Ha salido ya la segunda edición de Por qué el Frente Popular perdió la guerra civil. Causas y consecuencias históricas. Lo considero un libro definitivo en el sentido de que acaba de una vez por todas con el mito de un frente popular democrático y de la interpretación de la guerra como pugna entre democracia y fascismo o reacción. El Frente Popular se compuso, como ahora, de una alianza entre totalitarios y separatistas, y la guerra se libró precisamente contra el totalitarismo sovietizante y la desintegración de España. Lo vengo explicando en algunas presentaciones que animo a mis lectores a difundir, porque la lucha en el terreno de las ideas debe arreciar al máximo como una forma de evitar que se repita lo peor del pasado.

**************
España se latinoamericaniza
Los incidentes con Bolivia protagonizados por el gobierno gangsteril del Doctor, muestran la latinoamericanización progresiva de España a manos de unos políticos muy ligados a la Venezuela de Maduro. El nuevo frente popular zapaterista no tiene otra opción que degenerar progresivamente, de ilegalidad en ilegalidad, hacia la fragmentación de España y la liquidación de la democracia, convertida en una kakistocracia (poder de los peores). Y lo viene haciendo a un fuerte ritmo. Ha sido un proceso comenzado realmente por la derecha poco después del referéndum del 76, pero que con Aznar y su lucha eficaz contra la ETA parecía entrar en un proceso de reforma (la ETA ha tenido un peso de la mayor importancia en toda esta evolución, como he expuesto en La Transición de cristal y en Los nacionalismos vasco y catalán...). La reforma quebró tras los atentados del 11-m y la vuelta del PSOE al poder, en 2004.
Entre ambos hechos –atentados y triunfo de ZP– hay una clara relación: quizá el PSOE no tuvo que ver con aquellos (o quizá sí: el crimen nunca fue aclarado y la historia criminal del PSOE no debe olvidarse nunca); pero su explotación, fraudulenta, como siempre, junto con la inanidad moral y política del PP, cambiaron la historia. ZP montó un nuevo frente popular de hecho y el régimen cambió. Un régimen se caracteriza por una legalidad más o menos determinada, y así, cuando el Frente Popular llegó al poder en 1936 mediante unas elecciones fraudulentas, la legalidad de la II República fue arrasada. De modo semejante, antes de ZP no había leyes totalitarias y ahora las hay, con pretensión incluso de dictar o vigilar los sentimientos de las personas. La ETA fue rescatada y convertida en potencia política por un gobierno ideológicamente muy afín a ella. Los separatismos fueron reimpulsados con nuevos estatutos anticonstitucionales promovidos por el PSOE, no por los propios separatistas. La agonía de Montesquieu se aceleró. La satelización política y colonización cultural fueron reimpulsadas. Esto fue un auténtico cambio de régimen, insisto, practicado por unos ilusionistas de la política, con todos sus puntos aceptados por el PP y luego aplicados por este cuando volvió al gobierno.
Esta deriva siniestra tiene el fondo del antifranquismo, tanto más virulento cuantos más años pasan desde la desaparición de aquel régimen: porque es la coartada perfecta para que el nuevo frente popular, que hoy incluye al PP, cometan impunemente fechoría tras fechoría. Y así nos vamos acercando al final de un proceso que, si no se encuentra la vía política para desmontarlo, nos conducirá a una situación como la de Venezuela o a una salida violenta. Porque entre la tiranía y la rebelión los hombres libres siempre han optado por la rebelión.

**************
El poder de las tinieblas
–¿Qué os parece lo de esa señora, que la literatura española es banal menos la novela aquí de nuestro amigo Moa?
–No te cachondees a lo tonto, no ha dicho eso.
–A que ninguno ha leído El poder de las tinieblas.
–Yo lo leí hace bastantes años. Creo que iba de las intrigas de unas mujeres con el sexo y el dinero de fondo. Muy deprimente. Unas pasiones brutales. Tolstoi resulta ahí muy misógino. Pero decía que la causa es la falta de educación de las mujeres.
–Esa explicación es una bobada y echa a perder la propia obra. La maldad se da igualmente entre la gente más educada. Pero Tolstoi tenía esa manía, de confundir la ciencia con la moral. Como tanta gente.
–Así que el dinero y el sexo. Como lo dices, me sugiere los bienes de la tierra, lo material, lo palpable, frente a los bienes del espíritu. Ha habido dos grandes movimientos de rebeldía frente al espíritu, el marxismo y el freudismo. Bueno, ha habido y hay más, pero estos son muy elaborados. Para Marx, el dinero, es decir, la economía, para Freud el sexo. Para Marx, la moral no expresa más que los intereses de la clase dominante, que explota a las demás, y por eso cambia según sea esclavista o feudal o burguesa. El proletariado desarrollará su propia moral cuando consiga el poder. Para Freud lo esencial era el sexo, y el espíritu, el “super yo” no era más que una sublimación de la sexualidad; sublimación es lo mismo que engaño. La moral tiene que reprimir la sexualidad, con lo que provoca el malestar de la cultura, pero tiene que hacerlo porque, si no, sería una guerra de todos contra todos. Es una moral convencional.
–¿Moral y espíritu son lo mismo?
–Quizá no, pero la moral es el producto más elevado del espíritu. Posiblemente, eh, no lo afirmo.
–Muy esquemática esa explicación de Marx y Freud, pero aceptable. Aparte de eso, yo creo que lo que hay ahora tiene poco que ver con Marx y con Freud. Más bien con el nihilismo liberal. Mirad a la gente pendiente de los móviles para ver en ellos mil chorradas… En medio de tanta seudoinformación y diversión se pierde el sentido de las cosas.
–A todo esto, ¿qué es eso de la banalidad? ¿La vulgaridad? ¿Y qué tiene de malo la vulgaridad?
–Ya expuse otra vez mi punto de vista. El hombre es un producto de la tierra y del sol. Para la psique humana, la tierra son esos impulsos elementales, los titanes, y el sol es el espíritu, que puede ser también arrasador. Si se equilibran, bien; si no, vienen los problemas. En la superficie del planeta, los hombres tienen que convivir, sus deseos chocan con los de los demás, y eso genera una moral convencional o banal. Pero por debajo de la superficie existen fuerzas que llegan a estallar violentamente, en crímenes, por ejemplo, o en tiranías, en guerras… Además, siempre pensamos que lo creativo es lo bueno y lo destructivo lo malo, pero no es así. Creación y destrucción van juntos y sin una no habría la otra. Solo pensad en la enorme destrucción de vida que perpetra el ser humano para sobrevivir. O en este mismo derroche que hace la naturaleza: el ser humano es la forma de vida más compleja, de una complejidad que va muchísimo más allá de lo que el cerebro de un hombre puede concebir. Y sin embargo, habiendo creado esa cosa asombrosa, la naturaleza la condena a la destrucción y destruye cada ejemplar que crea. Esto, bien pensado, es enormemente irracional, es lo más antieconómico que uno pueda imaginar.
–¿Por qué no nos ceñimos al tema?
–¿Y cuál es el tema?
–El poder de las tinieblas. El título de Tolstoi, supongo que en ruso dirá eso. Es un título justo. La luz no pasa de la superficie del planeta. Debajo es la oscuridad total. Pero en esa oscuridad hierven por así decir unas fuerzas monstruosas. La obra de Tolstoi, no la he leído, pero por lo que has dicho… pone de relieve la acción de esas fuerzas oscuras que están en la psique humana. En la superficie todos procuramos comportarnos según una moral convencional, y esa es la banalidad. Tolstoi es un gran artista y expresa esas fuerzas indomables. Lo que has dicho de Marx y Freud: también lo expresan, Marx de manera explosiva, la revuelta de la materia contra el espíritu, y Freud de manera convencional: cierta represión aunque sea al precio de la neurosis, para evitar males mayores. Los dos consideran el espíritu algo derivado, miran al suelo, pero el espíritu viene de arriba, de más allá de nuestra experiencia concreta.
–Estás hablando de Dios.
–Estoy hablando del sol. Entre el sol y la tierra hay una evidente complementariedad y oposición, en cambio se supone que Dios también crea la materia, con esas fuerzas oscuras que los mitos representan como titanes o monstruos y que están en la psique humana. La literatura suele exponer casos extremos, incluso irreales, pero que atraen porque en ellos nos vemos reflejadas también las personas “normales”. Lo banal es lo que no tiene profundidad ni elevación. Podríamos definirlo así. En literatura es el mero entretenimiento, que juega incluso con lo monstruoso o lo terrorífico como una diversión más. Y tampoco tiene elevación. Hay una gran literatura de las tinieblas, como en Céline, en la que no se percibe posibilidad de elevación, un laberinto sin salida, y otra en la que la elevación predomina.
–Yo diría que existe también una literatura banal importante. Tú mismo lo has dicho: Cela es muy banal, realismo cutre. Una literatura sin profundidad ni elevación… Sin embargo es buena literatura.
–Cómo divagamos…
–El poder de las tinieblas lo tenemos ahora mismo en España. Me refiero al gobierno.