataluña, mientras que el castellano es traído de fuera.

El español es de origen castellano, pero hace siglos que no es una lengua regional como el catalán, el gallego o el vascuence. Es el idioma común, de mayor potencia cultural, el más hablado en todas las regiones, y el que crea lazos profundos entre ellas. Es tan propio de Cataluña como el catalán. La cultura catalana sin el español común sería una cultura de tercer orden. Muchos catalanes han enriquecido el español y el español ha enriquecido a los catalanes.

Usted sugiere que los catalanes deberían renunciar a su idioma, tan inútil y poco culto…

Eso lo supone usted. Diga más bien que los separatistas intentan expulsar el español de Cataluña y crear un enfrentamiento radical. Es decir, quieren empobrecer a Cataluña e imponer su propia cultura, que es auténtica farfolla. Ya  Prat de la Riba lo programó, sin darse cuenta de su alcance: “nuestro perro nos entiende mejor que un español”, venía a decir, “la musa catalana condenó a diestra y siniestra, todo lo castellano”.  Era una musa bastante zarrapastrosa. Pero les hacía creerse superiores a base de denigrar lo ajeno, que en realidad no era ajeno, sino que estaba profundamente arraigado en la sociedad y la cultura de Cataluña. 

Pero Prat de la Riba no era separatista como Sabino Arana.

Lo he analizado en varios libros. Él pretendía que Cataluña rigiese al resto de España y Portugal y sureste de Francia, de Lisboa al Ródano, para extenderse después por África. Indudablemente tenía mucho de orate. Por desgracia, estas cosas apenas son conocidas, porque es verdad lo que decía Fernández de la Mora, que la derecha, española, salvo excepciones, no lee desde Jovellanos. Además es tan inculta que se traga gran parte del discurso separatista. Aun con esas ventajas, la realidad histórica no se puede liquidar a base de frases y grandilocuencias. Porque el catalanismo es de una pomposidad bastante ridícula.

¿No diferenciaba usted separatismo de catalanismo?

La diferencia está en que el catalanismo no es necesariamente separatista, aunque al enfrentar sus ilusiones con la realidad tienda a la secesión. Los catalanistas aspiran, bien a dirigir al resto de España, bien a diferenciarse profundamente como “europeos”, renunciando a la secesión por simple impotencia. Han tratado de crear “nación”, una cultura en rivalidad con la “castellana”. Esas rivalidades producen a veces cosas interesantes, porque impulsan a una superación, pero la verdad es que la cultura catalanista, sin ser pura alucinación envenenada como la separatista, tampoco ha dado mucho de sí. Viene lastrada por una pretenciosidad y esnobismo que la vuelven a veces grotesca. En la práctica, los catalanistas terminaron apoyando a Franco, así Cambó, Josep Pla y tantos más. Y eso no es casual. Actualmente el separatismo ha absorbido a casi todo el catalanismo, gracias a la estrecha colaboración de “Madrit”, con PP o con PSOE… Y eso supone, además de sus consecuencias políticas, un grave empobrecimiento cultural.

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PSOE, historia criminal: El PSOE, al borde de la escisión después del fracaso de su insurrección de 1934: https://www.youtube.com/watch?v=S887Ra6Xu3k

Por Que El Frente Popular Perdio La Guerra Civil

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Perspectivas sobre Unamuno

En su obra Filósofos españoles del siglo XX, G. Fernández de la Mora descarta, algo abruptamente, a Unamuno como filósofo: “Extravagante y contradictorio, vivió en permanente y angustioso debate con el problema de su propia inmortalidad  sin desembocar no ya en un esquema mínimo  de afirmaciones básicas coherentes, sino ni siquiera en una respuesta rotunda a las grandes interrogaciones de su existencia: la supervivencia y Dios” O bien: “Resulta muy difícil incluirle en una historia rigurosa de la filosofía. No fue un genuino pensador, sino un sentidor (…) Lo más vivo de su legado no es metafísico, sino lírico; no categórico, sino anecdótico”.

Claro que  para un ultrarracionalista como Fernández de la Mora (llamó a su sistema “razonalismo”), las arbitrariedades y paradojas de Unamuno tenían que serle muy irritantes. Sin embargo hay en Unamuno una intuición poderosa: el principio de la filosofía no es la razón, sino el sentimiento. En definitiva, ¿qué se propone la filosofía? Aclarar el sentido de la vida humana y su relación con el cosmos. Y esa propuesta no deriva en modo alguno de la razón, sino de un sentimiento profundo del mundo y del destino. Lo que hace la razón, no en primer sino en segundo lugar, es tratar de ordenar ese sentimiento, sin el cual ella no tendría objeto sobre el que trabajar. Como supuse en otro momento, el hombre debe definirse como un mamífero (o si se quiere más ampliamente, un animal) sentimental, quitando al término sentimental las  connotaciones de sensiblería o emotividad incontrolada que suelen acompañarle en el lenguaje vulgar.

En segundo lugar, para Unamuno hay algo que vuelve trágico ese sentimiento, y es la realidad de la muerte, o más bien la consciencia  y los sentimientos derivados de ella. Todo esto me parece un acierto filosófico, al margen de cómo lo desarrolle. La historia del racionalismo, que es lo esencial de la historia de la filosofía, parece haber conducido siempre a una dispersión de enfoques y sistemas que no dejan de suponer un fracaso en sus pretensiones de aclaración definitiva. Pero la muerte, su consciencia y sentimiento, deben entrar por derecho propio en el planteamiento filosófico, porque precisamente nos lleva al enigma del sentido de la vida.  Y cuando Unamuno se preocupa por su propia inmortalidad simplemente se está poniendo como un caso común a los mortales, en lo que a él le afecta, no es puro egocentrismo.

Unamuno plantea el problema en torno a la relación entre el cuerpo y el alma (el yo). Como hemos venido viendo, el cuerpo y el yo son cosas muy diferentes. Al descomponerse el cuerpo, ¿qué pasa con el yo? ¿Se pudre y desaparece con él? Aquí la cuestión se complica: si el yo desaparece, ¿cuál ha sido el sentido de su vida? Realmente es difícil imaginar alguno. Pero si el yo pervive, ¿qué sentido tiene? ¿Va a seguir siendo el mismo yo, con sus profundas deficiencias y necedades, para todo el resto de los tiempos? ¿Se funde con el Todo,  o con Dios, o en todo caso con la fuerza que lo ha creado? Como vemos, nada de esto proporciona una solución a la angustia causada por la muerte.   Y el enigma de la esfinge no se aclara aunque en la vida práctica miremos en otra dirección. Omar Jayam lo expresó admirablemente;  lo han expresado muchos pensadores, pero quizá ninguno de forma tan sintética y definitiva.

Para Unamuno es la sed de inmortalidad, un sentimiento crucial y un ansia imposible de satisfacer en este mundo, lo que caracteriza la situación humana y le da su carácter trágico. Esa sed solo se aplacaría mediante la creencia en un dios personal y “vivo”,  no un Dios racional sin ningún efecto calmante de la angustia.  Esa consecuencia que él extrae, junto con la orientación de la conducta en un sentido quijotesco, son muy  discutibles, pero su planteamiento inicial no debería despacharse a la ligera.

Fernández de la Mora descarta también a Maeztu como filósofo, tampoco cita a Julián Marías,  señalando en todo caso como los principales a Amor Ruibal, D´Ors, Ortega,  Morente, Zubiri y Millán Puelles, sobre quienes hace una agudas  observaciones críticas.  

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Infancias

“Los relatos de su infancia en “Adiós a un tiempo” me han llamado la atención. Parece que eran ustedes bastante salvajes. La manera como se vive hoy ese tiempo, como yo lo he vivido, es que no tiene casi nada que ver. Me gustaría que usted lo comparase (…) Domingo L. Rubián.

Yo me crié sobre todo en Vigo y en parte en una aldea de Orense. España, en conjunto, seguía siendo un país predominantemente agraria y la misma Vigo, que era una ciudad grande e industrial,  tenía un toque rural muy acentuado si uno se apartaba un poco del centro, como una gran aldea en torno. Además, tenía el mar y un paisaje de enorme belleza, poco estropeado aún por una construcción abusiva. Considero que era una ventaja muy grande para los niños. Éramos muy libres desde pequeños, había mucha seguridad y jugábamos a lo que nos daba la gana, con mucho espacio e  imaginación, desde los juegos más sedentarios como a las bolas (canicas) o a  “pai, fillo e nai”(tres en raya, con tizas en el suelo) hasta las  violentas “batallas” a pedradas de unas calles contra otras.  Como digo, había más seguridad, no solo por la escasez de delincuencia sino también de coches, y además abundaban los descampados. Por lo que veo ahora, los críos son enviados cuanto antes a la guardería, luego tienen una enseñanza en que suelen agobiarles con los deberes, los cumplan mejor o peor, y la mayor parte de las distracciones giran en torno a la televisión y los juegos en los móviles, y en los parques los juegos están más reglamentados. Todo tiene sus ventajas e inconvenientes, pero en conjunto me parece que nuestra infancia era más libre e interesante que la actual.

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Adiós a un tiempo: Recuerdos sueltos, relatos de viajes y poemas de [Pío Moa]

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Universidad y miseria política / Jayam 31. El origen del mal / Edipo y Alberto

PSOE, historia criminal: El PSOE, al borde de la escisión después del fracaso de su insurrección de 1934: https://www.youtube.com/watch?v=S887Ra6Xu3k

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Universidad y miseria política

Has dicho varias veces que hablar de los políticos te daba verdadera repugnancia. Sin embargo no cesas de hablar de ellos. ¿Masoquismo?

No perdería un minuto hablando de ellos si sus actos no repercutiesen sobre todo el mundo. Personalmente incluso me amenazan de cárcel esos delincuentes con sus leyes basura.

Parece que los políticos, desde la transición, han sido una auténtica calamidad, según tu punto de vista. ¿Cómo pudieron, entonces, pasar del franquismo y montar una democracia que se mantiene? Y también se mantiene España, a pesar de los vaivenes y crisis. ¿No es normal que en política siempre ocurran esas cosas? ¿Acaso no ocurren en todos los países?

Por partes. Los políticos que hicieron la transición, exceptuando a Torcuato Fernández Miranda, no tenían nada de estadistas, piense en  Suárez, en Juan Carlos, en González, etc. etc.  Se arrogaron unos méritos históricos, gigantescos, como si hubieran realizado un trabajo de Hércules, cuando todo les venía rodado desde el franquismo, desde la sociedad creada en el franquismo. Y con tales ventajas lo hicieron muy  mediocremente. Y no fue eso lo peor. Se trataba de algo nuevo, y era normal cometer errores serios. Lo peor es que esos errores no se corrigieron, sino que no han cesado de profundizarse desde entonces. Si España se mantiene es por la inercia histórica creada por el franquismo. Y es cierto que la política está siempre llena de turbulencias, aquí y en todas partes, que se pueden soportar, siempre que no dañen el marco nacional y político. En España ese marco está seriamente dañado. España se mantiene, con dificultades, pero la democracia no.

Eso de que no existe democracia me parece que choca con muchas evidencias. Usted mismo puede hablar y escribir con libertad  en diversos medios, y nadie le ha metido en la cárcel.   

Ya hubo una campaña para encarcelarme, y en muchos medios me han vetado, aparte de que la ley de memoria histórica es una espada de Damocles sobre las libertades políticas e intelectuales. No es una cuestión personal. Quedan restos de democracia, es cierto, pero solo restos. Un régimen con leyes totalitarias no es una democracia. Un régimen cuyas oligarquías financian los separatismos atenta con sus bases mismas, como alguien sentado en una rama que él mismo está aserrando. Un régimen con la justicia politizada no es una democracia.

También se le puede objetar que en todos los países los políticos han sido objeto de críticas y descalificaciones por unos o por otros. Cosa normal, en democracia.

Usted debería preguntar: ¿por qué España, desde las guerras napoleónicas, ha contado con unas oligarquías de quinta división, con poquísimas excepciones? En todas partes la  media es mediocre, con algunas figuras sobresalientes. Pero aquí, descontando la figura realmente egregia de Franco, ha habido muy pocos de un nivel algo alto. ¿Por qué? Mi tesis es que el fenómeno está emparentado con el decaimiento de la universidad. En Nueva historia de España he querido destacar ese factor, que casi ninguna historia tiene en cuenta. Donde se forjan los políticos es en la universidad o en las escuelas superiores. La decadencia de España se puede medir por la de su  universidad. Esto es algo que no se ha comprendido nunca. Y ahora tenemos una universidad cuyo valor se revela en su aceptación de una ley totalitaria, falsaria de raíz y generadora de opinión y de políticos a ese nivel.

Nueva historia de España: de la II guerra púnica al siglo XXI (Bolsillo (la Esfera))

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El origen del mal

 Para explicar la naturaleza humana, el mito la contrasta imaginariamente con una situación primigenia en la que no existiría el mal (por tanto una situación amoral, pues tampoco existiría el bien). El mal es descubierto por el hombre al pretender igualarse a Dios. El hombre no se crea a sí mismo, es parte de la creación, pero Dios lo ha creado “a su imagen y semejanza”, con una chispa de creatividad. Es esa chispa la que le hace creerse capaz de igualar a su creador, y en ella estaría el origen del mal, de todos los males.

El mal se presenta de varias formas: como un daño exterior que nos produce el mundo (enfermedades, accidentes, catástrofes naturales…), y que no va acompañado de culpa. Como un daño que causa al individuo la sociedad, con sus imposiciones y los abusos de otros individuos; esto suele generar una culpa relativa, convencional, acompañada generalmente de ira, activa o impotente. Y el  daño que la persona se causa a sí misma, más allá de las convenciones sociales, y que genera una culpa profunda, a menudo rechazada con justificaciones engañosas. Esta culpa se proyecta casi siempre sobre otros, y en su versión ideológica, sobre los demás en general, sobre la sociedad, generando círculos de justificaciones y agresiones.

Al rechazar la culpa, proyectándola sobre el exterior, sobre otros, el individuo se siente como Dios, pues la noción de culpa es ajena a la concepción de la divinidad (aunque los hombres, como se lee en La Odisea, tiendan a endilgar a los dioses la culpa por las consecuencias de sus propias locuras). 

En la práctica, la pretensión de equipararse a Dios genera una regresión hacia una conducta animal. En el animal, el bien y el mal se circunscriben exclusivamente a lo que le causa placer o daño, y en la persona-dios, radicalmente egocentrista, ese tiende a ser el único concepto del bien y el mal. Solemos identificar como causantes de los males a las personas que tratan de imponer sin consideraciones sus propios intereses o caprichos, abusando de los demás, lo que genera a su vez nuevos males en réplicas más o menos equivalentes. Al comer el fruto del bien y el mal, el hombre entra en la esfera de la moral, que es ya muy distinta, autónoma con respecto al individuo,  por encima de él. El ser humano, creyéndose dios, trata de volver a la inocencia y en la práctica obra como un animal. Pero esa regresión es ya imposible y solo provoca una multitud de males y de la culpa asociada a ellos.

   Otro modo de expresarlo es el de la seducción de la serpiente o la revuelta de los “hijos de la tierra” contra las normas  de “lo alto”, vistas como imposiciones insoportables, o la figura del laberinto sin salida. El problema no quedaría planteado del todo, sin embargo, olvidando que el fundamento de esas imposiciones morales escapa a la razón humana.  Omar Jayam, que lo percibe con especial nitidez, concluye que los mandamientos morales carecen de base real, contradicen los instintos, y hay que desecharlos como “frases confusas” de pretendidos sabios que, después de pronunciarlas se fueron a donde nos tenemos que ir todos. Por consiguiente, era mejor librarse a los instintos. “¿Por qué Alá ha creado un mundo de esplendor y al mismo tiempo nos impone renunciar a él?”, viene a decir. No hay solución.  La de Jayam pretende ignorar aquí los males que a los hombres les trae la conducta animal, conducta en que degenera la vanidad de igualarse a Dios. 

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 Edipo y Alberto

 Ha dicho usted que su novela “Sonaron...” no tiene nada que ver con el mito de Edipo y la muerte del padre según el tópico cultural que ha estado tan en boga durante muchos años, ahora parece algo olvidado. Pero yo creo que sí tiene que ver, sea o no la por interpretación freudiana. Edipo mata a su padre sin conocerlo. ¿O sin reconocerlo como padre?  Alberto lo mata sabiendo que lo es, aunque no se entera sino en el último momento. ¿Cómo reacciona? En primer lugar decide ¿hipócritamente? no participar directamente en la muerte, ausentarse. Pero algo después le entra una especie de reacción psicológica brutal que yo calificaría de metafísica. El mundo se le echa encima, le abruma, no lo entiende. Es como una iluminación negativa. Yo creo que es a partir de esa crisis cuando renuncia a todo lo anterior, porque no lo comprende. Él dice que, falto de Paco, su inquietud filosófica desaparece, la da por inútil, sus peripecias y su atracción por el peligro se le presentan como algo absurdo, y se convierte en un mediocre profesor de filosofía. Doy por hecho que se sobreentiende  que es de esos que se aprenden lo que dijo este y el otro filósofo y lo explican a sus alumnos,  pero que no aportan nada nuevo. Ahora bien, ¿por qué cambia de actitud ya en la vejez? ¿Como una especie de nueva iluminación? F.D.S.

Sí como una especie de nueva iluminación. Pero él sigue sin explicarse lo ocurrido. Decide narrarlo y en el propio relato encuentra una especie de liberación: ocurrió así, tenga ello el sentido que tenga,  y su valor radica precisamente en haber ocurrido, fuera bueno o malo (en su fuero interno entiende que fue bueno, pero no intenta convencernos o convencerse de que lo fue mediante  efectismos o grandilocuencias. No nos dice que él y Paco fueran héroes, solamente nos cuenta lo que hicieron, evitando la “prosa cipotuda”). En cuanto a la muerte –psíquica– del padre, en el psicoanálisis aparece como una necesidad, como algo positivo para la maduración del individuo. Y para la cultura en su interpretación también mítica del padre ancestral, aunque al mismo tiempo el acto de esa muerte aparece como un crimen sobrecargado de culpa, causa del malestar en la cultura. Freud lleva su interpretación del mito hasta el final. Se ve que no creía en la Biblia y veía de otro modo el “pecado original”. 

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La “memoria histórica” destruye el futuro / “Ser como dios” / Democracia (XI) y patriotismo

**Para construir un presente y un futuro aceptables es preciso clarificar el pasado, librarlo de la maleza falsaria de la “memoria histórica”

Por Que El Frente Popular Perdio La Guerra Civil

**El problema con los políticos e historiadores de la “memoria histórica” no es que vivan en la mentira, eso puede ocurrirle a cualquiera. Es que viven DE la mentira.

**El problema de los políticos e intelectuales que no aceptan la “memoria histórica”, pero que tampoco le hacen oposición, es que terminan siendo cómplices  de ella.

**Todo partido que asume o acata la ley de memoria histórica es por definición un partido liberticida, antidemocrático.

**Los partidos  promotores de la ley de memoria histórica son los más corruptos, separatistas y antidemocráticos, incluido el PP. Y nada de ello es casual

**La debilidad en la condena de la ley de memoria histórica es debilidad en la defensa de la libertad, la democracia y la unidad de España.

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Ser como Dios

El mito del pecado original describe del modo más esencial la condición humana. El hombre, “a imagen y semejanza de Dios”, tiene cierto poder creador y cierta libertad, pero es a su vez un ser creado y en gran medida determinado por su animalidad. Seducido por el espíritu del mal, quiere igualarse a su creador, lo que se simboliza en el fruto del árbol del bien y el mal. Ser como Dios sería comprender el bien y el mal, el sentido de la vida,  y por tanto situarse por encima de ellos. Pero lo que hacen Adán y Eva  en realidad es valerse de su libertad para elegir el mal. En esa pretensión vacía de igualarse a Dios –algo parecido a la hibris griega–,   estaría el origen de todos los males que afligen al ser humano, la culpa, el pecado, el crimen, la insatisfacción de los deseos, el tedio, la angustia.

En el mito, la serpiente (que está dentro de cada uno)  representa la tentación del mal. Es un animal que repta por el suelo y provoca  comúnmente una sensación de bajeza, repugnancia y peligro, porque ataca inadvertidamente; pero en sus movimientos sinuosos se percibe un poder de seducción,  y en sus ojos sin párpados una fuerza hipnótica. Otra expresión de lo mismo es el uróboro, la serpiente que se muerde la cola, se alimenta de sí misma en un círculo vicioso, sin conseguir alzarse del suelo. A veces el contraste está en el águila, como en el mito mexica. El águila se eleva a gran altura, puede distinguir la vida abajo con una perspectiva mucho más amplia que la de los seres terrestres,  apenas capaces de alzarse y por tanto de percibir gran cosa, incluso de su propia vida,  fuera de sus circunstancias más próximas. En Grecia se presenta como la enviada de Zeus, que martiriza a Prometeo, el cual viene a equivaler a “la serpiente” con otra simbología.

La vida humana se desenvuelve  entonces entre la llamada del águila y la de la serpiente, entre el impulso de elevación y la seducción de los deseos terrenos.  Entre ese doble llamamiento el equilibrio no es fácil ni estable. Al morder la fruta del  bien y el mal, el hombre  entró en un terreno nuevo dentro de la creación: para el animal, el bien y el mal se circunscriben a su placer o a su dolor individual, mientras que en el hombre adquieren una dimensión mucho más vasta y supraindividual, por encima de las conveniencias particulares. Pero es obvio que su presunción de dominar esa dimensión como Dios, no ha funcionado y, misteriosamente, la misma presunción supone elegir el mal.

Podemos ver una derivación del pecado original, presente siempre en la condición humana, en el existencialismo ateo. Dios no “existe”, por lo tanto la vida carece de sentido; y por tanto, a su vez, el hombre adquiere la máxima libertad,  incluso para crearse a sí mismo. Una derivación serían las ideologías cada vez más enloquecidas, como las lgtbi.

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Democracia y patriotismo

Decíamos que el patriotismo es un valor sin el cual la democracia, con sus partidos, puede conducir a la disgregación social, tal como la concepción habitual de “pueblo” tiende al totalitarismo. Desde luego, el patriotismo puede amparar también a sistemas despóticos o totalitarios, pero sin él la democracia degenera fácilmente. Conviene añadir que fenómenos más o menos parejos a los de España se observan en la UE, donde un espíritu cristianófobo (pero ¿en qué se manifiesta hoy el espíritu cristiano? Es un problema que el Vaticano no acaba de resolver, menos aún los grupos protestantes), busca sustituir la raíz cristiana de la cultura europea por un llamado muticulturalismo cuyos perjuicios solo empezamos a percibir.  El multiculturalismo implica también un ataque a los patriotismos nacionales. Reflejan esa tendencia encuestas recientes, según las cuales solo estaría dispuesto a luchar por su país un25% de los europeos occidentales (21% en España. También una proporción baja en Usa, aunque superior: 44%) Habida cuenta de que todos ellos son democracias liberales, ese talante indica un alto grado de desinterés o desafección hacia ellas, y la consiguiente deslegitimación.

  Algunos estudiosos, Ortí Bordás en España, han señalado esa creciente desafección popular  hacia los partidos,  y con ellos a la propia democracia y a la patria. Ha cundido la impresión de que nada vale la pena aparte de la satisfacción de los deseos materiales y sexuales mediante un consumismo y diversión masivos, y que lo demás son engaños o vana palabrería. Cuando los penúltimos atentados islámicos en París, la reacción de muchos jóvenes consistió en proclamar la minifalda, la homosexualidad y el alcohol como los valores propios de la libertad occidental. Suceso reminiscente de otros semejantes en la decadencia de Roma.

   Hay una dificultad constitutiva, presente en toda forma de poder: el contraste entre sus profesionales (la oligarquía) que, por práctica o estudio, entienden hasta cierto punto los problemas político, económicos y otros del oficio, y el “pueblo”, mayormente ignorante o con ideas precarias sobre ellos. Pero, se dice, es esa masa  cuyos saberes políticos y lógica argumental no suelen pasar de rudimentarios, quien decide sobre quién manda. Es una crítica muy difundida: ¿cómo va a valer lo mismo el voto de un médico que el de un barrendero?

   Cobra aún mayor fuerza el argumento cuando un sector de la oligarquía se atribuye un conocimiento no opinable sino “científico” (en otros casos inspirado directamente por Dios), sobre la sociedad y la historia, que eliminaría la incertidumbre. Entonces, depender de los votos de la masa ignara o competir con partidos no científicos ultrajaría a la inteligencia y perjudicaría, en definitiva, al pueblo. Por ello el voto popular debería reducirse a una aquiescencia legitimadora, obtenida mediante una propaganda intensiva. Una política tal empuja al totalitarismo.

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La serpiente y el pecado original / Real Instituto Francis Drake/ Negrín comparado con Azaña y Prieto.

PSOE, historia criminal: El PSOE, al borde de la escisión después del fracaso de su insurrección de 1934: https://www.youtube.com/watch?v=S887Ra6Xu3k

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La serpiente y el pecado original

La serpiente aparece en muchos mitos, a veces como animal benefactor. Incluso se mantiene como símbolo de la farmacia. Sin embargo en la Biblia toma otro significado como imagen del mal.

 La serpiente sugestiona por ser un animal que se arrastra por el suelo con movimientos sinuosos,  evitando la luz entre las hierbas y las matas,  y posee veneno en sus colmillos. “El animal más astuto que Yavé había hecho”,  se embosca y disimula, y ataca a su víctima descuidada. Nada mejor para simbolizar en ella una función psíquica: la tendencia tan humana a rechazar la presión de la moral, el esfuerzo de elevación hacia la luz, concentrando la actividad consciente en la multiplicación de los “deseos terrenales”, en los que espera hallar satisfacción gracias a la “astucia” del intelecto (la técnica). La tendencia expresada en frases vulgares tipo “vivir como dios”(ser como Dios) en un paraíso  de placeres “materiales”.  Lo que muestra el mito de la Biblia  es que esa aspiración conduce, por alguna ley profunda inscrita en la vida, a su contrario, a una mordedura venenosa,  la expulsión del paraíso y a los tormentos de la culpa y el crimen. ¿Qué le parece esta interpretación?  

Bueno… Quedan dos problemas: por qué aparece la serpiente  como benéfica en otros casos;  y el papel de la mujer. Dijo Yavé a la serpiente: “Caminarás sobre tu vientre y comerás polvo todos los días de tu vida.  Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo, y él te pisará la cabeza mientras tú acechas su calcañar”.

Quedan más que esos dos. En esto sigo aproximadamente a Diel. En el caso de Asclepio, la serpiente es dominada, su significación es el mal sublimado, su veneno, que es forzada a verter en una copa, se convierte en elemento de curación. Lo de la serpiente no puede ser más claro: la aspiración a ser como Dios aplicándose a satisfacer los placeres “terrestres” (los provenientes de la oscuridad, del subsuelo) condenan a arrastrarse sobre ellos y comer polvo. Se parece a la situación de Prometeo encadenado a la roca, a la trivialidad que él mismo ha elegido. 

Un feminista destacaría la interpretación típicamente “patriarcal” del papel de la mujer

Es curioso que también el mito de Prometeo presente a la mujer como la inmediatamente culpable, que seduce al hombre. Pero si prescindimos de esa personalización vemos que el significado viene a ser semejante al de la serpiente: la seducción ejercida por la mencionada tendencia humana, presente en hombres y en mujeres. La seducción de los placeres terrenales, nuevamente. En los mitos aparece también como la rebelión de los gigantes y de los titanes — hijos de la tierra–, contra los dioses, figuraciones del espíritu. Y todo ello es una proyección simbólica de los conflictos de la psique humana, que la psicología moderna trata de aclarar sin recurrir a esos símbolos, sin conseguir alcanzar la profundidad de ellos. El perenne conflicto entre la serpiente y el linaje de la mujer, deseoso de elevación. Expresa también la posibilidad de elevación: aplastar la cabeza de la serpiente.

Uno se pregunta por qué el hombre ha tenido que recurrir a explicaciones tan retorcidas e inverosímiles,  y que  no explican nada. No creo que los griegos o los judíos tuvieran esas interpretaciones que usted, o Diel expone, sino que creían al pie de la letra lo que les contaban sus mitos.

Eso es cierto en parte. Los mitos no son explicaciones lógicas, sino intuiciones analógicas, y su efecto es sugestivo, un efecto ético y calmante de la angustia esencial. Lo mismo hacen el arte, la literatura o el cine actualmente, de modo más trivial: tienen un efecto sugestivo, solo a medias consciente, directo al sentimiento sin pasar apenas por la razón, en especial la música. Efecto a menudo peligroso por lo manipulable intelectualmente. Ese efecto se produce de un modo difícil de  precisar, porque no es racional o calculable. La psique, ya digo,  crea símbolos por analogía y de manera supraconsciente, “iluminada”. El desarrollo intelectual proveniente sobre todo de la filosofía griega  ha tenido dos efectos contrarios: poner de relieve las contradicciones e inverosimilitudes de los mitos, pero también  permitirnos atisbar en la profundidad de su significado. O bien los mitos –o la literatura– son simples fantasías pueriles, o bien significan algo. Y el que existan en todos los pueblos y por supuesto, también en la actualidad, parece indicar algún significado. 

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 Nueva historia de España: de la II guerra púnica al siglo XXI (Bolsillo (la Esfera))

Real instituto Francis Drake

Me escribe un seguidor desde Poznan: “Recuerdo que una vez se refirió usted al Instituto Elcano como Instituto sir Francis Drake,  que debiera ser su verdadero nombre  a toda luz. Entre sus colaboradores , aparte de su director que es británico, hay un tal William Chislett que se mete en todo lo que hacemos o podamos hacer los españoles.  Alguien apodado “el epigramero” contestó al tal Chislett en twitter : Es obvio que para los intereses británicos la debilidad de España es un objetivo, un plan y un beneficio. Pero tápese, por dios, se le nota mucho. Siempre tendrá españoles a los que comprar, ofreciendo dinero o poder, pero hágalo de forma discreta, por favor.

Chislett también defiende al gobierno español en relación con el coronavirus y escribe cosas como esta: “Pobre España si alguien día Vox forma parte del Gobierno. Hasta prefiero Podemos, y no soy ningún aficionado de sus políticas”. Y defiende algo de  Helen Graham acerca de la historia de Paul Preston sobre “el pasado turbulento de España y su corrupción impregnante (pervasive)”. Halagando a estos hispanistas británicos que no nos dejan en paz, o a Santos Juliá, “El País”, etc., y cobrando del Instituto Elcano que es NUESTRO…”

Observaciones:

a) Muchas veces en tuíter y otros medios denuncié la usurpación descarada del nombre de Elcano por un instituto que debería llamarse Francis Drake.

b) El Instituto lo paga España, supongo, pero no es NUESTRO, es inglés. Es un instrumento de penetración de los intereses políticos ingleses en las élites, llamémoslas así, españolas. Un instrumento de auténtica colonización cultural.

c) El Instituto está dirigido por Charles Powell, al que presentan como medio inglés, medio español, aunque no se cita su nacionalidad, que supongo será inglesa. Powell es de la escuela de R. Carr, tan influyente en historiadores españoles, y sobre cuya versión de la historia de España he escrito varios comentarios, que pueden verse en internet poniendo su nombre y el mío. Por ejemplo este: https://www.libertaddigital.com/opinion/ideas/raymond-carr-y-la-diversidad-de-espana-1276234297.html

d) El instituto se presenta como “think- tank de estudios internacionales y estratégicos que analiza el mundo desde una perspectiva española, europea y global”. Solo le falta añadir galáctica. La perspectiva es netamente anglosajona, en absoluto española. propiamente es antiespañola, como señala Epigramero.

Contesté: estimado señor Fastian, pregunta usted qué se puede hacer al respecto. Lo que habría que hacer es exponer una y otra vez su verdadero carácter y señalar el historial nefasto de las influencias inglesas en España, simbolizada por Gibraltar (la mayor decadencia española data de cuando los ingleses nos “liberaron”, dicen ellos, de Napoleón: fueron unos aliados sumamente indeseables contra una invasión aún peor). Mis denuncias pueden divulgarlas mis lectores, si les parece. De momento expondré su correo en mi blog.  Pero lo que habría  que hacer, aunque  está fuera de mi alcance, es crear una fundación o taller de ideas dedicado a cuestiones internacionales desde una perspectiva realmente española. Pero por desgracia aquí hay poca gente seria capaz de ponerse a ello.  

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Por Que El Frente Popular Perdio La Guerra Civil

Negrín comparado con Azaña y Prieto

El tratamiento de Negrín, en Por qué el Frente Popular perdió la guerra, me ha parecido algo más flojo que el de Azaña.

Es que la trayectoria personal y política de Azaña es más nítida. En este libro la trato desde el discurso del Ateneo en que expresó su proyecto político, que era también personal, pero sus ideas venían de bastante atrás. En Los personajes de la república vistos por ellos mismos, hago un análisis de su novela El jardín de los frailes, que me parece extraordinaria y en la que el personaje se dibuja claramente a sí mismo. en cambio, en Negrín no se percibe esa nitidez que en Azaña termina siendo trágica no solo política, también personalmente. 

Negrín aparece como la suma de todos los males, entonces, sin la disculpa del sufrimiento íntimo de Azaña.

 No es una disculpa, sino una especie de compensación. Aunque Azaña casi siempre carga las culpas sobre los demás, muestra en ocasiones atisbos  de horror por su propia responsabilidad. Se sentía hundido a menudo. En Negrín no hay nada de eso. Era un perfecto hedonista sin el menor sentimiento de culpa, o así aparece. Políticamente, ya al empezar la república propugnaba una dictadura “con modos y apariencia democráticas”. Luego participó en la insurrección del 34, de la que salió ileso, pasando a hacer de portavoz de su partido en las Cortes con toda naturalidad. No detestaba a Azaña como Largo Caballero, sino que se aproximaba más a la postura de Prieto, que siempre fue el gran compinche del alcalaíno. Por eso se le ha presentado como moderado, o incluso demócrata,  cosa que nunca fue. Pero personalmente tiene muy poco interés.

Tú lo presentas como muy inteligente.

Cierto, era más inteligente, digamos con una inteligencia práctica y utilitaria, y no se puede decir que no fuera previsor. Desde antes de que las cosas se pusieran realmente serias para el Frente Popular, cuando todavía tenía las mayores posibilidades de ganar, ya empezó a desvalijar medio país  “por si acaso, que nunca se sabe en una guerra”. Y luego, cuando envió el oro a Moscú, entendió perfectamente las consecuencias políticas y militares del envío y que ya no había vuelta atrás. De modo que obró en consecuencia. En cambio sus dos socios, Largo Caballero y Prieto, intentaron ilusoriamente volverse atrás, pensó en apoyarse en los anarquistas y Prieto en los ingleses.  También Azaña, por cierto. Desde ese punto de vista, Negrín fue más inteligente, más consecuente y a su modo más honrado.

   Pero Prieto le ganó por la mano con el tesoro del Vita.

   Eso era parte de lo robado, Negrín no se quedó sin nada. Claro, fue una competición entre golfos, y Prieto era un especialista en ese tipo de acciones. Participó en todas las intentonas violentas del PSOE, pero siempre se las arreglaba para escapar a Francia. Políticamente siempre fue un irresponsable y un golfo, ya digo, con ciertas dotes de organización. Algo que no se ha estudiado debidamente es su asociación con Azaña para cometer muchas tropelías. Negrín, en ese sentido, tenía algo de estadista, que faltaba completamente a Prieto. Naturalmente, en Por qué el frente… y en otros libros, lo trato algo más a fondo.

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Extraña época / Democracia (X) La retórica y los hechos / El pecado original /La tragedia de Azaña

PSOE, historia criminal: El PSOE, al borde de la escisión después del fracaso de su insurrección de 1934: https://www.youtube.com/watch?v=S887Ra6Xu3k

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**”Extraña época en la que  los homosexistas dictan la moral, los transgénero y feministas deciden sobre la biología, y los abortistas hablan de derechos humanos mientras promueven el asesinato de millones de vidas humanas en embrión”

**Extraña época en España, en que los elementos más corruptos, criminales y falsarios imponen su versión sobre el pasado y lo que debe ser el futuro.

**Extraña época en que los feministas dicen defender a la mujer mientras intentan despojarla de lo propiamente femenino.

europa: introduccion a su historia-pio moa-9788490608449

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La retórica democrática y los hechos

La democracia se apoya en supuestos como que todos los hombres nacen libres e iguales, o que consiste en el poder del pueblo. Ideas perfectamente irreales pero capaces de generar una crédula emocionalidad  que convierte la democracia en una panacea utópica; y así es tratada con frecuencia, como una palabra mágica. Un líder  que lleva a su país a la ruina y la guerra civil es loado como un héroe si logra pasar por demócrata, mientras que otro capaz de sacar a su país del desastre recibe  maldiciones si se le pinta como dictador. Frutos del mesianismo democrático han sido convulsiones al pretender cada partido representar los auténticos intereses populares, o totalitarismos empeñados  en lograr la igualdad social… bajo la férula de los más iguales. La consigna típica “libertad, igualdad, fraternidad”, emocionalmente atractiva,  constituye asimismo un contrasentido. Libertad e igualdad armonizan difícilmente, y llevadas al extremo se oponen de modo radical. Limitada la libertad a la libertad política, supone la mayor tiranía al permitir al estado intervenir en lo más íntimo de la persona para garantizar su “libertad”; y la fraternidad no deriva de las anteriores y se sobreentiende limitada a los correligionarios, como prueba la historia, y ni un entre correligionarios se cumple. Por otra parte, ya vimos que el concepto de “pueblo” como un conjunto homogéneo en intereses y aspiraciones significa directamente el totalitarismo más completo.

También la democracia liberal invoca esas utopías, pero en la práctica opera al margen de ellas, dejándolas en retórica justificativa. La propia diversidad de los partidos y de sus masas de seguidores ya desmiente la igualdad. La libertad viene condicionada por la cultura, y su ejercicio restringido de diversos modos por el poder, aun si el ámbito de las libertades consentidas a los individuos y grupos varía notablemente de unos sistemas democráticos a otros. Asimismo,, el partido ganador en unas elecciones no representa al “pueblo”, aunque retóricamente se afirme lo contrario, pues los partidos perdedores, que pueden reunir una mayoría, quedan total o parcialmente fuera del gobierno, y ponerse de acuerdo para repartirse el poder genera la máxima corrupción. Y la abstención abarca siempre a un sector popular  que por razones varias se desentiende del voto y supera a menudo al partido más votado; a veces al conjunto de ellos. En España, las mayorías absolutas logradas por el PP o el PSOE en varias ocasiones han sumado solo en torno a un tercio del cuerpo electoral.  En la república pasó algo similar (en rigor solo hubo unas elecciones normales, las de 1933, aun con fuertes violencias izquierdistas).

La democracia liberal causa el desgarramiento de la sociedad si los intereses de partido se vuelven prioritarios, socavando las normas y leyes. Hecho palmario en la república cuando las izquierdas reaccionaron a su derrota electoral de 1933 con conatos de golpe de estado y una insurrección armada; y de nuevo al imponerse  (fraudulentamente) del Frente Popular con un programa de cambios diseñados para cortar definitivamente  el acceso de las derechas al gobierno.  Y como vemos a diario,  el discurso de los partidos de izquierda y separatistas en la actualidad ha vuelto a recurrir a antiguos radicalismos, a reivindicar el Frente popular y tratar de crear condiciones para retener el poder indefinidamente, mientras han proliferado las vulneraciones grandes y pequeñas de la Constitución, también por parte de la derecha. Sin contar el condicionamiento, inconfesado pero muy real, del crimen etarra admitido de hecho como forma de hacer política.  Está muy extendida en muchos países la presunción no escrita de que ganar las elecciones –y por tanto representar “democráticamente” al pueblo– autoriza a modificar las reglas y equilibrios en beneficio del ganador, y generalmente a corromperse. Lo hemos visto en la introducción de leyes totalitarias, entre otras cosas. 

   Ningún mecanismo legal, por elaborado que sea, logra impedir que los partidos desarrollen manejos mafiosos, también en países de democracia asentada, como Usa; o que tiendan a disgregar la sociedad. Pese a  ello, el funcionamiento razonablemente bueno de la democracia  liberal en diversas naciones no se imponen o predominan necesariamente. Y ello solo puede deberse a un factor de orden no directamente político: a la presencia de unos valores morales por encima de las pasiones partidistas. El más evidente de esos valores es el patriotismo, que sitúa el interés nacional por encima del de partido. La célebre frase de Samuel Johnson sobre el patriotismo como último refugio de los canallas es ingeniosa, pero falsa. Las canalladas se han justificado siempre con cualquier otro valor moral, y la frase de Madame Rolland ante la guillotina, “Libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre”, deja en su punto la ardua cuestión.

Si contemplamos la evolución de la república y la del actual régimen español, percibimos una caída del espíritu patriótico, denigrado con frecuencia, así como de la religiosidad católica, sustituida por ideologías variopintas y opuestas, de componente también religioso a su modo. La pérdida de valores unitarios exalta los intereses de partido y por tanto los impulsos disolventes. A mi juicio, ahí yace la causa de la mayoría de los problemas de la democracia en España.

********************Nueva historia de España: de la II guerra púnica al siglo XXI (Bolsillo (la Esfera))

El fruto del bien y el mal

Usted viene sosteniendo que el mito del pecado original significa la creación del hombre como ser moral en contraste con la vida instintiva del animal. Todos entendemos la vida humana como superior a la animal, y sin embargo en la Biblia la entrada en el mundo moral aparece como una caída y no como una superación.

Creo que se presenta como una caída porque es el abandono de la inocencia animal, y porque la entrada en el terreno del bien y el mal es la entrada en un mundo lleno de incertidumbre y tormento psíquico. El mundo de la culpa, de la relación conflictiva con los demás, de una consciencia sometida al principio del bien y el mal, que sin embargo resulta incomprensible en su fundamento, “un océano siempre cambiante”.

Pero en la Biblia aparece como consecuencia de una desobediencia a Dios. ¿Cómo puede el hombre desobedecer a Dios? Si Adán y Eva pecaron, ¿acaso podían hacerlo contra la voluntad del Omnipotente?

Un problema eterno. Pecaron porque querían ser como Dios. Esto es lo que los griegos reconocían como la hibris, la desmesura, la vanidad (lo vano, inconsistente), origen de los males que el hombre se inflige a sí mismo.

En otras palabras, ¿Dios creó al hombre y el hombre se le fue de las manos?

Podemos verlo así o de otro modo: lo creó con capacidad para el mal. ¿Por qué? El mito no pretende explicarlo, solo exponer la verdadera condición humana. Su libertad para elegir el mal, al mismo tiempo que nunca puede estar seguro de discernirlo plenamente del bien, por muchas razones, entre ellas su limitación para prever o calcular las consecuencias de sus actos. Ahí cuenta también el elemento de la serpiente…

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Por Que El Frente Popular Perdio La Guerra CivilU

La tragedia de Azaña

De las semblanzas que traes en el libro sobre el Frente Popular, me parece que el más logrado es la de Azaña…

Casi todos los lectores coinciden en lo mismo, porque es la figura más interesante de la república y del Frente aquel. Bueno, en cuanto a Frente, más interesante llegó a ser Negrín.  El examen que hago es el político, ya que en la historia su papel, si es que hay papeles en la historia, fue el político. Era, desde luego, el más inteligente y ambicioso de los republicanos, y en él funciona el mecanismo de la tragedia clásica.

Muy a menudo se le ha achacado una soberbia radical, y un desprecio hacia sus colaboradores que le impedía ejercer un verdadero liderazgo.

Su desprecio era justificado. Cuando decía “rodeado de imbéciles, gobierne usted si puede”, expresaba una verdad. La república fue obra de políticos auténticamente necios y de intelectuales frívolos. Azaña tenía mucho de intelectual, por eso impresionaba a sus torpes correligionarios y le temían las derechas. Como político era inteligente pero su frivolidad intelectual, su hibris, lo destruyó.

Todo lo que has escrito sobre él en ese libro y en otros no lo atestigua como un político muy inteligente. En realidad todo le salió mal.

Veamos, él tenía una idea bastante clara de lo que debía ser la república en el plano político, y no era del todo desacertada. Su reforma militar, el planteamiento de la agraria, de la autonómica y de la educativa, no estaba en principio mal orientado. El problema era doble: por un lado la majadería, sectarismo e ineptitud de los republicanos, y por otra la concepción de la empresa por Azaña como una desmesurada misión histórica. Llegaba a decir que con él se creaba España por primera vez, ya que compartía la visión de Ortega y otros sobre España como una “historia enferma” desde el fracaso de los Comuneros. Esto era completamente irreal, vano, pura hibris, autoengaño, como quieras llamarlo. Una tarea de Hércules. Y los intelectuales, fueran Azaña u Ortega, y menos aún los políticos, no tenían nada en común con el personaje mítico. Eran esencialmente personas bastante vulgares, preocupadas de buscarse un acomodo como funcionarios en regímenes a los que negaban el pan y la sal… Pasa mucho: al denigrar duramente algo, tendemos a creernos por encima, en este caso jueces de una historia que pensaban cambiar de raíz, nada menos. Besteiro lo observó también del Lenin español y demás dirigentes socialistas: gente muy mediocre, tan inferior intelectual y políticamente a los bolcheviques a quienes pretendían imitar…

¿En qué sentido hablas de  tragedia? En todo caso habría sido la tragedia de la guerra civil. 

En un sentido doble: el de las consecuencias  de sus proyectos, dividiendo a la sociedad hasta llegar a  la guerra civil, y  de las consecuencias personales para  Azaña: sus diarios muestran una alternancia de optimismo y jactancia excesivos con una lamentación continua e impresionante ante lo mal que salían una y otra vez sus planes. pese a lo cual no renunciaba a ellos, a su gran proyecto forjado poco antes de la república: “La inteligencia republicana, dirigiendo a los gruesos batallones populares” hacia una España radicalmente cambiada o recreada. Pero apenas había  más inteligencia republicana que la suya propia,  lastrada por la hibris;  y los batallones populares fueron precisamente  los que arruinaron sus esperanzas. Primero fueron los anarquistas desde Casas Viejas, y después los socialistas desde la Escuela de Verano de Torrelodones y luego en el Frente Popular. Era ese proyecto a medias desmesurado y frívolo, el que le encadenaba a persistir en él  a pesar  de todas las frustraciones, y del intenso dolor psíquico y moral que estas le producían.

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