Los gloriosos años 40 Una guerra sin igual: 164 – La División Azul devuelve la visita a Stalin – II / Ideología anglosajona – YouTube
Humanidad y conflicto
Ahora bien, vivimos en una época de globalización general, comenzada precisamente por España. Una época de estrecha interrelación entre países y culturas, no solo debido a unas migraciones como nunca antes, también a un continuo contacto por viajes, turismo, negocios, redes sociales, etc. Eso plantea un problema de convivencia, es decir, ¿cómo hacer para que la humanidad, con sus muchas culturas, intereses, ideas de la vida, de la convivencia, de la religión, etc., pueda convivir con cierta armonía y evitar conflictos devastadores? ¿No es mejor, en tales circunstancias, evitar las arrogancias, las pretensiones de superioridad, reconocer los abusos y crueldades del pasado hacia otros pueblos y hacia la mujer, y pedir perdón por ellos, imponer un idioma común, en una primera fase para comunicarnos unos con otros…? La globalización es un hecho inesquivable: ¿puede haber otra alternativa a la misma o, admitiéndola, otra visión de ella?
Efectivamente, ese discurso cala en mucha gente, porque se basa en evidencias (contacto estrecho a través de comunicaciones inmediatas y el más íntimo de las migraciones, incluso el turismo…). Y porque trata de darles una salida para evitar los conflictos, máxime cuando hoy los conflictos pueden ser más destructivos que nunca, y no parece lógico, ni siquiera posible, que los países se encierren en sí mismos aun si quisieran. Sin embargo el concepto general es típicamente ideológico: si las diferencias causan conflictos, ¿por qué no eliminarlas? Naturalmente las diferencias de culturas, religiones, etc., están ahí, no se las puede eliminar, pero se puede negar su importancia: todas son iguales y todas iguales a nada, en definitiva, quedando como valor de referencia el dinero. Sin embargo no hay solo diferencias culturales en un plano horizontal, sino también en un plano vertical, es decir, unas son superiores a otras. Nadie puede negar que la cultura europea ha producido más arte, pensamiento, ciencia y técnica que ninguna otra, sin posible comparación. ¿Se puede extender esta cultura a todo el mundo? Algunos de sus aspectos, como la técnica, sí, otros es más difícil. Y está la religión, que es el gran problema de la civilización europea, pues su raíz cristiana, en otros tiempos vivificante, ha sido en gran medida desplazada por las ideologías, que vienen a ser religiones sucedáneas. Y por otra parte todas las sociedades humanas son conflictivas a la vez que cooperativas. Ello deriva de las propias características humanas. La conflictividad solo puede ser anulada al costa de eliminar los propios rasgos de la humanidad. Y por ahí van algunos abiertamente, es la nueva ideología tras el fracaso de las anteriores, pero con los mismos principios.
Pero con eso no ofreces una salida real al problema que he dicho..
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La vida aplanada
No me ha quedado claro cuál será el tema de la última novela de tu trilogía, pero, si me permites una sugerencia, creo que un tema interesante sería el destino de los protagonistas de “Perros verdes” cuando llegaran a la vejez, más o menos por estas mismas fechas que hoy vivimos: ya que un tema de los jóvenes es el del sentido de la vida, nada mejor que una recapitulación de ella cuando su ciclo vital se acerca a su fin. De uno, Diego, ya sabemos por las memorias de su padre en qué ha quedado, y yo diría que es el mejor ejemplo de un gran naufragio vital, pues él ha ligado su vida al triunfo del comunismo, que él daba por seguro en los años 60 y que a su vez ha implosionado un cuarto de siglo después. Y los otros van por el mismo camino, excepto si acaso Santi, que pide poco a la vida… pero que podría reencontrarse con Arsenio en nuevas circunstancias, por ejemplo. Mariantonia también sería un buen caso, y Chano, si es que no lo has matado ya.
Ya me has sugerido otras continuaciones, pero mi idea es distinta. Los dos relatos, el último y el de Sonaron gritos y golpes, son independientes, aunque he introducido un hilo entre ellos en la figura de Diego, que no sabe siquiera por qué le han puesto ese nombre. Es el hilo del comunismo, que resulta crucial en la primera novela y sigue estando muy presente hacia finales de los 60. Pero el ambiente es ya hoy muy diferente. Chano tiene afán de conocer la vida en todas sus facetas, la riqueza y la pobreza, los tiempos duros y los fáciles, el peligro y la calma, para asombro de Mariantonia. Pero se queja de que el ambiente de la paz en que vive, de la prosperidad ambiente, es penoso, tedioso, los días pasan iguales unos a otros, etc. Y las aspiraciones e ideales se quedan en eso, sin salida, aplastadas por la vulgaridad de la existencia, como en el teatro de Chéjof. Es el tiempo del teatro del absurdo, del existencialismo… Del descontento, el malestar con la vida de prosperidad de aquellos años en Europa. La próxima novela debería describir el nuevo ambiente, de descomposición moral y social en medio de la abundancia y bajo la amenaza de completa destrucción no ya de la civilización, sino de la humanidad misma.
Era solo una sugerencia, por supuesto, no soy yo el escritor, pero para mi gusto enfocarla del modo que te digo le daría más profundidad existencial, por decirlo de alguna manera, pues si Chano y quizá los demás se sienten amenazados por una banalidad social que podría aplastarlos en el futuro, estaría bien describir cómo se habrían desarrollado las cosas desde entonces. Porque aunque se sientan amenazados, son todavía “perros verdes”, son especiales, no están aplanados por horizonte estrecho de “el fútbol y las chicas”, tienen aspiraciones aunque no saben bien cuáles, si exceptuamos a Chano y a Diego, y a Mariantonia, y, claro, a Luisa, aunque esta solo queda bosquejada. Diego sí ha sido aplanado, como ya sabemos de la novela anterior, pero ¿y los demás?
En cuanto a los personajes: ninguno acepta la vulgaridad de la vida, ni se sienten –todavía– aplastados por ella como en los relatos de Chéjof, y ni siquiera Moncho llega a sentirla realmente absurda. Están llenos de vitalidad, tanto en esta novela como en la anterior, pero no sabemos qué será de ellos después. En la próxima estará, o intentaré que esté, el ambiente actual, pero no tienen por qué ser los mismos personajes. He pensado escribir, pero seguramente no lo haré, aunque otros podían intentarlo, un reencuentro de tres personajes que habrían estudiado juntos de niños en una escuela de aldea gallega; luego habrían seguido cada cual su trayectoria, y volverían a juntarse, ya viejos, con motivo de una fiesta del lugar. Entonces se contarían sus vidas. La cosa podría enfocarse como un relato de trolas bajo el lema de un personaje de Cunqueiro que decía algo así: “Créeme, Pepiño, tienes que creerme, hombre. Total, ¿qué trabajo te cuesta?”. Ojo, que ahí hay mucha filosofía.

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