Usted sostiene que la identificación de España con el catolicismo como viene sosteniendo gran parte del pensamiento conservador desde Menéndez Pelayo es falsa
–Es falsa desde el punto de vista conceptual e histórico. España es una realidad cultural y política particular, y el catolicismo, aunque influyente en la política y la cultura, en general, es universalista. Su sede central está fuera de España, tradicionalmente se sintió siempre intelectual y afectivamente más próxima a Francia que a España. El catolicismo español, desde Trento, o si se quiere un siglo más tarde, dejó de influir en la marcha del catolicismo en general, y no pesó prácticamente nada en el reciente Vaticano II, de tan fuerte repercusión sobre España. Históricamente, ningún país ha hecho más que España por la expansión y defensa del catolicismo en los siglos XVI y XVII, pero la Iglesia, debido precisamente a su carácter universalista, nunca adoptó una posición precisa sobre la unidad de España, ya desde Hermenegildo. Durante la Reconquista la apoyó en unos casos y no en otros, y si saltamos al siglo XX, los separatismos han sido y son en gran parte católicos, y apoyados ahora mismo por el Vaticano. Creo haberlo explicado más o menos en Nueva historia de España y en la introducción a Europa, y en diversos artículos. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Esto nunca lo han entendido los integristas, con sus mantras y profesiones de fe ajenos a la realidad histórica
Pero mucha gente, incluso seguidores suyos, afirman resueltamente esa especie de unidad consustancial entre España y el catolicismo.
–A veces me pregunto qué entenderán esas personas por catolicismo y qué por España. Culturalmente, España se formó con Roma antes del cristianismo, aunque indudablemente este ha influido muchísimo en la historia posterior. En principio, España podría disgregarse y la Iglesia se supone que seguiría. También es posible que España se descristianice, de hecho está ocurriendo, y sin embargo siga adelante. Creo que hay pocos que hayan combatido intelectualmente tanto como yo por la continuidad de la nación española, incluso en defensa de la Iglesia, más que muchos eclesiasticos, y sin embargo no soy creyente. Y veo a muchísimos católicos indiferentes a lo que pueda salir de la actual situación para España, recuerdo discutir con un alto cargo del Opus a quien no parecía preocuparle la perspectiva de la disgregación, porque claro, la Iglesia seguiría adelante, y eso es lo que realmente importaba, y no podía reprochárselo desde el propio punto de vista católico. Y veo también a masas de españoles que, o no se consideran católicos o dicen serlo sin ninguna consecuencia práctica. Cualquier régimen español tiene que respetar y proteger a una religión tan ligada a la historia de España, pero eso y la supuesta unidad consustancial son cosas distintas. Yo escribí Nueva historia de España tanto contra la leyenda negra como contra esas versiones, que me parecen políticamente muy peligrosas para la propia unidad nacional; y distanciándome de casi todos los enfoques actuales de un tipo u otro.
Se oye decir que la Leyenda Negra es un falso problema, cosa del pasado, máxime desde que entramos en Europa.
–La Leyenda Negra es uno de los fenómenos más destructivos psicológica, moral y políticamente para España. Y sigue influyendo mucho en la mentalidad y las políticas de los países directivos de la Unión Europea. Una manifestación es también esa historieta de que “hemos entrado en Europa”, como si España hubiera estado fuera de ella o aislada. Ortega dijo aquella sandez de la “tibetanización de España”: era un reflejo de la leyenda.
Pero en general se acepta que la política deEspaña en Europa fracasó, y que el país quedó irremediablemente atrasado durante varios siglos, y eso no es leyenda.
–España no fracasó en los siglos XVI y XVII, y ahí está su gigantesca herencia cultural, sobre todo en América. Y la distribución religiosa de Europa occidental es obra fundamentalmente de España, así como su salvación del islam otomano. No es ningún fracaso haber explorado continentes y océanos por primera vez en la historia de la humanidad. O haber tenido a Cervantes y a Velázques, entre tantos otros menores pero excelsos. En fin, el problema de la leyenda no es que ataque a España, eso es legítimo. El problema es que es falsa de raíz, y precisamente por eso ejerce ese efecto esterilizador y deprimente. Y el segundo problema es que se trata de una falsedad asumida hoy por el sector dominante de la intelectualidad y de la política. Por eso España es hoy un país indigno y por eso en la Unión europea se nos trata, merecidamente, sin el menor respeto. Para empezar, un país que tiene invadido su territorio en un punto estratégico de máxima importancia, y cuyos gobiernos se declaran amigos y aliados de la potencia invasora, es imposible que sea tomado en serio. Esa actitud de los gobiernos procede también de la leyenda negra.
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Antifranquismo contra democracia. La pesadilla totalitaria: https://www.youtube.com/watch?v=5NmnO7rrSSM
En la próxima sesión expondremos una galería de antifranquistas ilustres.
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