Descomposición de una sociedad
Hay cosas que, por más que uno las piense, no acaba de creerlas. Que la Iglesia haya sido cómplice con su silencio en la profanación de la tumba de quien la salvó del exterminio, es de una vileza tan infame que no podía reflejar mejor la decadencia moral de una institución que pretende orientar moralmente a la sociedad…
O que una monarquía que lo debe todo a Franco haya sido igualmente cómplice de dicho acto criminal perpetrado por la pandilla de delincuentes comunes que hoy gobierna España… No es fácil encontrar la expresión adecuada para el hecho.
O un partido cuyo origen directísimo está en el franquismo, se permita escupir sobre las tumbas de sus padres y abuelos, que justamente salvaron a España de la disgregación y la sovietización…
O que unos partidos de golfos, cuyas versiones de la historia no se sostendrían ente el menor debate libre, se permitan negar a los españoles su derecho a conocer su pasado de forma independiente…
Ya la cosa empezó mal en la transición cuando el partido más corrupto, golpista y expoliador de la historia de España, se presentaba en sociedad, como el de los “cien años de honradez y firmeza”. Firmeza, en todo caso, en el crimen. Sin que nadie expusiese la realidad más allá de un par de gracietas…
¡Y no pasa nada! Es decir: en apariencia no pasa nada. Todo sigue su curso.
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Crónica. Festejos proetarras.
**Uno de los espectáculos más cómicos de los últimos decenios ha sido el del PP haciéndose el antifranquista para congraciarse con los demás “demócratas”, y estos tratándolo a patadas: “¡Qué vais a ser antifranquistas, sois los asesinos de García Lorca”. Todas las patadas no bastaban para que el PP adoptase una actitud un poco más viril. Ha sido como esas mujeres que han perdido toda autoestima y tratan de complacer a su maltratador (o maltratadora).
**El PP se muda de sede. Hasta ahora no se habían percatado de que estaban en ¡un número 13! Pero ahora ya es tarde y el mal está hecho. Creo que la idea fue de Aznar el antifranquista. Nunca ha tenido el PP líderes muy despiertos.
**Casado el del máster, enamorado, ha pedido cien veces al Doctor que le conceda a él sus favores, en vez de al Coletas. Pero nada. El Doctor cree que el Coletas es más sexy, digamos más antifranquista.
**En Cataluña montan ruidosos festejos callejeros a favor de un proetarra detenido. ¿Quién podría acusarles? ¿Acaso los gobiernos de Zapatero, de Rajoy y el Doctor no han reconocido implícita pero bien claramente, que la ETA hizo “un buen trabajo”, recompensándolo políticamente?
**Una panda de descerebrados capitaneados por una tiorrilla se ha dedicado a proferir consignas nazis con el pretexto de homenajear a la División Azul. Que nunca siguió la conducta nazi con los judíos -ni con los rusos–, a miles de los cuales salvó el régimen que envió la División a devolver la visita a Stalin.
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Comentarios críticos
Me pregunta Luis del Pino cuándo estará en la calle el último libro de la trilogía empezada con Sonaron gritos y golpes a la puerta y seguida por Cuatro perros verdes. Va para largo todavía, porque estoy en otra cosa, y entre eso, el blog y otras obligaciones simplemente no tengo tiempo para nada. Incluiré aquí más esbozos. Pienso cambiar la estructura del blog.
La primera novela es difícil de encontrar ya en librerías, pero no está agotada y se puede encargar. Una de las cosas que echo en falta son comentarios críticos sobre las dos. Aparte del “no me gusta” apenas se llega más allá.
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Errores de García Domínguez
García Domínguez ha desmentido su teoría de que el separatismo ha crecido debido a la complicidad de PP y PSOE y a las propagandas sostenidas en estos decenios. Según él, se mantiene idéntico a como era a la muerte de Franco, en torno al 30% del censo electoral o menos. Por consiguiente, toda la propaganda, la enseñanza, la instrucción separatista no ha logrado cambiar el mapa político subyacente a la muerte de Franco. Manolo
El análisis de García Domínguez es de un optimismo perfectamente ajeno a la realidad. En 1977, solo la Esquerra se proclamaba separatista y solo sacó un diputado. En las primeras autonómicas catalanas de 1980, la Esquerra solo cosechó un 8,9% de los votos y Pujol, que se presentaba como solo autonomista (ya sabemos que fingía, pero era por algo. Tardó muchos años en mostrar claramente la patita), obtuvo el 27,83%. La UCD sacó un 10, 6%. El PSOE el 22,43; el PSUC el 18,77, y los andalucistas un 2,7. La idea de que los inmigrantes se abstenían en las elecciones regionales es en gran parte falsa: entre PSOE y PSUC sacaron más del 40% de los votos, y su electorado era básicamente inmigrante, y también lo era parte del de la UCD, con más del 10%. Hubo un 39% de abstención, pero es ridículo pensar que toda ella correspondió a los de otras regiones. Entre autonomistas y separatistas alcanzaban al 36,7 de los votos emitidos, y el 60,6% los “españolistas”. Estos últimos obtenían 76 escaños, más que la mayoría absoluta, y entre autonomistas y separatistas 57, teniendo en cuenta que los 43 de Pujol no se presentaban como separatistas. En otras palabras, muy pocos pensaban en la secesión, y los pocos que la querían la planteaban como una posibilidad a plazo indefinido más que como una probabilidad previsible.
Importa señalar que estos datos no reflejan la realidad a la muerte de Franco, pues habían transcurrido cinco años en que la propaganda antiespañola y antifranquista fue absolutamente dominante, sin que llegara a calar demasiado, como hemos visto. Y hoy encontramos que en el parlament los separatistas abiertos son ya una ligera mayoría absoluta con un 54% de los votos emitidos. Y lo que cuenta al final no son los votos potenciales, sino los efectivos. Así pues, el avance desde 1980 es muy importante cuantitativamente, pero aún lo es más cualitativamente: no solo se han radicalizado hacia una secesión abierta sino que también se han convertido en controladores de los gobiernos nacionales, de los que han obtenido mil ventajas, sin las cuales no habrían avanzado tanto ni remotamente. Con ello se ha producido otro fenómeno en la misma Cataluña, y es que tanto el PP como el PSOE se han convertido en la práctica en auxiliares de todas las políticas que han conducido a esta situación. De hecho, en el plano nacional, ninguno de esos partidos se siente capaz de impedir la secesión más que invocando a una UE fantasmal e implorando el mantenimiento de algún barniz unitario.
Y hay otro aspecto que debe tenerse en cuenta: el internacional, en el que la diplomacia y propaganda paralelas de los separatistas ha podido actuar con plena libertad y financiación, consiguiendo éxitos nada desdeñables ante la pasividad –complicidad de hecho– de los gobiernos “nacionales”, perfectamente anticonstitucionales en esta como en tantas otras cosas.
Es decir: ha habido un proceso de fortalecimiento, ampliación y radicalización de los separatismos en el que ha desempeñado un papel fundamental las políticas de PP y PSOE. Sin embargo son ciertas otras dos cosas: el separatismo no ha logrado prender en la mayoría de la población, pese a las enormes ventajas de que ha disfrutado; y ha aparecido un partido que puede emprender la reversión del proceso infernal.
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