En Una hora con la historia: 240 – El franquismo contra todos | La OTAN contra Rusia – YouTube
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Javier y Julián
Acaba de fallecer Javier Marías quizá el mejor novelista español desde la transición. Eso no significa gran cosa, a decir verdad, dado el nivel general. Aconsejado por un amigo que le admiraba mucho, leí hace cosa de veinte años tres novelas suyas, que no me parecieron interesantes, a pesar (no por, necesariamente) de su exotismo anglófilo, una aportación dudosa, y de las que no recuerdo casi nada. No obstante, ha tenido un éxito europeo del que me he alegrado por pura solidaridad hispana. Aparte del aspecto literario, era un progre de manual, trivialmente antifranquista y con ese lamentable toque de liberalismo beatamente anglómano.
Ideológicamente, para él España no significaba prácticamente nada desde su manía cultural inglesa. En esto venía a ser lo contrario de su padre, el filósofo Julián Marías, para quien España y su historia eran objeto de veneración, incluida su tan detestada época de hegemonía. Solo que para el filósofo, la mejor época de España no era aquella en que había descubierto el mundo, salvado a Europa del islam otomano, contenido el protestantismo y cambiado, en suma, la historia del Mundo, sino el tiempo un tanto vulgar de Carlos III, al que idealiza yo creo que en exceso. He escrito Hegemonía española y Era Europea, un tanto desde su España inteligible y un tanto contra ella.
Julián Marías sufrió un rechazo, en definitiva irrelevante, de la universidad del franquismo inicial, lo que no le impidió fundar sus propias escuelas, escribir con notable éxito y total libertad. Aunque antifranquista, su honradez le impide aceptar el mito de la feroz dictadura inventada por tantos sinvergüenzas o el del “páramo cultural”. Y denunció la “mentira profesionalizada” con que, al modo del Himalaya de falsedades que había denunciado Besteiro, se estaba desfigurando la historia de la que él era testigo, con fines antiespañoles y antidemocráticos. Eso le valió un creciente ostracismo cultural para sepultarlo en el olvido por parte de los mediocrísimos mandarines que han venido dictando los criterios literarios, como los historiográficos, desde entonces. Así estamos, hoy por hoy.
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La marcha de la guerra en Ucrania.
En los últimos días, el ejército ruso está retrocediendo de modo significativo, perdiendo en pocos días ciudades que le habían costado meses tomar. No sabemos cómo seguirá la contienda, pero estas retiradas han sorprendido a todo el mundo, también a mí, desde luego.
Cuando comenzó la guerra, hace seis meses, casi todos los analistas en España (y fuera) coincidieron en que Rusia vencería con la máxima rapidez, dada la desproporción numérica de los armamentos. Mi opinión, ya entonces, fue que Rusia tendría gran dificultad y que Putin se estaba jugando mucho en el empeño, quizá toda su carrera política. El error de los analistas provenía de no entender que no se trataba de una guerra entre Ucrania y Rusia, sino entre Rusia y la OTAN (Usa, Inglaterra y satélites). Y observé que la desproporción de presupuestos militares entre la OTAN y Rusia es tan brutalmente abrumadora (18 a 1) en contra de la segunda, que por sí misma exponía la verdad sobre quién provocaba el conflicto; y también la gran dificultad de una victoria rusa, a no ser que esta se consiguiese en muy poco tiempo, mientras que su prolongación provocaría a Rusia un desgaste creciente.
Zelenski pudo haber elegido la neutralidad y el respeto a los acuerdos de Minsk, es decir, la paz, pero no cesó un minuto en sus provocaciones y en una política de “desrusificación” que abarcaba hasta los grandes escritores rusos. Esto nunca habría podido hacerlo sin el respaldo y la incitación de la OTAN. El peligrosísimo punto al que se ha llegado es que ni la OTAN ni Rusia pueden aceptar la derrota, por lo que puede producirse una escalada militar de efectos imprevisibles.
La OTAN, perpetradora de varias invasiones y destrucción de países enteros, con incontables víctimas humanas y destrucciones materiales, es amiga y aliada de la tiranía marroquí, nuestro más peligroso enemigo potencial y no tan potencial. La OTAN ocupa un trozo estratégico de nuestro territorio, y mantiene bases que nos harían blanco de misiles nucleares. Nunca se había dado una diferenciación tan brutal entre los intereses más elementales del país y los de su casta dirigente. Y sin embargo ni un solo partido es capaz de plantear la neutralidad, ni siquiera como opción.
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Cuatro perros verdes : Moa Rodríguez, Pío: Amazon.es: Libros
VOX, claudicaciones que pasan factura



