Varela Ortega (y XI) El mito del aislamiento useño

Varela Ortega  pertenece a una corriente liberal anglómana, principalmente del PP, cuya idea histórica, y por tanto política, gira en torno a una mitificación un tanto beata de Usa e  Inglaterra. Ignorando que, al revés del resto de Europa occidental, España está libre de la inmensa deuda histórica (moral, política y económica) con el ejército useño ni, indirectamente, con el soviético. Esta peculiar ignorancia es precisamente la causa de su enconada aversión al franquismo, en competencia con el de los autores y políticos prosoviéticos: 

La Segunda Guerra Mundial: Y el fin de la Era Europea (HISTORIA)

¿Existió alguna vez un aislacionismo useño?

Dice Varela: “Uno de los lugares comunes más populares de la posguerra es que Estados unidos  es una sociedad con una tendencia endémica al intervencionismo en el exterior. Se trata de una idea muy extendida en Europa, particularmente en Francia y España (…) De hecho, la realidad es aproximadamente la contraria (…) Desde los Founding Fathers son legión los publicistas americanos que  dan las gracias por los dos océanos que preservan  al subcontinente afortunado  de las endémicas querellas europeas (…) Los Estados Unidos debían limitarse a ser un ejemplo de libertad, convivencia y prosperidad , evitando la tentación de andar por el mundo enderezando entuertos  (…) El aislacionismo es, pues, la tendencia recurrente de la opinión y la política norteamericanas”… Aunque, en definitiva, Usa habría roto el aislacionismo para liberar a Europa (a parte de ella) de la tiranía en la I y II guerras mundiales, y luego protegerla durante la guerra fría. Esto, en líneas generales, puede considerarse aproximadamente cierto en relación con Europa occidental, y más en la II que en la I de esas guerras. Pero de ninguna manera en relación con el resto de América y el Pacífico,  zonas que por razones históricas y culturales nos interesan especialmente a los españoles.

En este blog, el 17 de mayo de 2015, recordaba: Cuando las trece colonias americanas se independizaron de Inglaterra en 1781 mediante una guerra que en parte fue también civil, se extendían sobre algo menos de 700.000 km2. Hoy,  doscientos treinta y cinco años después, Usa ocupa 9,7 millones de km2, casi catorce veces más y  como toda Europa, Rusia incluida. Una expansión enorme, la mayor parte de la cual se realizó en muy poco tiempo, a lo largo de la  primera mitad del siglo XIX: Luisiana en 1803, Florida en 1818, Texas en 1836 (completada en 1845), y más de la mitad de Méjico en 1847.

   La mayor parte de estos vastos territorios, que extendieron a Usa del Atlántico al Pacífico, estaban poco poblados por lo que, en general, resultaron una presa fácil. Luisiana fue vendida por Napoleón a cambio de unos millones de dólares, aunque una parte de aquella extensa zona de límites imprecisos pertenecía a España. Florida fue  invadida aprovechando que España se hallaba inmersa en las guerras de independencia de sus colonias, y después  fue “comprada”  por 5 millones de dólares, que no fueron pagados, sino valorados como contraparte de las reclamaciones que los useños presentaban a España. En aquellos territorios, la mayoría de la población era india,  la cual fue acosada, a menudo exterminada incluso por medios bacteriológicos, y reducida a reservas después de tratados sistemáticamente incumplidos. Texas fue invadida “pacíficamente”  por colonos que primero declararon la independencia contra Méjico y luego la unión a Usa. La ocupación de los actuales estados de California, Arizona, Utah, Nevada, Nuevo Méjico, gran parte de Colorado y de otros,  requirió una guerra  iniciada con diversos pretextos.  Las víctimas de esta expansión fueron en primer lugar los indios. Es imposible saber cuántos serían masacrados, pero suponiendo una población de un solo habitante por kilómetro cuadrado, prácticamente de desierto, pudieron ser seis millones o más. España y Méjico resultaron los grandes perdedores.

  Esta expansión fue realizada bajo la idea de un mesiánico “destino manifiesto”. El presidente John Quincy Adams afirmó a principios del siglo XIX que “la Divina Providencia había destinado todo el continente del norte de América  a ser poblado por una nación con un idioma y un sistema general de principios religiosos y políticos y habituado a unos usos y costumbres sociales”. Aquel plan divino otorgaba a Usa “el derecho a poseer todo el continente para aplicar nuestro gran designio de libertad”. La idea de apoderarse de todo Méjico fue rechazada porque se aspiraba a “una nación de la libre raza blanca”, y en cambio  “más de la mitad de los mejicanos son indios y el resto se compone sobre todo de razas mezcladas”.  En 1861 se produjo una guerra civil muy sangrienta en Usa, y hacia finales de siglo, el “destino manifiesto” se orientó hacia Cuba, Puerto Rico y el Caribe, y con el mismo impulso a las Filipinas y otras islas españolas en el Pacífico.

  Las agresiones useñas se realizaban en general mediante campañas de desprestigio y acusaciones falsas a las víctimas. Caso paradigmático fue la “espléndida guerrita” que le  dio el dominio indirecto de Cuba y directo de Puerto Rico y Filipinas y de otras islas que había pertenecido a España,  seguida de otra contra los resistentes filipinos, aplicada con extremada crueldad y actos de verdadero genocidio; y de acciones de intimidación y beligerancia en lugares tan alejados  de Usa como China o Japón. Usa es en muchos aspectos admirable, pero hay que saber guardar las proporciones y las  distancias

Los Mitos Del Franquismo (Historia)

Así pues, encontramos  una política nada aislacionista y sí mesiánica e imperialista con respecto a la América hispana y el área del Pacífico, donde se apoderaron también de posesiones hispanas. Es llamativo que la independencia del Imperio español fuera realizada por los criollos  en medio de un antihispanismo frenético invocando el ejemplo de Usa y de la revolución francesa; pero fue allí también donde el conocimiento directo de cierto rasgos de la “Divina Providencia” y de la “aislacionista” libertad useña terminaron generando un antiyankismo casi tan fanático como el antihispanismo.  Antiyankismo y antihispanismo, eran también expresiones de la corrupción, la impotencia y la nulidad política de los nuevos estados, que de hispanoamericanos iban evolucionando a “latinoamericanos”. Probablemente ningún país ha realizado en los dos siglos últimos más intervenciones militares exteriores que Usa, aun descontando las guerras mundiales y la guerra fría.

Por tanto, quizá los países de Europa occidental demuestran una especial ingratitud al motejar de imperialista y agresiva a Usa, pero en cuanto a España e Hispanoamérica se trata de una evidencia histórica.  Esto, naturalmente, no cuenta nada para la servil historiografía anglómana con su peculiar estilo entre frívolo y pedante. En realidad les agrada ese imperialismo  porque, desde su punto de vista, España e Hispanoamérica no tienen casi nada positivo que ofrecer, y les conviene asimilarse a sus “superiores” si quieren progresar. Todo su análisis acerca de Franco y el franquismo parten de esta idea central  expuesta poco veladamente bajo el membrete de una “democracia”  que últimamente viene sirviendo para crear caos y guerras civiles en diversos países.

Por lo que respecta a la II Guerra Mundial, también la versión de Varela es básicamente un resumen revuelto acríticamente  en  la historiografía anglosajona, un tanto lastrada por la propaganda.

Esta entrada se ha creado en presente y pasado. Guarda el enlace permanente.

Comments are closed.