La ley de memoria histórica es un ataque a las libertades de todos y debe ser resistida por cuantos estimen la democracia y la verdad. Una hora con la Historia es una manifestación de la resistencia necesaria, y depende exclusivamente de sus oyentes. Estamos en campaña para conseguir que el mayor número de ellos difunda y comente el programa en las redes sociales, y que unas 300 personas contribuyan con 10 euros al mes. Sea usted uno de los resistentes. La cuenta es: BBVA “tiempo de ideas”, ES09 0182 1364 3302 0154 3346
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Pancho y un Madrid que ya no es español
Paso al lado de la catedral de la Almudena. Ante la explanada, un enorme cartel cubre parte de la fachada: “Peace with no frontiers” (o “borders”, no recuerdo bien). No hay que esforzarse mucho para entender todo su significado, político y cultural. La cosa viene de Pancho el papa hispanófobo, y tiene el doble sentido de imponer públicamente el inglés, como la lengua importante de comunicación y cultura, y de atacar las culturas nacionales. Según Pancho de la Pampa, las naciones y soberanías son la causa de las guerras. Los católicos españoles deberían recordarle que el papa no tiene el menor derecho a inmiscuirse en las políticas migratorias y la soberanía de las naciones. En cambio, en cuestiones morales como el aborto, Pancho prefiere dejar el asunto en sordina, mientras elogia desmesuradamente a la ultraabortista Emma Bonino, critica a las que “paren como conejas” y da otras lecciones semejantes. Y no dice nada de las políticas de género que atacan a la familia, ni sobre una ley de “memoria histórica” hecha por quienes se identifican con los exterminadores de la Iglesia en la guerra civil. Los católicos, desde un punto de vista moral y no político, deberían mandar un alud de protestas al Vaticano y a los obispos señalando estas cosas. Y que España tiene su propio idioma y no es todavía la colonia cultural en que quieren convertirla los políticos, los obispos y Pancho, tan partidario de la Leyenda Negra y contrario a la herencia hispana en América.
Por la calle, miles de anuncios oficiales, del Ayuntamiento, de un “GayDay”. Está bien que esas aberraciones se pongan en inglés y no en español, pero no ocupando el espacio público y obligándonos a pagarlo a todos los ciudadanos. Es necesario protestar contra esa degradación sexual y antidemocrática. El homosexismo no puede dictar a la sociedad su moral y su política.
Por lo demás, basta pasear por Madrid para constatar la invasión del inglés en publicidad, nombres de establecimientos, indicaciones, etc. Ya no es realmente una ciudad española, sino una parodia de capital inglesa, cuyo idioma va desplazando como “lengua superior” al español. Y montones de despistados protestando por los abusos lingüísticos en Cataluña, Galicia, Vascongadas, etc., y olvidando el mayor peligro. Parece haber una conjura de los partidos (PP, PSOE, C´s y separatistas) para atacar el español desde todos los ángulos y convertir su cultura en un remedo de la anglosajona. ¿Despertaremos alguna vez?
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En Nueva historia de España usted da una importancia que casi nadie ha dado a la herencia visigoda en España, aparte de las viejas historias en que obligaban a aprender la lista de los reyes godos.
–Es salir de un disparate para caer en otro. Si ud ve resúmenes como los de Pierre Vilar o Vicens Vives, que pasan por ser grandes historiadores, comprueba que la etapa visigoda es para ellos una insignificancia, y hasta negativa. Américo Castro y tantos otros afirman que los godos ni eran españoles ni tuvieron nada importante que ver con España. Ortega suelta unas “ocurrencias” que he analizado en el libro. La historia tradicional de la lista de reyes godos es igualmente absurda. Hasta Leovigildo, los godos eran efectivamente una casta ajena al país, aunque posiblemente ya hablaban latín. Un pueblo que había peregrinado por media Europa y podía seguir haciéndolo hacia África. Con Leovigildo y su hijo Recaredo el panorama cambia radicalmente. La Hispania romanizada se dota de un verdadero estado, se convierte en nación, y la población romana comparte el poder a través de los concilios, una institución sin ejemplo en el resto de Europa y que puede considerarse un preceedente lejano de las Cortes o Parlamentos. Y este hecho decisivo, la conversión de una comunidad cultural latina en nación, es el que permite la Reconquista, una empresa que no se dio en ningún otro país conquistado por el islam. Y al permitir la Reconquista, que siempre invoca precisamente el reino hispanogodo, permite la existencia de España. Nada menos. Esto rara vez se ha dicho con claridad, incluso por los que dan cierta relevancia a la España goda. Y es un punto clave para entender la historia. Sin el reino de Toledo no habría habido España, simplemente.
Sin embargo siempre hay un argumento muy fuerte en contra de su tesis: la facilidad con que cayó el reino a la llegada de los musulmanes. Esto suele interpretarse como prueba de un divorcio íntimo, moral, político y hasta racial, entre la minoría goda y la población hispanorromana. El estado gótico sería una superestructura impuesta por la fuerza, minada por sus contradicciones e inepcias y sin base popular real; la población deseaba ser liberada por los islámicos.
–Que un estado caiga con gran facilidad no es un hecho raro en la historia, y no demuestra que ese estado estuviera predestinado a caer por falta de consistencia interna. Hay de todo. Los árabes fueron capaces de aniquilar imperios mucho más vastos y fuertes que España. Siempre pongo el ejemplo de la Francia conquistada por los alemanes en tres semanas, tan recientemente. No creo que los franceses desearan ser “liberados” por los alemanes, pese a lo cual, una vez consumado el hecho, los ocupantes recibieron una colaboración muy extendida, y la resistencia solo cobró algo de forma cuando los alemanes iban llevando las de perder. No; como he expuesto con numerosos datos, el estado hispanogótico no iba a peor, sino a mejor, a una estabilidad e integración creciente, el mejor organizado de la Europa occidental de su tiempo y el más culto después si acaso de Italia, que carecía de estado propio. Según la tradición, el reino cayó por divisiones del poder y la traición consiguiente, y así fue, con toda probabilidad. Caído el reino, parte de los sometidos prefirieron adaptarse al nuevo poder y cooperar con él, pero en otra parte dejó una memoria intensa e inspiradora, que permitió una resistencia casi inmediata y su expansión hasta la derrota total de Al Ándalus.
Usted ha mencionado la escasez de documentos como un hecho que permite jugar con teorías sobre la época visigótica y su caída. ¿Pero acaso su versión no se apoya también en esa escasez para sentar las tesis contrarias?
Obviamente, aquí entramos en el terreno de las probabilidades. Muchos han querido ver en la invocación del reino perdido por los monarcas asturianos, un siglo después de Covadonga, una invención arbitraria y artificiosa. Eso es aprovechar la falta de documentos para especular, como siempre contra la idea de España. Pero si hubiera sido así, la invocación apenas habría tenido efecto. Si los asturianos habían tenido ya éxitos notables en la lucha contra los invasores al margen –y según algunos contra—el reino de Toledo, ¿por qué tendrían que querer legitimarse inventando a deshora una relación con él, que probablemente habría desaparecido ya de memoria de todo el mundo? ¿Qué poder movilizador tendría? En relación con aquel tiempo y el último del reino hispanogodo, hay pocos documentos, seguramente muchos fueron destruidos por la invasión y eso anima las especulaciones gratuitas. El propio Julián Marías comentaba la pobreza de la imagen que tenemos de entonces, pues todo parece reducirse a leyes y actas de los concilios, lo que deja en sombras la vida real. Pero hay más cosas –aparte de las consecuencias conocidas–, y me agradó particularmente el comentario de un profesor: “Usted ha hecho revivir aquellos tiempos”. Revivirlos solo un poco más de lo habitual, claro, un poco más que las historias acartonadas más habituales.
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En “Una hora con la Historia”: Cuando Franco murió, su régimen ya se iba descomponiendo en sus cuatro “familias” e incluso dentro de cada una de ellas. Ya examinamos la causa. Podríamos decir que el Vaticano II lo vació ideológicamente, y también que el régimen ya no estaba en condiciones de renovarse. https://www.youtube.com/watch?v=qyAbrra2F3k
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Recuerdos y mentiras