Extrema actualidad de la República
Recuerdo, de los años 60, el desprecio que solíamos tener los comunistas por “las momias republicanas”, clásicos sujetos parasitarios que esperan que otros les saquen las castañas del fuego para comérselas ellos. De hecho, los comunistas habían hostigado desde el principio a la república, y luego participado en la insurrección socialista-separatista del 34. Sin embargo, por oportunismo propagandístico, al mismo tiempo que despreciaban a los republicanos, en los años 60-70 pintaban a la república con los más bellos colores: un régimen de “profesores”, democracia y libertad, de progreso del “pueblo trabajador”, de florecimiento cultural… criticando si acaso la “ingenuidad” de aquellos “profesores” que no habían sabido calibrar a tiempo la amenaza de las clases privilegiadas y sus servidores militares y religiosos, los cuales aprovecharon dicha ingenuidad para aplastar aquella experiencia maravillosa.
Esa visión de la república, bosquejada en las “historias” de Tuñón de Lara, es la que ha cundido masivamente después de la transición, auspiciada por una buena sarta de “memoriadores” universitarios, por ensayistas como J. C. Mainer, por las camarillas más o menos culturales de El País, y un largo etcétera. En ese enfoque se encuentra la base orientadora de la política actual, desde la ETA al mismo PP, pasando por separatistas y socialistas: el franquismo habría sido el verdugo de una experiencia de libertad y progreso… Es preciso, por tanto, tomarla por modelo y destruir cuanto recuerde al franquismo, programa iniciado ya al comienzo de la transición por los “rupturistas”, pronto fracasado pero retomado enseguida en el plano ideológico y cultural, hasta llegar a la presente y muy peligrosa crisis política.
Contradiciendo tales versiones, el propio Azaña definió la política republicana como “incompetente, tabernaria, de amigachos, de codicia y botín sin ninguna idea alta”; panorama que volvemos a sufrir hoy. Por eso, ante el 90 aniversario de aquel régimen, me ha parecido indispensable emprender una reconquista de la historia frente a la memoria. Porque entender lo que fue realmente la república ayuda a entender las políticas actuales y adónde pueden llevarnos si no las frenamos a tiempo. Pues no se puede diseñar una política seria sin un respaldo intelectual sólido, que incluye necesariamente la clarificación de la historia.
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El caso Suárez
La Transición fue posible por la buena fortuna de que izquierdas y separatistas llegaran a ella débiles, a pesar de la ayuda que les dio gran parte de la Iglesia durante años. Torcuato Fernández Miranda, diseñador de la transición desde la legitimidad franquista, señaló la necesidad de que aquellas “se supieran débiles”. Suárez, al contrario, procedió a fortalecerlas cuanto pudo. Y lo consiguió, siendo su consecuencia inmediata el 23-f. Esa línea no se ha detenido, sino empeorado desde Aznar, formando con Zapatero un nuevo frente popular de hecho…
Adolfo Suárez tenía una simpatía natural que atraía inmediatamente, a quienes se le eproximaban, especialmente a las mujeres que, por otra parte, no le interesaban más que como posible apoyo político; tampoco le atraían el dinero ni los oropeles del poder, pero, en cambio, era lo que se llama un “animal político”, pues su único interés, profundo, constante e ilimitado era una ambición política a la que dedicaba todos sus esfuerzos. A veces confesaba que prefería morirse antes que abandonar la política. Contaba con una viveza natural y un gran olfato para determinar dónde y cómo podía agradar a sus interlocutores, a lo que unía una gran astucia; no era muy inteligente ni persona cultivada
Era un ejemplo poco corriente de persona ambiciosa de poder pero, a la vez, no era consciente de su limitadísima, por no decir inexistente, preparación para acompañar su ambición. No conocía nada de nuestra historia, de nuestras vicisitudes políticas antes de 1936, ni de las cuestiones que iban más allá del entonces limitado espacio de la política española del momento, por no hablar de otras ciencias necesarias para un gobernante como teoría del Estado, sistemas políticos, derecho político, estrategia, sociología, geografía e historia, y tantas otras sobre las que su ignorancia era total (…) Contestaba que los libros para nada servían, pues él todo lo que sabía lo había aprendido en la vida (…)
”En un determinado momento me dijo: “Mira, Armando, no te equivoques, yo no deseo nada de segundón. Yo quiero ser Ministro; donde sea, con quien sea, para lo que sea. Todo lo demás no me interesa”. (…) Al hablar así, corroboraba la impresión que ambos comensales teníamos de él. Una pura ambición sin ningún límite y, lo que era peor, dispuesta a franquearlos todos”. (General Armando Marchante)
Como decía Fraga, “Suárez cree que todo es negociable”. Muy pronto llego en su vileza a afirmar que con él España “está saliendo gradualmente, pero con absoluta firmeza, de la larga y triste vicisitud de la Dictadura”. Lo mismo vinieron a decir y siguen diciendo una multitud de políticos de derecha que hicieron su carrera en complicidad con aquel “régimen criminal”. Lo expresó mejor que nadie aquel catedrático citado por Florentino Portero: “La derecha carece de formación ideológica e histórica, y por ello está condenada a alimentarse de los desechos intelectuales de la izquierda”. Y hoy tenemos al frente del estado a dos osados delincuentes, herederos de Suárez.
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Crónica: Franquismo y democracia
**Dicen algunos que la crisis actual se resolvería si el sector honrado del PSOE se escindiera y provocara nuevas elecciones. Quizá, salvo que ese sector honrado no existe, al menos de modo significativo, en el PSOE. Ni en el PP.
**”Pero vamos a ver, idiotas, ¿qué tenéis contra Bildu? Son socialistas como nosotros. Son antifranquistas como nosotros. Son progresistas como nosotros. Son feministas, LGTBI, abortistas… ¡Son nuestros hermanos, ¿es que no lo veis?! Sí, quieren destruir España, pero ¿es eso tan grave? Además, ¿qué nos importa? Lo que cuenta es el progreso. Nuestro progreso”
**”Cerremos filas, compañeros. Este Abascal nos toma por idiotas, quiere que le sigamos la corriente mientras nos quita votos, nos quita el pan de la boca, ¡el pan de nuestros hijos! Y le llama a eso democracia y patriotismo, menudo cabrón. ¡Todos contra él, unidos todos los auténticos demócratas, el gobierno y la oposición auténtica, es decir, nosotros! ¡Con el pan no se juega, es nuestro pan…!”.
**El problema histórico y político no es si el franquismo fue una dictadura o no. Es si la democracia pudo venir del franquismo o del antifranquismo. Y percibimos cómo el antifranquismo es el cáncer de la democracia y de su base histórica y posible, la unidad nacional.
**Un programa del nuevo frente popular es acabar con la monarquía, herencia del franquismo. Ya lo dice todo el hecho de que para ello necesiten acabar con la democracia.

Los gloriosos años 40. Franco, ante el abismo de Hendaya: https://www.youtube.com/watch?v=Q0i6kaSwA48





