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Espero que esta vez se cumpla el auge de VOX, aunque se perciben en él algunas fallas. Los lemas Regeneración democrática y Respeto a la historia tendrían más calado que los de orden constitucional y demás. Ortega ha estado bien al recordar el racismo del PNV, aunque tendría que haber recordado también su complicidad con la ETA. Claro que con la ETA han sido cómplices el PSOE y el PP de Rajoy.
Pero básicamente se trata de definir a los demás partidos como zapateriles y exponer lo que eso significa en política concreta: cubrir con el manto del antifranquismo los pasos hacia la disgregación de España y destrucción de la democracia. Un antifranquismo falso –pues no existe el franquismo desde hace más de 40 años y ninguno de esos antifranquistas de ahora luchó entonces contra él– y un democratismo tan falso como el de Corea del Norte o la Venezuela de Maduro. Es preciso enfrentarse y derrotar a ese bloque de partidos mafiosos, que agrupan a todos menos a VOX. O eso o integrarse como disidentes parciales en el bloque.
En los días que quedan hasta el domingo pueden cambiar bastantes cosas. VOX ha logrado romper el muro de silencio y falsedad en torno a él, y ahora todo depende de la claridad y contundencia de su mensaje. Es VOX contra todos, necesariamente, o entre todos lo fagocitarán.
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Análisis en el blog, 29 de abril pasado
Parece que fui el único en acertar los resultados de VOX: entre 20 y 90 diputados. La broma aparente ocultaba dos posibilidades: la putrefacción del régimen tripartito PP-PSOE-separatistas autorizaba la expectativa de un vuelco histórico; pero por otra parte el embrutecimiento de la sociedad tras cuarenta años de falsificación de la historia y la democracia podía impedir el necesario vuelco, y eso es lo que ha sucedido (ver el blog de hace dos días). Habría que añadir el tradicional carácter acojonadillo del votante de derecha, deseoso de que lo timen una y otra vez en función de la “utilidad”.
No voy a examinar las consecuencias para cada partido. Lo que va a ocurrir en adelante es lo que ya ha ocurrido, empeorado con toda probabilidad y con peligro creciente. Hay sin embargo varios aspectos positivos importantes. Ante el resultado mucho menos favorable de lo esperado, Abascal se ha mostrado como un verdadero líder: la lucha acaba de empezar; una minoría parlamentaria importante, si sabe obrar de forma inteligente y agresiva, puede cambiar el clima político y social; y VOX ha conseguido convertirse en el eje de la política al poner sobre la mesa la cuestión de España y, de forma más difusa, de la democracia. PP y C´s se asustaron al ver cierta reacción popular patriótica, y se han hecho a su vez los patriotas. Es de suponer que ahora, al ver el precario resultado de su “patriotismo” vuelvan do solían, lo que beneficia a VOX.

Hay otros dos punto de máximo calado, ausentes en la campaña electoral, en la inercia de estos cuarenta años: la significación del franquismo y la posición internacional de España. Sobre ambos aspectos VOX no ha elaborado nada. Desde este blog y en algunos libros, en particular Los mitos del franquismo, he proporcionado “munición” argumental al respecto, que hasta ahora nadie ha aprovechado. Por puro temor, no por otra cosa, ante el matonismo intelectual y político del antifranquismo, cáncer de la democracia.
Y hablando del franquismo, un gran eje político cuya importancia han entendido bien la izquierda y los separatistas: Franco ganó todas sus batalles militares y políticas, solo perdió la de la propaganda. Y la perdió por deficiencia intelectual e ideológica. Él fue quizá el militar y estadista más destacado del siglo XX no solo de España sino de Europa. Pero no era ni pretendía ser un intelectual y, como recuerda Fernández de la Mora, jugaba con unas pocas ideas, productivas pero sencillas. Esa deficiencia podría haber sido subsanada por un pensamiento político de fondo, pero este fue muy débil y permitió que el Vaticano II liquidase todo futuro al régimen e iniciase la corrupción de la democracia subsiguiente.
En los años 40 y 50 se produjo una polémica interesante, aunque no muy profunda, entre los partidarios de Ortega y los de Menéndez Pelayo. En política, Ortega solo dejó de disparatar cuando volvió a España después de la guerra civil. En cuanto a Menéndez Pelayo, su visión histórico-política es cuando menos insuficiente. Pero los dos fueron pensadores de gran categoría y está por hacer un ensayo de fondo comparando ambas figuras, tarea que sugiero a quien tenga tiempo e interés.
Quiero decir con esto que la lucha democrática es la acción por crear y ganar opinión pública, y que esta es una cuestión de propaganda. Ahora bien, sin una sólida base intelectual, la propaganda degenera rápidamente en demagogia. VOX haría bien en plantearse la formación de un taller de ideas y de lo que los comunistas llamábamos una “escuela de cuadros”, para dar perspectiva histórica e intelectual a los dirigentes de segunda fila. De otro modo, pueden atraer a sus filas a una plaga de listillos oportunistas y políticos baratos capaces de arruinar el proyecto.
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A un votante del PSOE
Dice usted que vota al PSOE porque defiende los intereses y derechos de los trabajadores, pero no acabo de creerlo. Si usted tiene memoria y una poco de cultura histórica, sabrá que cuando el PSOE tuvo poder, en la república, sus medidas aparentemente favorables a los obreros elevaron el desempleo, el hambre y la miseria mucho más que antes. Y que en el Frente Popular sus políticas trajeron la mayor hambre que haya sufrido España en el siglo XX, bastante peor que la de los años 40. Y que cuando el PSOE volvió al poder con Felipe González dejó un saldo de tres millones de parados mientras cultivaba la “cultura del pelotazo”. Y con Zapatero el paro llegó a los cinco millones. Sabe que Andalucía es la región con más paro (y corrupción, junto con Cataluña) y mayor estancamiento económico después de varios decenios de gobierno socialista. Cuando se mencionan estas cosas, el PSOE siempre sabe echar a otros las culpas, pero si presta usted más atención a los hechos que a las palabras tendrá que concluir que hay algo extraño en esa retórica de “defensa de los trabajadores”. Le creería más si dijera usted que votaba al PSOE por no votar a los señoritos cutres del PP. De acuerdo, pero es como elegir entre el tifus y el cólera.
Y empleo esa expresión “tifus o cólera” para subrayar la gravedad de la situación a que nos han llevado los dos partidos, con dos regiones vaciadas de estado central, en golpe de estado permanente y en riesgo grave de disgregación entre propagandas de odio a España. La tendencia, cultivada durante años, ha sido esa. Usted entiende seguramente que la nación es la base de una convivencia pacífica y libre entre españoles, mientras que de su disgregación, ya en proceso avanzado, saldrían unos cuantos estaditos impotentes y hostiles entre sí, juguetes de potencias exteriores. ¿Quién en su sano juicio puede desear tal cosa? Esto es mucho más importante que si los impuestos suben o bajan uno o dos puntos. Observe también que tanto el PSOE como el PP vienen entregando progresiva e ilegalmente la soberanía española a la burocracia LGTBI y multicultural de Bruselas. Políticas que se manifiestan, entre otras cosas, en la promoción masiva del aborto (cien mil al año) y al mismo tiempo de una inmigración salvaje, usando para ello pretextos tan sentimentalmente humanitarios como falsos. ¿A quién le conviene que se eliminen cien mil vidas de españoles y entren otros tantos o más inmigrantes que en su inmensa mayoría no van a integrarse en España, entre otras cosas porque la cultura difundida hoy en España es precisamente antiespañola?
Se habla mucho últimamente de la historia criminal del PSOE, y sospecho que usted vota a ese partido fundamentalmente porque no la conoce. Es criminal porque ha provocado repetidamente el enfrentamiento violento y armado entre españoles, porque destruyó la legalidad republicana en unas elecciones fraudulentas, entregó a Stalin las reservas financieras españolas convirtiendo al genocida soviético en verdadero amo del Frente Popular, porque organizó chekas y crímenes brutales durante la guerra y expolió bienes públicos y privados, a ricos y a pobres. Esto está ampliamente documentado, y lo he expuesto en varios libros y vuelvo a recordarlo en otro próximo a publicarse. Fíjese en que lo más grave fue aquella destrucción de la legalidad, porque el respeto a la ley democrática es lo que permite la convivencia entre los distintos intereses y aspiraciones que existen en la sociedad. En esa destrucción está la causa profunda de la guerra civil.
Bien, dirá usted, también los contrarios cometieron crímenes, y en todo caso es agua pasada. Pero no es agua tan pasada, porque el partido al que usted vota quiere imponer por ley que creamos una versión partidista de los hechos, a su conveniencia. Y esto es un nuevo ataque a la legalidad, a la actual Constitución y a la democracia, porque socava las libertades de opinión, expresión, investigación y cátedra. Es gravísimo y se quiere hacer pasar, empezando por el PP, por un asunto de poca relevancia. En una democracia, la historia no se impone por ley desde el poder, eso solo ocurre en tiranías como la de Corea del Norte o la actual de Venezuela. En ningún lugar se impondría por ley que Colón descubrió América o que Roma latinizó Hispania. ¿Por qué, entonces, se ha impuesto esa ley de memoria histórica? Porque su versión de la historia es completamente falsa y solo puede sostenerse mediante la coacción y las subvenciones del poder. Esto es un verdadero crimen que se está cometiendo ante nuestros ojos sin que muchos quieran verlo.
La historia criminal del partido al que usted vota, repito, no es cosa del pasado. Volvió al poder en 1982, con el lema de “cien años de honradez” – tan poco honrado con la verdad, e insisto en que es preciso a todos conocer la historia–, y declaró la muerte de Montesquieu, es decir, de la independencia judicial. Esta independencia es sin embargo un fundamento radicalmente necesario de la democracia, pues sin él la arbitrariedad y la tiranía se van imponiendo inexorablemente. Y acabamos de ver algunos efectos de esa muerte de Montesquieu en la sentencia del Supremo sobre los golpistas separatistas y en la sentencia sobre la profanación de la tumba de Franco, un acto arbitrario y tremendamente ofensivo para millones de españoles, un acto contra la paz y la democracia.
Democracia que de ningún modo se debe al PSOE, cuya tendencia se manifiesta precisamente en la ley citada y la ofensiva contra Montesquieu. Ni siquiera el PSOE puede jactarse, al revés que los comunistas, de haber hecho oposición al hombre de quien cuarenta y cuatro años después quiere vengarse de manera inauditamente ruin y cobarde. Ya es bastante significativo que el PSOE coincida con los separatistas, los comunistas “venezolanos” de Podemas, con el PP de los señoritos cutres, con la ETA legalizada, con los parlanchines de Ciudadanos, en ese odio feroz a Franco. Esa mera coincidencia dice mucho más que largos discursos.
Y yo le digo, votante del PSOE: votar sin conocimiento al menos general de la historia y sin otra información que la verborrea infame de los partidos mencionados, es contribuir a un proceso de destrucción de la democracia, de la convivencia en paz y en libertad de los españoles, y de disgregación de la nación española, sin la cual nos acechan los males del pasado. Decía el filósofo Santayana que un pueblo que olvida su historia se condena a repetirla. A repetir lo peor de ella. Le ruego que tenga usted esto en cuenta a la hora de votar. Hoy ha surgido un partido distinto, al que llaman “de extrema derecha” los de la memoria totalitaria y la muerte de Montesquieu. Creo que es más bien de extrema necesidad, en un momento histórico, y que debemos darle una oportunidad.