Rajoy, el gran cómplice de la ETA, presidiendo un “homenaje a Miguel Ángel Blanco”. Es difícil imaginar una infamia e ignominia mayor. La “democracia” de la farsa.
Rajoy es el gobernante más abyecto y estúpido desde la transición. Ya lo señalé cuando hacía como que se oponía a Zapo. Cree que “la economía lo es todo”, es decir, que con dinero se arregla todo. Su política de concesiones, retrocesos, sobornos y financiaciones ha tenido la virtud no de calmar a los otros partidos sino de encabritarlos y radicalizarlos más. Muchos de sus votantes se quejan de que Rajoy es flojo y cobarde, cuando es lo contrario: él es duro y desvergonzado de acuerdo con sus creencias. Los flojos y cobardes son precisamente sus votantes.
******************
Cuando en la mañana de los domingos oímos repicar las campanas, nos preguntamos: ¿es posible? Esto se hace por un judío crucificado hace dos mil años, que decía que era Hijo de Dios, sin que haya prueba de tal afirmación. Un dios que engendra hijos con una mujer mortal; un sabio que recomienda que no se trabaje, que no se administre justicia, sino que nos preocupemos por los signos de un fin del mundo inminente; una justicia que toma al inocente como víctima propiciatoria; un maestro que invita a sus discípulos a beber su sangre; rezos y actos milagrosos; pecados cometidos contra un dios y expiados por ese mismo dios; el miedo al más allá cuyo portón es la muerte; la figura de la cruz como símbolo en el tiempo actual que ya ha olvidado su significado infamante… ¡Qué escalofrío nos causa toso esto, como si saliera de la tumba de un pasado remoto! ¿Quién iba a pensar que se siguiera creyendo en algo así? (Nietzsche)
¿Qué decir de este discurso? Es una crítica racional que hace que uno se pregunte: ¿cómo ha podido vivir tanta gente creyendo una sarta de disparates semejante? ¿Cómo no se ha precipitado la cultura europea en el desastre desde hace muchos siglos? O bien, ¿quizá esas creencias no tienen ninguna traducción práctica, es decir, son como quien cree en las brujas, que pueden causar temor en algunos momentos pero que incluso quienes creen en ellas prescinden casi siempre de tal creencia a cualquier efecto real?
Parece racional y razonable, en cualquier caso, prescindir de ellas y derrumbar el aparato institucional (las iglesias cristianas) incluso violentamente, ya que si tales creencias no influyen en la vida real, nada se pierde, y si influyen solo pueden provocar males.
En la historia, la Ilustración comenzó la corrosión racionalista del cristianismo, y es evidente que a esa crítica no puede contentarse con afirmaciones rotundas de fe. No obstante, quien piense al modo de Nietzsche debe plantearse al menos tres cuestiones; ¿cómo una sarta de disparates ha dado lugar a un arte, un pensamiento y probablemente a un desarrollo científico como el que ha caracterizado a la cultura europea, que se reconocía como cristiana?; ¿cómo es que la Iglesia ha resistido durante dos milenios triunfando sobre todos sus enemigos internos o manteniéndose contra las ideologías racionalistas?; ¿y cómo los ataques ideológicos a la Iglesia han derivado en persecuciones extremadamente sangrientas en muchos casos?