Jayam 26: El problema del bien y el mal / Sonambulismo / “Prettyboy” y un gobierno de progreso

Omar Jayam (26) El problema del bien y el mal

Consideremos el bien y el mal en los animales: para la oveja el bien es librarse de las fauces del lobo, y para el lobo devorar a la oveja; y a la inversa con el mal. Sin embargo no existe ahí moral alguna, pues cada uno busca inocentemente su propio bien,  y su proyección sobre el futuro se limita a las ocasiones que se les presentan.  No obstante, por encima de los avatares de uno y otra  existe una norma, justicia o legalidad que podemos equiparar a una moral, que les permite sobrevivir imponiendo  un equilibrio: si el lobo devorase a todas las ovejas se quedaría sin alimento y moriría, y lo mismo pasaría con las ovejas si, libres de cualquier traba, se reprodujesen hasta comer toda la hierba disponible. No es que el lobo se proponga matar solo un número de ovejas o las ovejas abstenerse de proliferar demasiado: eso les viene impuesto diríamos por una legalidad exterior (el equilibrio ecológico en términos corrientes) que procura un bien general por encima de los impulsos y  dificultades (males) de unos y otros para alimentarse o reproducirse sin freno.

En el plano humano las cosas cambian notablemente, y el relato de la Biblia lo expresa de modo inmejorable:  al comer la fruta del bien y el mal, el hombre pierde la inocencia animal e introduce en sí mismo tanto el bien como el mal, es decir, se convierte en un ser moral. Además, la consciencia de la muerte como única certeza absoluta, aunque no pueda saber el cómo y el cuándo de ella,  le proporciona una visión general, por ilusoria que sea, sobre el conjunto de su  vida, que le impone algún tipo de proyecto vital. El bien y el mal le acompañarán ya en adelante en todas sus acciones, él será al mismo tiempo el lobo y la oveja. La serpiente tentó a Eva y Adán con la idea de hacerse como dioses, es decir, capaces de entender el destino, por tanto el bien y el mal. Pueden percibir los dos aspectos y sentirlos interiormente,  a menudo de forma desgarradora, pero no lograrán jamás entenderlos. La serpiente, símbolo a su vez  del mal, se ha burlado de ellos.

¿Sería lo más sabio, entonces,  desentenderse del asunto y resignarse a la vida según se presente, sin pretender ningún juicio moral sobre ella? Esa es la receta de Jayam, que él mismo traiciona, pues está claramente obsesionado con el problema. La vuelta atrás a la inocencia animal se ha perdido irremediablemente. Y nadie puede dejar de preocuparse por el bien y el mal, porque ese dilema acucia el sentimiento, la acción y el pensamiento humanos, desde el nivel más inmediato y prosaico  de tomar cualquier decisión vulgar  hasta la especulación filosófica que de un modo u otro gira  sobre ese “pecado original”. El hombre busca su bien en cada caso, aunque se ve burlado muy a menudo, y busca la felicidad como una plenitud duradera del bien, que siempre se revela imposible, pues el mal se presenta como un complemento, al modo de derecha e izquierda. Como decía Tolstoi, el hombre necesita decisiones positivas, afirmaciones precisas que guíen su acción, y sin embargo se ve arrojado “al océano eternamente cambiante e infinito del bien y el mal”.  Creo que es una buena descripción de la condición humana.

  El ser humano siente en sí mismo la presencia de la contradicción, y trata de zafarse de ella con el sentimiento y la razón, pero es en vano.  Ello no significa que sea totalmente impotente o incapaz de tomar “decisiones positivas”, aunque estas puedan ser malas o buenas, cosa que a menudo solo sabrá por las consecuencias posteriores. Prometeo y Epimeteo son la misma cosa: se puede prever, pero no demasiado. El bien y el mal se transforman inesperadamente el uno en el otro,  en un “océano cambiante”. Ello puede llevar a la desesperación, pero el esfuerzo por encontrar o hacer orden en el caos no deja de tener su recompensa parcial. Desde el principio de la humanidad, la costumbre establecida de modo impersonal en las sociedades, proporciona unas seguridades de conducta  que ahorran a cada individuo gran parte del tormento de  la búsqueda de orientación en la vida.  Moral significa costumbre, y la costumbre resulta de largos tiempos de experiencias sociales y particulares, y de especulaciones de algunos individuos que los demás aceptan. Con todo, las seguridades de la costumbre  son  incompletas y cambiantes a su vez. De ahí que la moral implícita parezca requerir como explicación la presencia de una fuerza exterior y superior, la divinidad, presente con unas u otras formas en todas las sociedades

El punto clave a considerar es este: ¿está el hombre sometido, al igual que el lobo y la oveja, a una legalidad o moral superior y no arbitraria, sin la cual no podría existir la vida pero que escapa a  su consciencia? La incapacidad de la consciencia y de la conciencia para entender esa legalidad, lo puede llevar, sobre todo si la vida se le vuelve adversa, a la idea del sinsentido, del “ruido y la furia”, convicción realmente suicida, por lo que muy pocas personas llegan a ser consecuentes con ella, aunque en un momento u otro a muchos les parezca así. Salvo esa interpretación, se plantea la cuestión:  ¿crea o inventa el hombre  su moral, o bien ella le viene impuesta de igual modo que al lobo y la oveja? La variedad de normas morales inclina a creer que se trata de invenciones adoptadas convencionalmente aquí y allá, pero la misma existencia de ellas, con todas sus variedades, indica otra cosa. Parece claro que la moral le viene impuesta de igual modo que su propia existencia y su propio cuerpo, aunque esa imposición le permita cierta autonomía, en gran medida atormentada. 

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Sonambulismo

 He comprado por Amazon sus memorias de “Adiós a un tiempo” y pienso hacerlo con su novela de Rusia. Alguna vez le he leído que usted no estaba satisfecho ni insatisfecho con su vida, sino solo desconcertado.  Entiendo que eso tiene  que ver con las discusiones últimas sobre el sonambulismo. Entiendo también que por sonambulismo no entiende usted lo que su nombre indica, un actuar dormido, sino más bien que en su acción y conducta el ser humano está solo a medias despierto. 

Eso es. Me desconcierta porque no consigo ver a qué atenerme, salvo lo más trivial. Cuando empecé la serie de “recuerdos sueltos” en Libertad digital, lo hice más bien como una distracción, por alejarme un poco de la pesadez del comentario político. Luego, según avanzaba me iban interesando más. Porque hablaban de un mundo ya muy distinto del actual. Hoy, los jóvenes y maduros, incluso muchos viejos, han perdido la memoria hasta de lo que han vivido. A través de los medios y los móviles están tan bombardeados con una masa tal de informaciones, embustes, diversiones, pornografía, chismorreos de famosos, etc., que pierden el sentido hasta de su propio pasado, del que tienen, si acaso, una idea distorsionada por la propaganda política.  Obviamente esos recuerdos sueltos no son unas memorias propiamente hablando, son pinceladas o imágenes personales nada sistemáticas pero que pueden hacer saltar algún chispazo de memoria, como cuando uno escucha una canción vieja que tenía olvidada y le trae de pronto, casi violentamente,  sensaciones antiguas. 

Eso es muy cierto. Esos recuerdos suyos son muy subjetivos y los veo demasiado variados sin un claro hilo conductor. Desde los terrores y gamberradas infantiles hasta su forma de llegar al comunismo… Lo he encontrado demasiado disparejo. Sus poesías me parecieron interesantes, pero como poeta no es usted lo mismo que como historiador.

Supongo que son verdad las dos cosas. Pero dígame, ¿hay en la vida una lógica, un hilo conductor? Si digo que me desconcierta es porque no lo encuentro. A los cincuenta años empecé mi carrera, digámoslo así, como historiador. A esa edad casi todo el mundo da su vida por concluida en cuanto a que no piensa hacer nada distinto o salirse del cauce de su actividad anterior, con vistas a la jubilación. Para mí fue completamente nuevo y tuve una suerte que no esperaba.  Nunca había pensado en ser historiador ni novelista, nunca se me había pasado por la imaginación. Antes me pasé muchos años sin saber bien qué hacer, no diré que en la pobreza pero sí casi. ¿Era yo el mismo de cuando me había dejado seducir por el comunismo? Esa fue otra gran ruptura personal…  He vivido más o menos tiempo con distintas mujeres y salvo la última lo veo como fracasos vitales a pesar de mi buena suerte, pues todas se portaron mucho mejor que yo. Y en suma, ¿en qué medida todo eso me define, es decir, responde a mi voluntad o a mis proyectos o a mis actos? Yo diría que en una medida escasa. Creo además que lo mismo ocurre con la mayoría, en unos más que en otros, aunque  la carrera de la vida de tanta gente parece predeterminada por  los proyectos  profesionales y sentimentales concebidos en la adolescencia o la juventud. Pero ni aun en los más predeterminados ha dejado de ofrecerles la vida sobresaltos y rupturas.  Adiós a un tiempo quiere decir también eso: un tiempo personal que se ha esfumado, y en el que se refleja también, parcialmente, claro, un tiempo social. 

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Un gobierno al servicio de ciudadanas y ciudadanos

Me ha hecho usted dos preguntas y como portavoza del gobierno voy a contestar a esas dos preguntas acerca del deplorable suceso del Prettyboy, porque me parecen dos preguntas importantes y todas las ciudadanas y ciudadanos  tienen derecho a conocer lo que piensa el gobierno, un gobierno irrenunciablemente  de progreso, muy consciente de su deber de  explicar la situación a las ciudadanas y ciudadanos, y ustedes, las periodistas y periodistas son el medio, y aprovecho para felicitarles por su excelente labor, tan necesaria en una democracia avanzada  como la que nos hemos dado las ciudadanas y ciudadanos de este país, quiero decir su labor tan  inestimable para el público en general,  que siempre espera de todos y todas nosotras y nosotros  la mayor eficacia en las respectivas labores.  Así que paso a contestar a esas dos preguntas. Ante todo quiero decirles que el gobierno siente, como toda la ciudadanía, la mayor preocupación por el horroroso asesinato del juez, un juez progresista con muchos años de servicios a la causa de la libertad, el europeísmo  y el progreso, un juez bien conocido por su honradez y buen humor,  un juez intelectual,  que, como recordarán, estuvo en el gobierno anterior de nuestro partido, donde realizó una gran labor que agradecemos, para volver luego a la judicatura con todos los honores y prestigios. Y lo primero que ha hecho el gobierno, naturalmente  ha sido informar del horrible suceso a su marido y a sus familiares más próximos, con el mayor sentimiento y descartando los bulos que hacen correr personas irresponsables y malintencionadas de extrema derecha. Un gobierno de progreso sabe bien hasta qué punto es indispensable la información veraz a la ciudadanía. Les puedo asegurar que el gobierno está muy encima de este terrible crimen y que espera localizar pronto al asesino o asesinos, la policía está volcada en su trabajo, tenemos una de las policías mejores del mundo y quiero aprovechar sus preguntas para felicitar igualmente a nuestras y nuestros  honradas y valerosos policías, auténticos héroes y heroínas que defienden nuestra seguridad aun a riesgo de sus vidas. Hemos involucrado asimismo a los servicios de inteligencia, por si detrás del crimen del Prettyboy  se encontraran oscuras manos exteriores o terroristas. La jefa de los servicios de inteligencia nos  ha confirmado que existen elementos muy sospechosos en esa dirección, incluso, aunque no quiero precipitarme y afirmar nada concreto, aunque todo se sabrá en su momento, se piensa en un cura retrógrado y homófobo que últimamente estaba hablando mucho de pederastia, y ya saben ustedes a qué me refiero, precisamente un cura criticando esas cosas…, que está en su derecho, por supuesto, pero de progresista no tiene nada, perdonen que lo diga así de claro. Quiero felicitar a las agentes y a los agentes de inteligencia y de servicios especiales, que siempre se han destacado por su abnegación, así como a ustedes, los periodistas, por su labor informativa  tan esencial para el buen funcionamiento de una sociedad de ideas avanzadas. Afortunadamente tenemos un presidente que además de doctor es hombre sereno, feminista y siempre lleno de ideas ante sucesos como el que desgraciadamente estamos viviendo, cuyo drama intrínseco podría volverse más lamentable por las posibilidades de turbia explotación política por la extrema derecha. El presidente y todo el gobierno somos muy conscientes de ese grave peligro, y puedo adelantarles que afrontaremos con la máxima decisión, y castigaremos con arreglo a la ley cualquier expresión  de homofobia o de odio, porque nuestra opción es de progreso, lo repito porque hay quienes nos calumnian infundadamente,  y no claudicaremos ante ninguna presión ni campaña manipuladora. Sus preguntas, ya le digo, me alegro mucho de que me las haya hecho… ¿En qué consistían?  Pero creo que más o menos las he contestado. A ver, otra pregunta…    

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Blog abril-mayo 2012

Día 25: Europeísmo e internacionalismo en la crisis española / El caso Repsol YPF según Roberto Centeno: https://www.piomoa.es/?p=237

 26: Rajoy parece imitar a Zapatero / Alcance histórico de la guerra civil: https://www.piomoa.es/?p=249 

Mayo, día 2: ¿Quiénes son las víctimas? / Significación histórica del franquismo: https://www.piomoa.es/?p=259 

5: Enfermedad de nuestra democracia / Hace falta otro partido (I): https://www.piomoa.es/?p=286 

10: Otro partido II) / Sobre la cultura:  https://www.piomoa.es/?p=286 

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¿Ineptos o estafadores? / Democracia (V) Democracia orgánica (1) / ¿Nada nuevo sobre la guerra civil?

**Dicen muchos ante el coronavirus: “Tenemos un gobierno de ineptos”. No tal. Es un gobierno de estafadores, y no debemos subestimar su destreza en mañas, patrañas y artimañas.

**Cada vez que un político habla de “mirar al futuro” nos demuestra, o bien su estupidez o bien su deseo de estafar a los ilusos.

**Insisto en divulgar este hecho: quienes atacan la memoria de Franco son los partidos y políticos más corruptos, liberticidas y disgregadores. No solo el PSOE y los separatistas, también el PP.

**El antifranquismo, cáncer de la democracia, hermana a PP, PSOE, C´s, separatistas y Podemos. Los enlaza con una tubería subterránea  llena de ratas y  basura.

**La infamia de Casado y el PP no consiste en que ofrezca “lealtad” a un gobierno estafador y reciba de él insultos y patadas. Consiste en que anhela compartir algo de poder para  colaborar en la estafa.  “Más despreciable que el verdugo es su ayudante”

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Democracia orgánica (1) 

(Incidentalmente, si la democracia fuera el poder del pueblo, nadie podría ser demócrata, porque nadie es el pueblo. No obstante, todos quieren usurpar ese poder)

  El régimen franquista se definió como “democracia orgánica”. En ella los votos no iban a partidos, tildados de montajes “artificiales”, sino que se ejercía a través de organismos “naturales” como la familia (donde se nace), el municipio (donde se vive) y en sindicato (por donde se trabaja), o las corporaciones profesionales y culturales. El Sindicato vertical agrupaba a empleados y empresarios y en los municipios se elegían los concejales, pero el alcalde, sin sueldo, lo designaba el gobierno. La institución superior de las Cortes, con 556 procuradores, también sin sueldo para evitar codicias y ambiciones particulares, se componía de representantes de los tres “tercios”: sindicatos, municipios y familias (este último solo desde 1967), junto con presidentes de los consejos supremos de Justicia y Economía, rectores de universidad, representantes de las Reales Academias y del CSIC, de colegios de abogados, médicos e ingenieros, agentes de  Bolsa, científicos, etc.,  y de personas distinguidas en los ámbitos militar, eclesiástico y administrativo, más “los cuarenta de Ayete”, designados directamente por Franco.

   Se observa ahí el intento de combinar la elección desde abajo  con la presencia de personas a quienes, por su relevancia cultural o administrativa, se atribuía una visión más amplia de los intereses generales. El principio electivo, que podía dar lugar a oligarquías demagógicas, se contrapesaba  con lo que podría llamarse una “oligarquía cultural” meritocrática, menos dada –se esperaba—a veleidades “populacheras”. La idea también aparece en cierto modo en el bicameralismo, con un Senado o “cámara alta” o de los lores,  que en general no ha funcionado gran cosa, excepto en Usa.

   En teoría, el voto “orgánico”, al realizarse en ámbitos conocidos de los interesados por estar integrados en ellos, tenía ventajas  sobre el voto “inorgánico” demoliberal, ejercido por masas anónimas de individuos aislados que eligen a personas y aparatos de poder de los que saben muy poco, y a menudo erróneo.  Hannah Arendt, en su estudio sobre el totalitarismo, achaca a la democracia liberal la producción de individuos desarraigados a partir de la propia concepción de los Derechos del Hombre, fundados supuestamente en la misma naturaleza humana. Con ellos, el individuo quedaba único dueño de sí mismo y árbitro de su conducta frente a la religión, la historia y la costumbre contrarias a “la naturaleza”. Pero esos derechos serían abstractos y sin garantía real, pues el estado, que debe garantizarlos, tiende también a vulnerarlos.

   Además, las personas quedarían así atomizadas y aisladas, manipulables y por ello propensas a seguir a demagogos fuertes y seguros de sí mismos, que les prometieran paraísos totalitarios.  Ortega,  en La rebelión de las masas, hace una fuerte crítica  del mismo tipo de individuo, el “hombre masa” “vaciado de su propia historia,”, “falto de un dentro, de intimidad y vida personal”, que “solo tiene apetitos, cree que solo tiene derechos y no cree que tiene obligaciones”, y seguidor probable de cualquier demagogia.

   Contra una opinión corriente, la idea de democracia orgánica tiene origen más bien izquierdista. En España parte de la institución Libre de Enseñanza, inspirada en el filósofo alemán Karl Krause.  Uno de sus promotores fue el intelectual socialista Fernando de los Ríos, miembro de la ILE. Teorizador destacado fue Salvador de Madariaga, que en su obra Anarquía o jerarquía, quiere salvar al liberalismo de la democracia. Según él, el sufragio universal movilizaba a masas ignorantes de la política y en el fondo desinteresadas de ella, lo que las inclinaba a dejarse seducir por dictadores. Votaban, para colmo, a pequeñas listas  de personas seleccionadas secretamente  “la gente parcial e irresponsable” de los partidos: “Todos sabemos a qué descrédito ha llevado este sistema a los Parlamentos”.

Por ello proponía limitar el voto a quienes demostrasen interés político, por ejemplo mediante el “servicio voluntario en alguna institución pública de enseñanza o beneficencia”. Sin embargo su voto no saldría del ámbito municipal. Luego, los concejales elegirían a los diputados regionales, estos al Parlamento y este, en fin, al gobierno, en una jerarquía progresiva de los más expertos. Habría además un Consejo Económico Nacional. A su juicio, “El modo de regir un país para su máximo rendimiento en orden, salud física y mental y prosperidad, se va haciendo cada vez más  materia menos opinable y más cognoscible por el estudio y la reflexión”. Una idea que recogerá Fernández de la Mora y conducente a alguna forma de tecnocracia. Ya hemos visto que también comunistas y nazis parten de concepciones no alejadas en la forma, aunque sí en el contenido:  con ellos la política pasaba a convertirse en ciencia, que eliminaba cualquier oposición o división de opiniones. Aunque conocemos los frutos de tales concepciones, permanece el problema teórico del contraste entre la minoría más o menos sapientes y la masa más ignorante. (De La guerra civil y los problemas de la democracia). 

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¿Nada nuevo sobre la guerra civil?

El comentario de ese ex diplomático sobre tu libro Por qué el Frente Popular perdió la guerra, me ha sorprendido, y más en una persona presumiblemente muy culta: parece como si, con todo lo muchísimo que se ha escrito sobre el tema, nunca se hubiera hecho nada un poco clarificador.  Pero tú mismo  has escrito mucho sobre ella, y no veo que en este libro digas nada nuevo.

Lo nuevo es, más que en  datos o detalles, que en eso no se termina nunca, es el modo y orden de su análisis y exposición. Eso sí es bastante nuevo. Se trata de una síntesis que abarca el desarrollo de los acontecimientos, las grandes cuestiones políticas en pugna, el papel de los principales líderes y las ideologías subyacentes. Cada uno de estos temas podría dar lugar a uno o varios libros, de hecho así ocurre. Lo importante es exponer una visión de conjunto clara y coherente. En ese sentido el libro es una novedad, te lo aseguro. La mayoría de los estudios se pierden en los detalles, con lo que la exposición termina confusa o distorsionada, porque detalles los hay para todos los gustos.

Claro que prescindiendo de los detalles puedes ofrecer una síntesis completamente arbitraria o engañosa, como las que tú criticas en otros.

No se puede prescindir de detalles, sería absurdo. Pero estos deben ser relevantes en una lógica interna. De otro modo viene una confusión total. Esto se da mucho en la historiografía de derecha o profranquista. Es muy atenta a los detalles, pero pierde de vista lo general. Por ejemplo, no se plantea la cuestión de la democracia. No se plantea la cuestión de la legitimidad. No se plantea el carácter del Frente Popular, más que de una manera bastante tosca o primaria. No aborda seriamente ni entiende  la estrategia comunista o la de Stalin, tampoco las pone en relación con la situación europea y los intereses de Mussolini y Hitler o los de Francia e Inglaterra. Por contraste, la historiografía de izquierda y separatista obra al revés: a partir de su enfoque general de una lucha entre la democracia y el fascismo o la reacción, encaja  los detalles a martillazos. Por eso consigue convencer a mucha gente. Por eso es absolutamente necesario demostrar la falsedad de ese enfoque o visión general, cosa que no se consigue a base de entrar en cien mil detalles, sino exponiendo la lógica de las ideologías en pugna.

Pero ¿no será ya hora de dejar de hablar de la guerra y de Franco?¿No habría que dejar esa cuestión para el debate intelectual, apartándolo de la actualidad política?

Te diré tres cosas: una, si esas cuestiones siguen tan actuales es porque la sociedad no las ha asimilado, por tanto tienen una relevancia política actual y evidente. Dos, si se intenta olvidar o se calumnia al bando que salvó a España de la disgregación y el totalitarismo, se está fomentando el resurgimiento de esos peligros, como por lo demás está bien a la vista. Tres, y si se olvida o denigra al estadista que dirigió a aquel bando y que hizo posible una democracia no epiléptica, se está abriendo paso a los más indignos y socavando el futuro del país. Así que menos mirar al futuro con ojos de idiota.

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Historia criminal del PSOE: Los socialistas huyen de Asturias  con el botín: https://www.youtube.com/watch?v=T05LLzB22-c

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Blog, abril de 2012

Día 8: Companys, la persona y su biografía / J.Pérez (VIII) El Camino de Santiago: https://www.piomoa.es/?p=187 

Día 11: ¿Dos (nuevas) derrotas de Usa? / El 98 y sus efectos / No es la economía, estúpido: https://www.piomoa.es/?p=196 

Día 13: Efectos del 98 (II) / Razones del separatismo: https://www.piomoa.es/?p=201

Día 16: Hope Aguirry, patriota inglesa / El 98 (III) El regeneracionismo y España: https://www.piomoa.es/?p=215 

20: Héroes y víctimas:  Stanley Payne critica a Preston / Errores del rey: https://www.piomoa.es/?p=225

 

 

 

 

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Coronavirus: daños colaterales / Portugal y España (III) I Guerra Mundial / Sonambulismo

Los daños colaterales del coronavirus

Se dice que la peste actual cae en España con el gobierno más inepto, pero no es del todo cierto. Descontando su negligencia criminal y lo poco que pueden importarle, salvo por cuestiones de imagen,  unos miles de muertos más o menos, la pandilla gobernante ha captado en el coronavirus una oportunidad política. Oportunidad para debilitar la economía libre, la propiedad privada y ampliar la directamente dominada por el estado, que en la práctica significa dominada por el gobierno; el suyo, claro. Con ello aumentaría su clientela política para mantenerse  en el poder. Muchos lo creen imposible, pero es porque infravaloran dos factores: la ínfima calidad y amplia venalidad de los grandes medios  de difusión y  el embrutecimiento de grandes masas del pueblo español debido a  decenios de falsedad organizada por la conjunción de PP, PSOE y separatistas.

Claro que no lo tendrán fácil, y necesitan también otro elemento: dinero sólido, es decir, amparado por la UE. Ese dinero les serviría para su plan de mayor estatalización y totalitarismo y con él podrían terminar  apareciendo como los salvadores del país. Y de hecho, con eurobonos o de otra manera, ya  están recibiendo o  van a recibir muy pronto ese dinero. Por su parte, los separatistas  también han percibido su oportunidad en las inepcias y negligencias de “España” para intensificar sus programas.

La plaga ha llegado a España en el peor momento, dicen, por la ineptitud del gobierno. Es el peor momento por otra razón: porque España vive en golpe de estado permanente, que tratan de profundizar sin prácticamente otra oposición que VOX, un partido aún minoritario. Porque el PP, hay que repetirlo hasta la saciedad, no solo fue auxiliar del PSOE en el cambio de régimen de Zapatero, sino que aspira a seguir siéndolo en las políticas del Doctor, al que brinda su “lealtad exigente”.

Pero si el coronavirus ofrece oportunidades a la banda del Doctor y el Coletas y a sus aliados separatistas, también las ofrece a VOX. Es de esperar que sabrá aprovecharlas para debilitar y si es posible hundir el maldito tinglado de la farsa que lleva viviendo el país tantos años, y sanear la nación y la democracia.

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Portugal y España ante la I Guerra mundial

José Luís Andrade caracteriza la revolución en el afán destructivo, incendiario y asesino de la Comuna de París,  de 1871, y así es caracterizado por los propios revolucionarios, empezando por Marx, que achaca su derrota a no haber sido lo bastante despiadada, lección que aprendería Lenin. En España, la revolución llegó antes que en Portugal, en forma de I República, de 1873, donde se manifestó de distinta manera, como una triple guerra civil y acelerada desintegración nacional, que por su propio desorden llevó a la Restauración liberal. Entre tanto, la monarquía liberal se mantuvo hasta 1910, cuando se esfumó  de modo similar a como ocurriría en España en 1931; en Portugal  mediante un tranquilo golpe masónico. La república portuguesa ya fue una fiesta del desorden y la demagogia, destacando el Partido Democrático, dirigido por Afonso Costa, un extremado anticatólico. Se trataba de un partido precisamente antidemocrático, hipnotizado, como tantos por el espejismo etimológico de la democracia como supuesto “poder del pueblo”… que correspondía a ese partido. 

El hecho más relevante de la república consistió en la entrada en la I Guerra Mundial, que tuvo mucho de sainete, aunque lo pagaran con sangre  los soldados portugueses. Antes de esa guerra existía un debido sobre todo al  ultimátum inglés, en 1890, que obligó a Portugal a ceder a Inglaterra  la amplia zona entre Angola y Mozambique. Muchos percibían la alianza como  un truco para someter a Portugal a un protectorado. Además existían tratos anglogermanos para repartirse las dos grandes colonias portuguesas. El inicio de la Gran Guerra cambió todo. Los alemanes hostigaron las posesiones portuguesas, a lo que Lisboa se limitó a defenderse, sin implicarse en la contienda europea. Para su defensa  en África precisó ayuda inglesa, en la que Londres no estaba interesado, porque le distraería demasiadas fuerzas del teatro europeo, así que prometió auxilios menores sin invocar la célebre alianza, que los portugueses deseaban ahora poner en vigor. Por otra parte existían en Portugal corrientes germanófilas (las exportaciones a Alemania habían superado las destinadas a Inglaterra) e iberistas. La situación se complicaba por el temor a una intervención española, que el propio Alfonso XIII había sugerido alguna vez y movía a algunos militares y políticos. En el rechazo inglés a los apremios belicistas portugueses pesaba también el temor a que en tal caso España se inclinase hacia Alemania y Austria-Hungría. 

El libro de Andrade proporciona valiosa información sobre las dudas, expectativas y especulaciones en torno a estos problemas. Los intervencionistas  prometían el más venturoso futuro para su país si este entraba en la contienda. El político y escritor Joâo Chagas predecía que gracias a la beligerancia, “Nunca más osará España volver sus ojos codiciosos sobre nosotros. España, el país que se interpone entre nosotros y Europa y nos impide ver”. Un sector masónico afirmaba: “De nuestra participación en la guerra dependen el prestigio de la Patria, la valoración de la República, nuestro futuro, nuestra independencia, la continuidad de nuestra historia, la afirmación de nuestra vitalidad y los destinos de nuestra raza”.

 A finales del1915, Londres pidió a Lisboa la requisa de los barcos alemanes y austríacos en puertos portugueses.   El gobierno portugués declaró que “no habría confiscación  a menos que el gobierno inglés la pidiera en nombre de la alianza luso-británica”. Los ingleses, renuentes,  tardaron mes y medio en aceptar, y los barcos (unos 70) fueron apresados en febrero de 1916. Berlín consideró que ello revelaba la calidad de Portugal como “país vasallo” de Inglaterra, y declaró la guerra, declarada a su vez  enseguida por Lisboa.

Los republicanos intentaron movilizar la opinión en una “Unión sagrada”, pero el clima popular era más bien contrario, y los políticos estaban divididos. A  Afonso Costa, que era quien de hecho manejaba los hilos del gobierno se le atribuye la frase: “los soldados irán a puntapiés, y los oficiales, de las orejas”. Las tropas portuguesas difícilmente podrían servir como mucho más que carne de cañón, y así resultaría cuando en 1918 fueran prácticamente aplastadas en abril de 1918 (batalla de La Lys), por un avance alemán, con gran número de muertos. La reacción popular fue de esperable indignación.

 Ya desde la misma entrada en el conflicto los portugueses sufrieron fuertes restricciones de suministros, inflación que provocaba un gran malestar y numerosas huelgas y protestas, a menudo dirigidas por anarquistas.  Ante la convulsión creciente, en diciembre de 1917,  Sidonio Pais dirigió un golpe militar que se impuso fácilmente, expulsando a Costa, y se legitimó en elecciones en mayo. Pais cesó el envío de tropas a las trincheras de Flandes, aunque sin declarar la neutralidad. Republicano a su vez, intentó una reforma institucional y económica y ganó gran popularidad, hasta que fue asesinado casi un año justo después de su acceso al poder. Aun seguirían ocho años de república en una sucesión de conatos golpistas, motines, corrupción y  agitación popular y militar.

La entrada de Portugal en aquella guerra fue sin duda un tremendo error que España no cometió. Sin embargo la neutralidad española se ha dado a menudo como un hecho natural, cuando fue el resultado de intrigas, vacilaciones y especulaciones no muy disímiles de las portuguesas, y a las que conviene dedicar alguna atención.

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Sonambulismo

Me ha resultado muy sugestivo el comentario de J. M. R sobre el sonambulismo de los personajes de su novela. Y por extensión de todo el mundo. Si por eso se quiere decir que  en nuestra vida operan muchos factores de los que no somos conscientes, está bien. Ya Freud lo descubrió y eso hoy lo ve cualquiera, antes de hablaba del destino. Además pensamos y actuamos con muchas dudas y deseamos cosas incompatibles entre sí, pero de una manera u otra,  actuamos. ¿Podemos llamar a eso sonambulismo? No es la palabra justa,  pero algo de eso hay, como las meigas. ¿No se ha dicho que la vida es sueño? Si mal no recuerdo, lo dijeron  Shakespeare y Calderón de la Barca, y eso son opiniones autorizadas. Estamos despiertos a medias, y eso se percibe en Gritos y golpes. Lo veo en un momento que me impresionó: la discusión entre  Alberto y Carmen cuando Alberto y Paco deciden irse a Rusia. 

La argumentación de Carmen es desesperada, pero  impecable, racional. Como se hablaba de “devolver la visita” a Stalin, replica:  “¡Pero qué visitas ni qué cuentos! ¿Estáis en vuestros cabales? La guerra aquí terminó. ¿Por qué tenéis que buscar otra fuera?”. Y se adelanta a la objeción:  “Habláis como si la historia dependiese de vosotros, pero ni siquiera depende de los más grandes ni de los más sabios, que se equivocan como cualquiera.  La humanidad se mueve por las voluntad de cientos de millones de personas, cada una tirando para su lado, y ¿qué vais a hacer contra esa fuerza? Nadie puede conducirla y solo Dios sabe adónde va.  Solo podemos ser felices en nuestra pequeña parcelita y tú desdeñas lo que tienes al alcance  para escapar a un país lejano”.

La respuesta de Alberto es más oscura: “Stalin no está tan lejos y no habrá paz mientras siga con todo su poder.  Ya sé que mi fuerza es insignificante, pero es la que tengo y de la que soy responsable” ¿Qué decir de este argumento? Que es  una falsa racionalización. En realidad, y eso queda implícito en el relato,  a Alberto le agobia la paz, añora la acción y el peligro. Carmen le atrae,  pero al mismo tiempo teme lo que supone casarse y demás.  Y en el aire flota un presentimiento pesado y confuso: “¿Y si no vuelves? ¿Y si vuelves mutilado?” Eso es seguramente lo que oscuramente, sin decirlo y sin racionalizarlo,  incita a Alberto a proponerle que se acueste con él, por primera vez. Y lo que mueve a Carmen a aceptar, contra todos sus principios católicos. Yo diría que Carmen razona muy despierta y racional desde su deseo de felicidad, pero no es la misma felicidad que entiende Alberto. Vamos, no la entiende, la “siente”. Carmen deja la racionalidad cuando acepta romper su virginidad sin estar casada. En Alberto, en cambio, veo una racionalización dudosa de un impulso que le sobrepasa  y es el mismo que le empuja al “suicidio” cuando mata a su padre, tan parecido a él. ¿Qué le parece la interpretación? Pelícano

Está muy bien. ¿Y qué diría de mi “sonambulismo” al escribir esas cosas? Pues lo hacía sobre la marcha, sin pensar en esas implicaciones o interpretaciones. El episodio despertó la indignación de “Zaragozana”, que antes venía por aquí y se la echa de menos: lo entendió como una violación, aunque fuera consentida. Decía que los hombres aprecian mucho la abnegación de las mujeres, pero que a su vez son poco abnegados. Algo así.

 

 

 

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Jayam 25. Círculos viciosos de la moral / En qué acertó Stalin / El entierro del juez

Círculos viciosos de la moral

Omar Jayam piensa en cierto modo como Tolstói: puesto que nuestro destino, la vida en general,  escapa a nuestros pensamiento y acciones, no hay por qué indignarse ante los sucesos que nos parecen injustos, porque en todo caso, solo Dios sabe. Pero las conclusiones divergen: Tolstói percibe en la vida y el mundo una armonía que podemos sentir, aunque no explicar, y que dará sentido a todo, por chocante que sea para nosotros; el espectáculo de la creación nos hace creer e un Dios bueno y justo, por encima de nuestra capacidad de comprensión. Jayam también se maravilla ante el esplendor de la creación, pero no deduce de ahí un Dios sea bueno, más bien lo entiende como arbitrario y poco benévolo hacia los hombres, en quienes inculca instintos e inclinaciones muy intensas y no solo les pone mil trabas para satisfacerlas,  sino que les amenaza con graves penas si no aciertan a  eludir las trampas morales que el mismo  Alá le puso. Tolstói acepta en principio las explicaciones del cristianismo, aunque de modo difuso y no al pie de la letra; Jayam desprecia las explicaciones de los supuestos sabios que  “pronunciaron frases confusas” antes de irse a criar hierba  con sus cuerpos. Probablemente se refiere en primer lugar a  Mahoma, sin citarlo, por el riesgo evidente para su integridad física; y seguramente  incluiría  a Tolstói entre los sabios confusos.

Basta repasar la historia de la filosofía y de las religiones para percatarse del enorme esfuerzo (heroico esfuerzo, que diría G. Steiner) realizado por el ser humano para poner orden en el caos del mundo, para entenderlo y entender su puesto y su destino en él. Esfuerzo por una parte inevitable, porque está en su naturaleza, y siempre frustrante porque choca con lo que expresa el cuarteto de Jayam con el que iniciamos estos comentarios y que condenaría tales esfuerzos a la futilidad.

Decíamos, por ejemplo, que la idea de sentido de la vida va ligada o incluso consiste en la moral, y aludimos a cuatro ideas de ella: liberal,  marxista,  nietzscheana y  anarquista, las cuatro típicamente arreligiosas; y que conducían a un círculo vicioso.

La anarquista parte de la igualdad del destino para todos los humanos, un hecho indudable, como reconocía el Eclesiastés. Esa igualdad choca con la realidad social que distorsiona  ese destino  en desigualdades como amos y servidores, ricos y pobres, etc.  Por esa igualdad fundante, el individuo es bueno por naturaleza y la sociedad mala y maleadora del propio individuo por medio de la fuerza del estado. El sentido de la vida consciente, en la etapa actual, consistiría en luchar por imponer la bondad igualitaria del individuo contra la sociedad malvada e injusta.  Pero, descartada la idea de Dios, ¿quién forma las sociedades sino los individuos? ¿Pueden los individuos buenos crear sociedades malas? Los anarquistas suelen decir que el mal consiste  en la ignorancia ¿Ignorancia de qué? En definitiva de las leyes del cosmos, que dirigen también a los hombres, como venían a decir los estoicos. Pero, al igual que estos, ¿saben  mucho de esas leyes los anarquistas? Por otra parte ese conocimiento de la necesidad inscrita en toda la naturaleza suprimiría la libertad humana, y por tanto la distinción entre el bien y elmal.

El liberalismo viene a plantear la cuestión al revés, aunque parezca lo contrario: el individuo es malo y la sociedad es buena. Librado a sus instintos en el “estado de naturaleza”, la libertad del individuo impediría la vida social, o la destruiría. La necesidad social impone serias restricciones a la libertad “natural” mediante leyes. Estas buscarían en  principio un equilibrio que permitiera  cierta libertad individual (algunas versiones liberales se acercan al anarquismo), aunque controlada y contenida por la sociedad (el estado). Si prescindimos de un origen extrahumano, la moral se aproximaría mucho a la ley, en último extremo se confundiría con ella, con algunos requisitos, por lo que la ley era buena para la sociedad y para el individuo, y malo y punible cuanto se apartase de ella. Ahora bien, de hecho no es la sociedad, sino un número muy limitado de individuos quienes dictan inevitablemente esas leyes. Las cuales podrían justificar la protesta de Jayam contra Alá: “¿por qué pones tantas trabas a nuestros deseos?”. Pero no sería Alá, sino unos individuos con un poder obtenido  por la fuerza o por el razonamiento –tan a menudo engañoso–, y  en la realidad por una mezcla de ambas cosas. Además, ese  razonamiento choca con las mismas limitaciones que la ciencia de los anarquistas: la ignorancia fundamental e invencible del ser humano sobre su puesto en el cosmos.

Marx percibió el punto débil del liberalismo: aquellos individuos que dictaban las leyes se decían representantes de la sociedad, pero en realidad lo eran de una parte de ella: de la clase que vivía en el lujo explotando al resto. Sus leyes y su moral no eran, por tanto, otra cosa que un reflejo de los intereses de esa clase por mantener a toda costa su dominio. No existían, así, normas morales de valor general, sino que las mismas nacían del interés de clase mediante una mezcla de falsa convicción y de fuerza. Lo nuevo de esta concepción es la desaparición del individuo como entidad valorable. El individuo solo se presenta como una fracción mínima e insignificante de una clase y producto de unas circunstancias históricas. Cuando el exterminio de los kulaks, I. Ehrenburg lo expresó a la perfección: “¿De qué son culpables los kulaks? Como individuos, de nada; como clase, de todo”. Desdeñado el origen extrahumano de la moral, ya no quedaba una moral propiamente humana sino de clase. El proletariado, derrocando a los capitalistas, impondría su propia moral y  leyes: todo lo que le beneficiara  sería bueno, y lo que le perjudicara sería malo. Pero así como quienes pretendían definir lo bueno y lo malo para la sociedad eran solo unos pocos individuos, quienes lo definían para el proletariado  eran también muy pocos, con la paradoja añadida de que casi nunca procedían de esa clase.

La moral nietzscheana se parece algo a la marxista en que no habla de individuo y sociedad. Pero no se refiere a leyes  de clase, sino a la ley biológica,  que establece, guste o no, una diferencia radical entre los fuertes, guiados por la voluntad de poder, y los débiles, que deben servir a los fuertes o ser eliminados,  y a quienes la naturaleza deja inevitablemente por el camino. Al revés que en los casos anteriores, y en cierto modo como los estoicos, Nietzsche va a fundarse en una realidad hasta cierto punto extrahumana, impuesta por la evolución biológica, única capaz de dictar la verdadera moral.  Y contra la cual fracasan todas las fantasmagorías impuestas a la sociedad por los sacerdotes, en el intento de degradar la vida al nivel del resentimiento de  los más débiles e incapaces. El sentido de la vida, la moral, consistiría en servir conscientemente a ese designio que considera evidente en la naturaleza. Claro que la vida humana se convertiría entonces en algo parecido al estado de naturaleza del que partían las elaboraciones liberales: una lucha de todos contra todos. 

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Por Que El Frente Popular Perdio La Guerra Civilhttps://www.amazon.es/Frente-Popular-perdi%C3%B3-Guerra-Civil/dp/849739190X

En qué acertó Stalin

Para entender la estrategia de Stalin en relación con la guerra de España, es preciso atender a su concepción general. Hasta pocos años antes, la línea de la Komintern consistía en la consigna de “clase contra clase”, bucando la revolución cuanto antes y atacando a la II Internacional socialista  como “socialfascista” y agente del capital en las filas obreras. La idea partía de que después de la I Guerra Mundial el mundo burgués había entrado en una fuerte crisis ideológica, agravada en extremo por la depresión económica siguiente al hundimiento de la Bolsa de Nueva York. En aquellas condiciones, la estrategia adecuada sería precisamente extremar el impulso revolucionario denunciando cualquier tendencia conciliadora. De no ser así, Europa asistiría a una segunda guerra imperialista entre estados capitalistas, si bien esta terminaría necesariamente en la expansión de la revolución por todo el continente, tal como la primera había hecho nacer al sistema soviético.

Pese a la lógica de tal orientación, en 1933 Hitler subió al poder, demostrando que no solo los comunistas podían sacar provecho de la depresión general. El nazismo era violentamente antibolchevique, y Stalin temió que la segunda guerra imperialista, que se volvía inevitable, se diera entre un Alemania pronto revigorizada y la URSS, con posibilidad de que esta fuese aplastada.  Por consiguiente, sus prioridades cambiaron: la línea de “clase contra clase”  debía abandonarse en pro de una estrategia de aparente moderación, buscando reunir y dirigir en lo posible una vasta alianza contra el  fascismo, dibujado como el enemigo principal tanto del comunismo como de la “democracia burguesa”, hasta entonces menospreciada de modo radical.  Se trataba, en suma, de explotar las rivalidades “imperialistas” entre las democracias y los fascismos, de modo que la guerra estallase entre ellos, por el oeste y no por el este. Tal fue la estrategia de los frentes populares.

Esta política chocaba con fuertes inconvenientes, pues Francia e Inglaterra no detestaban  menos a la Alemania hitleriana que a la URSS, e incluso podían ver en Hitler una  barrera necesaria frente al expansionismo y subversión comunista. Y, en definitiva, si hubiera de estallar una guerra, sería preferible que chocaran Alemania y Rusia, y ambas se desangrasen. Este era el principal temor de Stalin, como es lógico.

Y en estas circunstancias comenzó  la guerra de España. En un primer momento, Stalin le prestó poca atención, pues parecía inminente la victoria del Frente Popular, un régimen de entrada favorable a Moscú. Pero cuando en pocos meses se vio que los nacionales avanzaban con riesgo de imponerse, Stalin no solo entendió la conveniencia ideológica de ayudarle, sino también la estratégica de atraer a ella a Francia e Inglaterra, haciéndolas colisionar con Alemania e Italia. Ello hacía indispensable maquillar la caótica revolución española para presentar al Frente Popular como un régimen democrático homologable al francés y el inglés. 

Para entender la estrategia soviética y la misma guerra civil, es indispensable entender la dinámica continental de fuerzas e intereses, y particularmente las concepciones básicas de Stalin, no solo por la involucración directa de este en el conflicto, que en algún momento pudo haber revertido el desenlace, sino porque gran parte de la historiografía actual sobre aquel suceso sigue en lo esencial las líneas maestras de la política y la propaganda del Kremlin. Y si la guerra civil sigue sin ser asimilada por la sociedad, se debe en muy gran medida a ese fenómeno. Esta es la causa principal por la que decidí escribir Por qué el Frente popular perdió la guerra, un libro que no debe verse como una simple ilustración histórica, ya que afecta muy profundamente a la realidad política, intelectual y social de España en la actualidad. 

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El entierro del juez

 Pues sí, hombre, fui al entierro, ya sé que a ti no te gustan esas cosas, tampoco a mí, si quieres que te diga la verdad, pero no dejaba de ser un amigo. El juez, joder, sí que es mala pata. ¡Que un chiquillo de once años, con unas tijeras… ! Una gran tristeza.  De momento la prensa no lo comenta, pero va a ser difícil que esos buitres… ¿No sabes cómo fue? Bueno, el juez era asiduo del club ese, el Prettyboy, en fin, no quiero entrar en detalles. Era tan buena persona… Te puedes imaginar, vamos, no quiero entrar en menudencias,  allí, ya sabes, el juego de rifarse a los  chicos más guapos y luego en un apartado… Pues imagino que estarían los dos desnudos, y el jodido chaval, te puedes suponer la situación, pues el crío en un momento le clavó las tijeras en el costado y la garganta…. Oficialmente murió de un infarto, pero eso no se lo va a creer nadie, ya te digo que la prensa es como es… El gobierno está haciendo lo que puede para tapar lo que pueda taparse, una campaña contra la derecha y los curas por su homofobia, eso está bien, pero no sé si será suficiente, me temo. Menos mal que las principales televisiones las tenemos controladas, quien paga manda… Aun así va a ser de coña, los fachas van a ponerse como tigres, como pasó hace años con aquel otro club… Sí, el chico desapareció, seguramente se vistió y salió sin que nadie se diera cuenta. ¿Qué cómo nadie se dio cuenta? ¡Porque estaban todos de juerga, hombre, con luces bajas y la música a toda pastilla! Yo esas cosas no las comparto, pero las entiendo y las respeto, hay que ir con el siglo…  Ya puedes suponer que nuestro amigo gritaría y haría algo, pero nadie le oiría, el cabrón del chico debió de pillarle en pleno orgasmo… Sí,  hay pruebas, me dijo el dueño, que por cierto tiene una relación familiar lejana con algún ministro o así. Las limpiaron enseguida, claro, pero va a ser un lío de no te menees,  porque allí son socios  unos cuantos políticos y artistas  y se sabe de dos periodistas de relumbrón, ¿entiendes?… Sí, ya lo puedes suponer, se están haciendo todas las gestiones, y aquí el problema es el crío, ¿pero cómo puede un crío tan joven cometer semejante crimen? Yo creo que no hay precedentes, debía de ser un hijo de puta de mucho cuidado… Sí, de un orfanato, de allí salen muy maleducados, ya puedes suponer… La verdad es que lo mejor será que no lo encuentren, porque entonces el escándalo… Ojalá se muera por ahí… Pues nada, bastante gente en el entierro. De la política y la judicatura mayormente, te apuesto lo que quieras a que en cuanto salga la cosa ninguno de ellos dará la cara, harán como si nunca hubieran oído hablar de él; ni irán al funeral, ya verás… Sí,  la cosa estuvo bastante emocionante, dos o tres amigos hablaron de su honradez y su progresismo, de la agudeza de sus comentarios, tan incisivos y sarcásticos contra la carcundia… Esas cosas, ya sabes… Sí, muy cerca de la tumba de Pablo iglesias. Bueno, pues estuvimos charlando unos cuantos, ya sabes, contando chistes y recordando anécdotas de nuestro amigo tan vilmente asesinado. Tan ocurrente, verdad, sus sentencias es que daba gusto leerlas, tenían valor literario, te lo digo yo, superaban en mucho ese lenguaje tan seco y pesado de las leyes… Era muy ocurrente, sí. Les propuse seguir en algún bar próximo, yo es que no vivo lejos,  pero todos prefirieron largarse con sus coches al centro, así que me dio por darme un voltio por el cementerio de la Almudena, y no veas,  qué equivocación, allí fue donde me dio una especie de ataque.  No te imaginas… Fue sentirme por aquellas avenidas de nichos y sepulcros y mausoleos, y pensar cómo dentro de ellos se estarían pudriendo miles y miles de cuerpos, claro, lo piensas y lo dices normalmente, pero no lo sientes, y de pronto yo lo sentí, ¿entiendes lo que te quiero decir? Lo sentí, fue como si estuviera viendo los cadáveres, rodeado de miles y miles de ellos que casi se me echaban encima. Estuve a punto de desmayarme y vomité hasta los potitos que me daba mi madre… Y estoy que no me llega la ropa al cuerpo y que pasan al lado unas beatas diciendo que era una vergüenza, llamándome borracho… ¡Encima!… Bueno, chaval, cuando me repuse salí de allí pitando y me metí en el pub, sí en el Three gloves. Desde luego, no dejo de pensar en nuestro pobre amigo el juez, y en lo que nos espera a todos… Llámame sentimental, si quieres, pero es que… 

(obviamente, esto va antes del otro sobre los cementerios)

 

 

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Sonámbulos / Democracia (IV) Ventajas y problemas / Carta

Historia criminal del PSOE: Los socialistas huyen de Asturias  con el botín: https://www.youtube.com/watch?v=T05LLzB22-c

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La vida como sonambulismo

Leída su novela “Sonaron gritos y golpes a la puerta”, los comentarios de su blog me llevan a este planteamiento: la novela define la vida humana como un sonambulismo. Al leer las frases de Tolstoi lo he visto con más precisión. La carrera de Alberto culmina en la muerte del padre, y esta es también un suicidio para él, porque mata también su vida anterior y se somete definitivamente a lo que él temía, la vida de casado y padre de familia,  una vida que le parece trabajosa y de poca sustancia. Al principio de la novela afirma que se compenetraba muy bien con Carmen, pero a uno se le ocurre que podría no ser verdad, y que la manera como salieron sus hijos indica que su labor como padre de familia debe de haber sido poco vistosa, poco brillante. Y como marido él dice que fue bien, pero puede dudarse de eso también. Profesionalmente se le ve insatisfecho con su carrera de profesor de filosofía, la valora poco él mismo, la encuentra mediocre y seguramente todo lo demás sería igual.  El suicidio, digo un suicidio sui generis, espiritual o algo así,  había sido tan completo que había borrado de su memoria aquellos años violentos, y es cuando está viejo y viudo, cuando de pronto le viene todo a la cabeza. En  últimas,  ¿qué parte de su vida le parece mejor? Si se extiende sobre  los años violentos y apenas menciona los siguientes al “suicidio”, diría yo que está clara la razón. Durante aquellos años jóvenes, Alberto actuaba como un sonámbulo, sin saber su sentido. La muerte del padre le golpea mentalmente  como una revelación repentina, le aplasta. Tosltoi dice que el hombre necesita decisiones positivas, y en cambio tiene que desenvolverse en un caos de contradicciones, de  inestabilidad moral, ” en un océano eternamente cambiante”. Si vemos así la vida, ninguna persona obra de manera muy consciente, hay demasiadas cosas que influyen en él y que se le escapan, por eso digo lo del sonambulismo. ¿Está de acuerdo?  (…) José M. Ruiz, estudiante de Físicas.

 Puede ser. Cuando decimos que una literatura es buena y otra mala, ¿qué queremos decir aparte de exhibir nuestro gusto personal? Las novelas se parecen a los mitos, y si son buenas van al fondo de la naturaleza humana: lo que cuentan nunca sucedió, pero existe siempre. Tomemos los personajes de tres obras mayores, probablemente las mayores  de la literatura española, La Celestina, el Quijote y Don Juan: una prostituta y bruja avariciosa y cínica, un caballero obsesionado por el triunfo del bien y la justicia, y un personaje diabólico motivado precisamente por el mal. Los tres existen siempre, los vemos a diario. ¿Obran como sonámbulos? En cierto modo. Hay  en ellos un impulso y unos deseos que perciben conscientemente, pero el origen de ese impulso escapa por completo a su consciencia. Solo pueden, si acaso, justificarse en él para evadir la culpa: “los dioses nos dieron mala suerte”, decía Helena en La Ilíada. Hoy diríamos que son los genes, pero eso no tiene valor moral. Alberto tiene gran dificultad para valorar su propia vida, eso es cierto. Podría solazarse en sus diez años juveniles de aventuras extremas, reivindicarlas como explosión de vitalidad y libertad o motivarlas  políticamente, contrastarlas positivamente con los cincuenta y pico posteriores, que adivinamos algo aburridos, pero él mismo no sabe bien a qué atenerse. Pero no he querido escribir una novela deprimente o de simples aventuras. Ninguna crítica o reseña la ha considerado así, afortunadamente.

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Democracia: ventajas y problemas

La selección de oligarquías por medio del sufragio universal tiene claras  ventajas prácticas: implica libertad de opinión, expresión y asociación; limita por ello, temporal y cualitativamente, la tendencia de las oligarquías a hacerse con un poder absoluto; evita que las luchas por el poder degeneren en violencia abierta; y permite corregir alternativas demasiado perjudiciales.

A estas ventajas suele planteárseles una objeción que parece evidente: la gente común, “el pueblo”, suele tener ideas muy toscas sobre los complicados problemas políticos y económicos que debe afrontar el poder. Churchill decía que el mejor argumento contra la democracia sería una conversación de cinco minutos con el votante medio. En su estudio sobre la opinión pública, W. Lippmann expone hasta qué punto esta se forma a base de bulos,  invenciones e histerias. Por consiguiente, dejar en sus manos la gobernabilidad de una nación, a través del sufragio, solo conduciría al desorden y al caos.

Sin embargo la objeción no es muy buena. Puesto que el poder se ejerce sobre la gente en general, es obvio que esta tiene cierto derecho a decir algo al respecto. En segundo lugar, la gente nunca ejerce el gobierno, se limita a decidir con su voto qué partido u oligarquía lo ejercerá por un tiempo. En tercer lugar, es cierto que la ignorancia del público puede llevarle a votar al partido más demagógico, pero dentro del público hay diversas tendencias, inquietudes,  intereses y grados de conocimiento y preparación cultural,  por lo que nunca se  dará un caso de pueblo uniformemente seguidor de la demagogia, cuyas consecuencias, en general nefastas, puede corregir el sistema en nuevas elecciones.

Por ejemplo, la demagogia desatada en el primer bienio de la II República condujo a la victoria electoral de la derecha en 1933. La reacción de los derrotados fue precisamente destruir las normas democráticas en un proceso que llevó al Frente Popular. Así, la opinión pública nunca es homogénea. Y casi nunca proporciona mayorías absolutas a un solo partido. No solo existen diferentes opiniones, manifiestas en diversas votaciones, sino que una masa considerable de votantes teóricos se abstiene de votar, por desinterés o por no gustarle ninguna opción. De modo que las mayorías absolutas en España desde la transición, nunca han representado a más de un tercio del electorado. En Usa la abstención suele ser muy alta, a veces superior al número de votantes. 

En unas elecciones no se decide algo como “la Verdad” o se interpreta la “voluntad divina”. Se deciden conveniencias y opciones de gobierno temporales. Y quien elabora y presenta esas opciones nunca es “el pueblo” espontáneamente, sino precisamente las oligarquías que pugnan con hacerse  con el poder creando opinión pública según sus intereses. Además, si  es cierto que la gente corriente entiende poco o se preocupa poco de entender los problemas políticos, no lo es menos que los políticos profesionales tampoco los entienden demasiado, a veces no superan el nivel del parroquiano de bar. Cosa fácil comprobar por la variedad de soluciones que suelen ofrecer los supuestos expertos (Churchill decía algo así como que ante un problema económico consultaba a varios economistas, y cada uno le daba una receta distinta). Lo vemos a diario.

Es decir, el problema está, como siempre, en las oligarquías, que saben menos de lo que pretenden, y que tienden a interpretar la victoria electoral como carta blanca para la corrupción y la arbitrariedad.  Aspiran a conservar y expandir su poder, incluso por medio de leyes  que  vulneren en su favor los principios democráticos. Lo hemos visto en España con la subida al poder del PSOE de Zapatero. Aunque ese partido había demostrado su corrupción y en parte había politizado la justicia, no había llegado, como Zapatero, a desvirtuar la democracia con leyes tiránicas, totalitarias, y a destruir el estado de derecho mediante la colaboración con el terrorismo separatista y el falseamiento de la historia, y arrasando la decisión popular expresada en el referéndum de 1976.

Los gobiernos tradicionales siempre han temido la democracia por temor a que condujera a una destrucción de la sociedad en la lucha de partidos, como efectivamente ha ocurrido en ocasiones. Ese impulso destructivo es natural desde el momento en que los partidos pueden actuar libremente, cada uno con sus políticas. El gobierno se decide por mayorías relativas, pero los partidos derrotados no tendrían por qué aceptar la victoria contraria,   ya que pueden argumentar que sus votantes prefieren otro gobierno o incluso escindirse de la nación. ¿Por qué, entonces, no habían de romper las normas propiciando un golpe de estado, o arguyendo  ilegitimidad de la consulta o cualquier otro pretexto?  Lo cual nos indica que por encima de las formas democráticas ha de haber unos principios superiores respetados por todos, como la unidad nacional o normas morales generales.

En España, la experiencia de Frente Popular no pudo ser más ilustrativa: consiguió el poder en unas elecciones fraudulentas, destruyó violentamente, a continuación, el estado de derecho e imponiendo una verdadera orgía de crímenes y destrucciones. En este caso las acusaciones de los que finalmente se sublevaron no eran meros pretextos: respondían a la realidad más cruda. El Frente Popular, compuesto de separatistas y totalitarios,  demolía  las más elementales normas democráticas, aspirando a mantenerse indefinidamente en el poder para construir una nueva sociedad a imitación de la soviética, con serios riesgos de disgregar la base sobre la que se asentaban las libertades y las elecciones, es decir, la nación española.

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Carta de un diplomático jubilado al editor:

Acabo de terminar el libro de Pío Moa: “Por qué el Frente Popular perdió la Guerra Civil”. A mi me encantó. Es un magnífico ensayo sobre un tema tan manipulado, tergiversado, reescrito y prostituido, que el de la Guerra Civil española.Un análisis detallado, escrupuloso, perfectamente documentado y con un enfoque admirablemente objetivo e imparcial, que hace de esta obra un ejemplo de cómo hay que tratar la historia en general, y la española, con su Guerra Civil a las espaldas, en particular. Además se lee con una facilidad casi de una novela, con un lenguaje entre el ensayista y el periodístico. En fin, es una obra maestra e interesantísima, por sus conclusiones y planteamientos, para cualquier lector a quien de verdad le pueden interesar las verdades sobre  la Guerra Civil, sus antecedentes, el desarrollo y el final. Incluso sus influencias en la vida política que estamos viviendo en la actualidad bajo la losa de la mentirosa Ley de la Memoria Histórica (…)

Por Que El Frente Popular Perdio La Guerra Civilhttps://www.amazon.es/Frente-Popular-perdi%C3%B3-Guerra-Civil/dp/849739190X

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Blog Marzo de 212

Día 10: La cuestión de los godos y Ortega / Negación universitaria de España https://www.piomoa.es/?p=137

Día 14: ¿Es España una nación? ¿Puede hundirse? https://www.piomoa.es/?p=146

Día 20: Problemas de la Pepa / Amenazas en el Estrecho: https://www.piomoa.es/?p=154

Día 22: Fernández de la Mora y el laberinto de la felicidad / J. Pérez (VII) Los comienzos de la Reconquista. https://www.piomoa.es/?p=162

Día 25: Elecciones.  La democracia en España: https://www.piomoa.es/?p=170

 

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