**El Doctor, el Coletas, el Torra y otros cuantos deben ir a la cárcel, si no queremos que conviertan en cárcel al país
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“Una historia enferma”
Usted es probablemente el único que ha cargado contra el movimiento regeneracionista, que sin embargo ha sido aceptado por tirios y troyanos como un noble intento de regenerar una España tísica y que ha movido a muchas de las personalidades políticas a intelectuales españolas más valiosas del siglo XX.
En primer lugar, España no estaba tan tísica: se estaba recuperando de un siglo XIX desastroso, aunque no todo en él fuera malo. El problema es que los regeneracionistas encontraban que España había tenido una historia enferma o anormal, como decía Ortega, un pensador importante pero que en cuestiones políticas e históricas desbarraba con gran autoridad. Y, al contrario, solían ver en el siglo XIX, ¡precisamente! una época “vital”, de buen espíritu, aunque terminara frustrado por la Restauración.
El mundo al revés, según usted. ¿Lo bueno era lo anterior al siglo XIX? ¿Lo malo era la europeización?
Empecemos por lo último. En Nueva historia de España, en los libros sobre la Reconquista y Europa, he intentado responder a esas cuestiones, que generalmente se plantean desde una distorsión de la historia de España y una ignorancia básica de la europea. España es directamente hija de Escipión y de Leovigildo, si se quiere personificar así; es decir, es parte de Europa desde los orígenes. Quiero decir de Europa occidental, porque hay tres Europas bastante distintas. Con la invasión islámica pudo haber ingresado en el Magreb, pero la Reconquista hizo volver la península a Europa. Ha participado, con rasgos propios, como las demás naciones, en los grandes movimientos culturales, desde el monástico o el románico hasta las ideologías salidas de la Ilustración, en las que estamos.
Lo que se entendía en el regeneracionismo por europeización consistía esencialmente en cosas como el impulso a la ciencia, la secularización social, la democracia, la alfabetización… Eso se entendía y no otra cosa, nadie en su sano juicio se opondría.
Claro que nadie se opondría, pero…
Sí se oponía una corriente que en definitiva quería volver al Antiguo Régimen, a la España católica martillo de herejes, a la desconfianza del pensamiento y la ciencia, “de cerrado y sacristía, de Frascuelo y de María, de charanga y pandereta, como bien resumía Antonio Machado.
Esa oposición fue común a toda Europa. Es claro que el Antiguo Régimen había cumplido su misión, si lo queremos ver así, no tenía futuro desde finales del siglo XVIII. Pero empezó a ser demolido mediante una orgía de sangre y terror en la Revolución francesa y luego en las guerras napoleónicas, que en España fueron especialmente catastróficas. Es natural que suscitaran una oposición, aunque luego las ventajas del nuevo régimen, el liberal esencialmente, fueran imponiéndose con mayores o menores dificultades. En España igual que en la mayoría de las naciones.
Pero en España siguieron predominando las viejas capas dominantes, no hubo una verdadera revolución.
Oigo esa historia a menudo: ¡Siempre es la reacción, la derecha, la que manda, pase lo que pase, ya desde Recaredo o desde los comuneros! ¡A ver cuándo le toca al pueblo, a sus verdaderos representantes! Esa simpleza está en la base de las demagogias del PSOE o del republicanismo de izquierda del siglo XX. Pero es lo contrario. La “derecha” si así queremos llamarla, el Antiguo Régimen, fue derrotado en el siglo XIX por la izquierda, que eran precisamente los liberales, y lo fue en guerras, especialmente la primera, que equivalía a una verdadera revolución. A continuación se copiaron mejor o peor las instituciones francesas o inglesas. Los mayores problemas del siglo XIX no fueron entre liberales y carlistas, sino entre liberales moderados y exaltados. El liberalismo funcionó bastante mal, España quedó como potencia casi insignificante en Europa –no en África– y para arreglarlo surgieron en el siglo XX nuevos movimientos revolucionarios, que conducían al totalitarismo y a la guerra civil, y que vuelven a amenazar lo logrado, mucho o poco, con el liberalismo, fundamentalmente las libertades políticas y la propia unidad nacional. Hay que tener cuidado con esos “análisis” tan frecuentes, que más que simplificaciones son simplezas de las que ya tenemos experiencia.
Usted pretende, en resumen embellecer un estado de cosas anterior a la Revolución francesa…
Yo no embellezco nada. El Antiguo Régimen es lo que hubo durante siglos, probablemente sus raíces están en el modo como cayó Roma y la imposición de reinos bárbaros germánicos. Pero reducir a eso toda la historia es absurdo. ¿Qué vamos a decir, que toda la historia desde entonces ha sido un error o un crimen hasta que hemos dado con la receta definitiva? Ni ha sido un error ni hemos dado con una receta definitiva. Baste recordar que desde la Segunda Guerra Mundial, Europa ha pasado a segundo término en los terrenos político, militar y cultural en el mundo. Europa, y con ella España, han evolucionado a través de movimientos culturales y políticos de gran calado. En unos países les ha ido mejor, en otros peor, es lo normal. ¿Por qué en España ha funcionado mal, hablando en general, el liberalismo? Es una cuestión interesante, que abordo de modo indirecto en Nueva historia de España, pero que vendría bien tratarse de modo directo, partiendo del hecho de que el carlismo estaba condenado.
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Una obra maestra del espionaje y la pericia naval.
En agosto de 1780 los ingleses prepararon un extraordinario convoy con todo tipo de provisiones, armas, soldados y una enorme suma de dinero destinados a la India y sobre todo a sofocar la guerra de independencia de lo que sería Usa. Se trataba de 52 barcos de carga (armados pero con débil potencia de fuego), escoltados por un solo navío de línea y dos fragatas. La debilidad de la escolta para una carga tan valiosa, se debía a que el año anterior una flota franco española bajo mando francés, después de haber desbaratado a una flota inglesa, había tenido ocasión de desembarcar en Inglaterra, en cuya costa sur de desató el terror. Pese a los apremios del jefe español Luis de Córdova, el superior francés, Guillouet, vaciló, a los pocos días se desató una peste en los navíos y la escuadra tuvo que volver a Francia. Sin embargo el gobierno inglés quedó tan alarmado que prefirió dedicar el grueso de su armada a la protección de la isla. Por esa razón, el gran convoy iba poco protegido, y para no ser detectado se le dio orden de navegar lejos de la costa y de las rutas habituales.
El espionaje español en Inglaterra consiguió enterarse en líneas generales y pudo advertir a España. Así una flota hispanofrancesa al mando, esta de vez, de Luis de Córdova y de José de Mazarredo, partió en búsqueda de los ingleses, perdidos en la gran extensión del mar. El convoy fue localizado el 9 de agosto en inmediatamente se dio la orden de ataque. La escolta inglesa, al constatar la superioridad de la flota enemiga (27 navíos de línea españoles y 9 franceses), se dio a la fuga dejando a su suerte el valioso cargamento; los demás barcos trataron de huir a su vez, dispersándose. Sin embargo fueron todos (52) capturados sin resistencia, salvo los tres de protección, que fueron los primeros en desaparecer. El botín fue uno de los mayores, si no el mayor, de la historia naval: armas, municiones, vestimenta y otros pertrechos, y un millón de libras esterlinas, suma extraordinaria para la época, además de 3.000 prisioneros. Fue el mayor desastre logístico de la historia inglesa y causó otro desastre financiero, hundiendo la Bolsa de Londres.
Importa señalar además otra consecuencia: la fuerza inglesa en Usa quedó inevitablemente debilitada, lo que hubo de influir en su capitulación al año siguiente en Yorktown, después de una batalla que fue poco más que una escaramuza. Por su parte, Bernardo de Gálvez había expulsado a los ingleses de Florida y bloqueado su paso por el Misisipi, impidiéndoles atacar a los insurrectos por el oeste.
Fue sin duda una operación maestra del espionaje y de la pericia de la marina española, y quizá el último de sus grandes éxitos. Veinticinco años más tarde, en Trafalgar, se acabó aquella trayectoria, la más importante de la historia naval humana. Y con la invasión francesa el país pasaría a potencia de segunda o tercera clase.
Estaría bien un documental o serie de ellos que relatasen la historia naval española desde, por ejemplo, la Guerra de los Cien Años hasta Trafalgar. A ver si alguien tiene la iniciativa.
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UNA HORA CON LA HISTORIA
133 – Historia criminal del PSOE (13): Los insurrectos en Asturias entran en crisis. https://www.youtube.com/watch?v=Wa_-VTEs_5k





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