Varela Ortega (X) La inmensa importancia de derrotar al maquis

**Francisco Núñez Roldán acaba de publiccar El terror rojo. Ideología y barbarie en la segunda república y la guerra civil española. Todo lo que se escriba y recuerde sobre estos episodios resulta muy importante, no solo por su valor aclaratorio, sino porque los farsantes de la “memoria” se identifican con aquellos criminales y sus jefes, a quienes visten de “demócratas que no pensaban como Franco”, y similares. 

**El 18 de septiembre a las 19,30 se presentará en el hotel Ilunion PíoXII de Madrid, el libro “Desmontando la agenda 2030, . Hablarán sus autores F. González abad y  José Ramón ferrandis, así como Fernando Paz y rocío de Meer.

**22 a 26 de noviembre,  en Medina del Campo: 2ºCongreso Internacional para la reunificación de la Hispanidad

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Varela Ortega (X)  La inmensa importancia de derrotar al maquis

La verdad es que hago la crítica a Varela Ortega no tanto por su ensayo como porque permite aclarar diversas cuestiones que él trata de modo harto peculiar.  En otro tiempo hice una serie de observaciones sobre la historiografía lisenkiana (marxista)  sin reparar en la anglómana,  que a mi entender no es mucho mejor, y que toma mucho de aquella, dándole un matiz algo diferente. La lisenkiana pinta un cuadro negrísimo del franquismo y de rechazo de los anglosajones por no haberse metido en la guerra civil, como quería Stalin, y por haber “salvado” a Franco en la guerra fría.  La anglómana  pinta un cuadro solo un poco menos negro del Caudillo pero muy benévolo con los anglosajones, que al parecer lo manejaban a su conveniencia, aceptándolo como dique anticomunista para transformarlo liberalizándolo desde  dentro y a quienes deberíamos, en definitiva, lo poco bueno que tenemos o hemos hecho.

He expuesto muchas veces cómo la derrota del maquis fue una victoria transcendental del franquismo, ya que, combinado con los chantajes aliados, la penuria de los tiempos y la propia represión, habría podido reanudar la guerra civil  o provocar una resistencia capaz de ser utilizada como pretexto para una invasión. De hecho así se planteó, según L. M. Ansón para traer en volandas a Don Juan. Hay que decir que el planteamiento del maquis fue objetivamente muy acertado: el régimen español era considerado casi universalmente como un fascismo más, como el de los derrotados Hitler y Mussolini, y no debía sobrevivirles; la población soportaba graves escaseces que solo podían provocar  un fuerte descontento;  y la misma represión, que en otras circunstancias habría podido imponerse, se convertía en un factor de rebeldía ante la esperanza de “liberación” que suponía la presencia de los ejércitos vencedores de Alemania al norte de los Pirineos (como las divisiones nazis unos años antes) y en la frontera del protectorado marroquí. Los guerrilleros tenían además la experiencia de la resistencia francesa y la más lejana de los partisanos soviéticos.

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  Naturalmente, Varela Ortega no presta la menor atención a estos datos significativos. Como el maquis fue derrotado da por supuesto que tampoco supuso un gran peligro, al modo como considera “irrelevante” la División Azul.  Y sin embargo el franquismo,  en condiciones de aislamiento y hostilidad exteriores, derrotó al  maquis, una guerra de guerrillas en la que los comunistas han demostrado gran destreza (en Yugoslavia trajeron de cabeza a los alemanes, en Grecia obligaron a intervenir al ejército inglés, que fracasó, y hubo de recurrir a su vez al useño para dominarla finalmente, por poner dos casos). ¿Por qué aquí no triunfó, a pesar de tantas ventajas objetivas?

Para entenderlo Varela recurre a historiadores tan sui generis como D. Arasa: la población estaba “rendida y deprimida”; “masacrada por la represión de posguerra” (C. Mir) “patología del miedo, del hambre” (E. González Duro); “la energía de la gente se concentraba en la agotadora aventura de la supervivencia individual” (J. Casanova y cols); la guerrilla “no supuso amenaza  alguna para el dispositivo de seguridad franquista” (T. Cossías) Cada uno de estos supuestos argumentos era considerado por los estrategas del maquis como una razón precisamente para que este tuviera éxito.  Podrían valer al modo de Varela y los demás con un régimen franquista triunfal y apoyado desde el exterior, pero ocurría exactamente lo contrario. Si la gente estaba tan hambrienta y oprimida, seguir al maquis para derrocar al franquismo le habría proporcionado supuestamente libertad, planes Marshall y mejoras en todos los terrenos. Lo que quieren decir esos argumentos es que la gente era muy estúpida para no ver lo que, según ellos, les habría convenido. Ni se les ocurre el argumento de que aquella gente había vivido el Frente Popular y los partidos correspondientes,  y no tenía el menor deseo de volver a tales liberadores. Y de que mantenía el suficiente patriotismo para desafiar las presiones y abusos de potencias extranjeras.

El franquismo se aplicó a fondo, desde luego, para dominar la guerrilla comunista, cosa que le costó entre tres y cinco años en las difíciles  condiciones dichas. No se dejó intimidar para ello por el aislamiento, por actos provocadores como el cierre de la frontera francesa o por las campañas de opinión hostiles y permanentes en la prensa exterior; aplicó métodos eficaces como las contrapartidas y un acoso sin tregua,  y consiguió impedir que los guerrilleros arraigasen en región alguna,  salvo provisional y localmente. Su gran ventaja fue la ya señalada: la experiencia del Frente Popular y la república, que casi nadie quería repetir, y el patriotismo, dato este desdeñado siempre en la historiografía de izquierda y la anglómana. Pero recuérdese que en la república llegó a considerarse el patriotismo como retórica de cuatro reaccionarios y fue una especie de susto para el Frente Popular comprobar cómo los sentimientos patrióticos populares alimentaban al bando nacional. Los comunistas, los primeros en percatarse, se convirtieron entonces en los más patrioteros de todos.  Lo he comentado en Por qué el Frente Popular perdió la guerra.

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La derrota del maquis fue una nueva y gran victoria del franquismo, que evitó a España males mayores. Pero para Varela y los de su tendencia, fue más bien una derrota de la libertad, como había pasado en 1939. Se ve que los españoles, o eran tan estúpidos como ellos suponen, o  ya tenían suficiente experiencia de tales libertades y libertadores.

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