Liberalismo cañí
La base ideológica del PP es cierto liberalismo, que podríamos llamar liberalismo cañí (no es el único liberalismo) tal como se llamaba “marxismo cañí” al barato marxismo español. Un liberalismo cuyo eje intelectual es “la pasta”, “la economía lo es todo”. como sentenció su principal pensador, Rajoy, y era también la idea de Aznar y de la UCD.
Ese liberalismo tiene varias semejanzas con aquel marxismo, y no solo por sus versiones generales desde la economía, tan proclives a materializarse en corrupción. O por su esterilidad teórica, que no aporta nada a sus propias doctrinas.
Otra semejanza es la veneración infantil a alguna potencia exterior: a la URSS los comunistas, a Anglolandia los libercañís. La nación española, su idioma y cultura más bien les resbalan; muchos hasta creen que no existen, o si acaso solo surgen en la historia con la Constitución liberal de 1812, nunca aplicada, por lo demás. Ello no les impide hablar de amor y defensa de España, pero su amado ideal es precisamente una España sin apenas pasado, satelizada cultural y políticamente. Creen también que lo de los separatismos es cuestión de pasta, y sobornándolos se aplacarán. Y que si España se disgrega, tampoco pasa nada demasiado grave, mientras sigamos en la UE y la OTAN, y haya pasta.
También les asemeja su carácter anti o a-democrático. El nuevo frente popular ataca “legalmente” las libertades políticas y personales, y los libercañís se desentienden: lo ven como minucias que distraen de los “verdaderos problema”, es decir, de la pasta. Dicen ser grandes gestores económicos, aunque nunca pasaron de mediocres.
Asimismo les une un antifranquismo visceral. Los marxocañís odian al franquismo por haber sido –dicen– una dictadura fascista. Los libercañís por ser meramente una dictadura. Dentro de ello, los comunistas lucharon y se arriesgaron contra el franquismo, mientras que los liberales prosperaron en él, dentro y fuera del aparato gubernamental de la dictadura. Porque un libercañí sabe explotar las oportunidades crematísticas, y aquella intolerable dictadura parece haber ofrecido bastantes.
Los libercañís llegan a perdonar un poquito a Franco sus últimos veinte años, pero los primeros veinte les parecen “terribles”. Años en los que el franquismo salvó a España de las invasiones, bombardeos masivos y deportaciones de la SGM; en que derrotó a la guerrilla comunista del maquis; en que derrotó a un criminal aislamiento destinado a hambrear España, impuesto por soviéticos y anglosajones, más un coro de democracias y tiranías a la par; en que España se reconstruyó con sus propias fuerzas en medio de tantas dificultades, sin el condicionante Plan Marshall, al revés que el resto de Europa occidental; en que salvaguardó la soberanía española contra viento y marea… ¡Nimiedades para un libercañí!: había dictadura y poca pasta, así que lo demás sobra…
Hay, sin embargo, diferencias de fuste. Los libercañís son totalmente incapaces de producir arte (aunque sí saben hacer negocio con él), y ni siquiera entienden la importancia de la universidad. Ya en el franquismo se dejaron arrebatar la universidad sin apenas resistencia, y el terreno del cine, la literatura o la música se lo dejan sin problema al nuevo frente popular, que resulta más inventivo.
Pero la diferencia mayor radica en la Gran Política, de la que los libercañís carecen, simplemente. El nuevo frente popular sí la tiene: su versión de la guerra civil y el franquismo. Bien entienden que al falsear la guerra e ilegitimar al franquismo socavan simultáneamente la idea de España y de la libertad, usurpan la legitimidad democrática y ponen a la defensiva a una derecha falta de idea de España y de la democracia. Por esa falta se han hecho los libercañís cómplices de tal destructiva gran política.
La situación empezó a cambiar con el auge de VOX, debido sobre todo a que este sí invocaba una Gran Política, poniendo en primer plano la defensa de la nación española más, en segundo plano, la defensa de la democracia. En este segundo aspecto tiene lagunas peligrosas a largo plazo, aunque corregibles en principio: la unidad de España viene del franquismo, y también la democracia, que de ningún modo podía proceder de su oposición. La invocación sentimental a la concordia no resuelve nada. Es preciso insistir en lo que explicó Besteiro: que quienes salvaron la unidad de España y su cultura fueron los nacionales. Y explicarlo con la misma o más energía y claridad con que el neofrente popular pretende lo contrario.
Mientras no se entienda bien la cuestión serán posibles todas las ambigüedades, que en definitiva beneficiarán siempre al frente popular y a su cómplice el PP. Abandonar la gran política que ha dado fuerza a VOX por políticas y tacticismos menores, siempre a la expectativa de las encuestas, significará el hundimiento de VOX como alternativa.
Uno de los mayores peligros tacticistas es la idea de que lo esencial es echar al Dotor. Echarlo para sustituirlo por fulanos tan siniestros como Feijoo, con VOX como auxiliar, es sustituir la alternativa por los cabildeos de ocasión. VOX se encuentra ahora mismo en la encrucijada de mantenerse como alternativa de gran política, o quedarse en un PP bis más vocinglero y sin verdadero fondo, al estilo de Ayuso. Y una gran ocasión para evitar esto último es, precisamente, hacer de la lucha contra la memoria chekista una campaña de Gran Política.
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El mejor antídoto contra las “memorias” tóxicas de separatistas y socialistas es la verdad histórica.


A muy pocos nos importa la idea de España, pero a qué pocos. Ni aún el peligro de la guerra ha servido de soldador. Al contrario: se ha aprovechado para que cada cual tire por su lado (Azaña). En cambio en el bando nacional era clave la idea de España, nacional y cultural, y eso fue lo que en definitiva le dio la victoria. Hoy, a la derecha libercañí, que es casi toda ella, la idea de España tampoco le importa. Es “europeísta” sin saber casi nada de Europa, y atlantista a la gibraltareña, no partidaria de España.
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La jornada.
Santi se impresiona por la influencia cósmica (la marcha del sol) en los actos triviales humanos de cada día, e intenta reflexionar al respecto. ¿Qué influencia puede haber? Los actos diarios de las personas son inmensamente variados, mientras que el paso del sol por el firmamento se repite prácticamente igual e indiferente, día tras día, milenio tras milenio. Y sin embargo es obvia esa influencia, pues sin el paseo solar ningún acto humano sería posible. Intuición que ha llevado a la astrología: los astros marcarían el destino de las personas por encima de la multiplicidad y contradictoriedad de sus actos, que resultarían en definitiva irrelevantes. En todo caso, es una influencia tan evidentemente fundamental como imposible de concretar, y Santi experimenta cierta fatiga mental al considerarlo.
A continuación, los cuatro estudiantes comienzan a divagar sobre el sentido de la vida (otro tema muy raro en la novela actual), partiendo de un incidente burlesco y vulgar. Cada uno tiene una opinión al respecto, que es una opinión sobre lo que espera de la vida. Normalmente la discusión, como tantas, quedaría olvidada y, como el asunto del sol, no influiría para nada palpable en la jornada que se abría. No obstante, aunque los cuatro van a la universidad, como de costumbre, ninguno de ellos entrará en clase aquella jornada.
Como partes de una trilogía, las dos novelas son complementarias, no tanto porque los personajes sean los mismos, no lo son, como porque la primera trata los recuerdos de juventud que escribe un viejo tras una especie de iluminación, y la segunda se centra en las reflexiones e incertidumbres de jóvenes ante la vida que esperan. Está además el trasfondo histórico de una época violenta y otra pacífica, pero inquieta y bajo cierto signo intelectual del absurdo. De nada de esto trata la actual novelística española, y creo que por eso resulta un tanto insustancial, de mero entretenimiento.
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El verano de 1976 resultó en extremo complicado, con posibilidad de que naufragase el proyecto franquista de una reforma que impidiese una transición desastrosa como la de la monarquía a la república en 1930-31: 248 – Verano del 76, terrorismo y separatismo | Guerra civil y franquismo – YouTube