La caída de Constantinopla tuvo consecuencias transcendentales para Europa y en particular para Rusia, Italia y España y Portugal. En “Una hora con la Historia: https://www.youtube.com/watch?v=fASQxUujeMw

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P. ¿Qué hay de nuevo en su libro de historia de España? ¿Por qué ha sentido la necesidad de escribirlo?
–Nueva historia de España es un libro de síntesis, en que he tenido que manejar una cantidad muy grande de información, por lo que se ha deslizado cierto número de errores de detalle y erratas, eso es inevitable. Varios de ellos los he corregido en el libro sobre la Reconquista. Pero lo esencial, lo he explicado a menudo, es el enfoque. Hoy, debido a la extrema mediocridad de nuestra universidad –las excepciones confirman la regla– se plantean al respecto mil problemas arbitrarios, se niega la existencia de la propia España, se la retrotrae a Felipe V, a la Constitución de 1812, incluso a la de 1978, se habla de las tres culturas, de un Al Ándalus paradisiaco, o por el contrario se expone una visión diríamos clerical o integrista de la historia del país, se embrolla con “las Españas”… La confusión, mezclada de estupidez y de discusiones bizantinas, es inmensa. Por eso he escrito el libro.
P. ¿Se identifica o trata de desarrollar alguna escuela historiográfica en concreto?
–Propiamente no, aunque lógicamente, me apoyo en ideas y estudios de otros, pero si el libro se llama “nuevo” es porque creo que aporta cosas nuevas. Para empezar, he procurado salir de ese provincianismo tan extendido, casi generalizado, que explica nuestra historia como si el país hubiera estado aislado del resto de Europa y del mundo. Incluso me han criticado haberme ocupado de la evolución del mundo –de manera muy sucinta, lógicamente– en relación con la historia de España. Lo he hecho así porque, cosa en la que no se ha reparado mucho, es España la que descubre el mundo en su conjunto y pone en comunicación por mar a todos los continentes habitados, por primera vez en la historia humana. Pero dentro de esa exigencia metodológica, las novedades son muchas.
P. Parece una pretensión excesiva para un historiador al margen de las corrientes académicas.
–Eso no me preocupa, pues ya le he dicho que no me merecen mucho respeto esas corrientes. Quizá en otro momento exponga por más detalle por qué. Mucho de ello lo expliqué en La quiebra de la historia progresista… Pero detallaré algunas novedades.
*Comienzo la historia de España, no en Atapuerca o en los iberos y los celtas, sino donde comienza realmente, que es en la II Guerra Púnica. Antes no había historia propiamente hablando, ni existía Hispania más que como una realidad geográfica, como Mar Caspio o Península balcánica o Centroeuropa. No conozco otra historia que plantee el asunto de esta manera. Llamo a la II Guerra Púnica “la guerra del destino”, porque no solo determinó en gran medida la evolución posterior de España, sino también la de Europa.
*España es, culturalmente, una creación de Roma, y políticamente, es decir, como nación, de los visigodos desde Leovigildo y Recaredo. Creo que tampoco se ha expresado claramente esta tesis por nadie. Pero sin esa nación originaria, hispanogoda porque el elemento cultural dominante no es el germánico sino el latino, la Reconquista habría sido imposible.
*La Reconquista fue esencialmente un antagonismo entre dos naciones dentro de la península: España y Al Ándalus. El componente religioso fue fundamental, pero se trató de un proceso en primer lugar político. Desde el punto de vista religioso, España podía haber quedado dividida en diversos estados cristianos, como otros muchos que había en Europa y que no tenían la menor relación con España. Esto va contra el supuesto de algunos autores de que sin el catolicismo España se disgregaría volviendo al tiempo de los arévacos, vetones, carpetanos y demás. De hecho la influencia religiosa fue en gran medida la que impidió que se completara la Reconquista.
*Al considerar el auge cultural de Al Ándalus, expongo la diferencia entre la cultura popular y la de élite. En la primera creo que nadie en su sano juicio dejaría de notar la superioridad de España; en cuanto a la de élite (pensamiento, literatura, ciencia, arte…) la superioridad de Al Ándalus se acabó en torno al siglo XII. Quedó estancada mientras la española no cesaba de progresar, incorporándose a la creación de las universidades.
*Doy a las universidades una importancia central como columna vertebral de la cultura europea y por supuesto española, aunque pasaran por épocas poco brillantes. Sin ellas no se entenderá el auge español en el siglo XVI.
*Enel siglo XVI y parte del XVII, España logra una excelencia, por emplear esa palabra, realmente asombrosa, para ser un país poco poblado y poco rico comparado con Francia u otros: salva al catolicismo frenando a turcos y protestantes y expandiendo la doctrina por medio mundo, descubre el mundo como tal, según dije, frena el expansionismo inglés y francés, forma el primer imperio transoceánico de la historia… Y al propio tiempo crea una gran literatura original y una cultura propia, un arte y un pensamiento magníficos… Por supuesto, los tercios, los descubridores, los conquistadores, etc., tuvieron un papel esencial, pero no menos lo tuvieron los escritores, pensadores, los letrados y administradores y muchos personajes de gran mérito salidos de las universidades, en especial la de Salamanca. Sostengo que la enseñanza superior, más extensa que en los demás países europeos, fue la base real del auge español. Creo que esto es también un enfoque nuevo del asunto.
*Y precisamente debemos ver la decadencia en relación con el anquilosamiento de dicha enseñanza superior, mientras en otros países europeos el pensamiento emprende nuevos rumbos y se despliega el pensamiento científico. Nuevos rumbos que en España no prenden o prenden mal, en parte debido a cierta fascinación por los éxitos de otro tiempo, mal entendidos y que llevan a rechazar las novedades sin mayor criterio. La originalidad de España se pierde, y el siglo XVIII pasa a ser un “siglo francés”, con cierta satelización política y cultural a Francia, aunque España continúe siendo una de las grandes potencias, gracias sobre todo a su poder marítimo, que le permite conservar el imperio, si bien perdiendo la hegemonía en beneficio de Inglaterra.
*Creo que en general no se ha dado suficiente relevancia a la invasión napoleónica, que determina el siglo de mayor decadencia de España, cuyas consecuencias duran hasta hoy. Hay, como en todo, estudios muy detallados, pero en los que se pierden las líneas generales y las consecuencias. Se exalta a menudo la resistencia popular, que ciertamente convirtió a España en un infierno donde por primera vez se atascó Napoleón, pero la invasión dejó como herencia un país arrasado y radicalmente dividido. Hasta entonces, y desde los Reyes Católicos, España había sido quizá el país internamente más estable de Europa, con problemas internos secundarios, pero en el siglo XIX se volvió uno de los más inestables y guerracivilistas. Para colmo, la “ayuda” inglesa se tradujo, aparte de diversas atrocidades, en la pérdida del Imperio, debida en gran medida a su intervención indirecta y directa. Como amigos, los ingleses han resultado para España más peligrosos que como enemigos. Quizá un renacimiento cultural habría ayudado a cambiar las cosas, pero el anquilosamiento de la universidad empeoró, y en conjunto el país fue satelizado políticamente por Inglaterra y culturalmente por Francia.
*Por no entrar en detalles y considerando la cuestión en su conjunto, creo que los problemas dejados por la invasión francesa repercutieron hasta la II República, y que el franquismo supuso su superación en lo esencial. Pero la excesiva dependencia de la Iglesia y el Vaticano II han traído finalmente una situación cada vez más peligrosa. Un elemento clave de todo el proceso ha sido la leyenda negra, extendida al franquismo, una influencia muy depresora de las energías nacionales.
*En fin, por no extenderme más, considero que estos enfoques son en gran parte nuevos y que permiten entender mejor nuestra historia. La cuestión que se plantea es esta: Los grandes logros del siglo XVI o los del franquismo, ¿pueden servir de inspiración para un resurgimiento o hay que verlos como etapas a clarificar y ensalzar, pero como raíces en definitiva secas y que no pueden ayudar ante los problemas actuales? Opino que hay mucho que aprender de ellos, pero eso exige investigaciones e ideas que no acaban de aflorar en este “invierno de nuestro descontento”.
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