Malhechores (VI): La Semana Trágica, un punto de giro en la política del PSOE

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Otra de las consecuencias del Desastre del 98 fue el auge del terrorismo o pistolerismo anarquista, en torno al cual fraguó en 1907 una Solidaridad Obrera entre los propios anarquistas, el sindicato socialista UGT y grupos republicanos. Su solidaridad se manifestó en mayo de 1908 contra una ley propuesta por el político conservador Antonio Maura  para contener los crecientes atentados, uno de los cuales, en 1906 había estado a punto de matar  Alfonso XIII y a su esposa el día de su boda en Madrid,  y había dejado decenas de muertos y mutilados.  Socialistas, libertarios y republicanos  arremetieron contra el proyecto, y a ellos se unió nada menos que el Partido Liberal, que alternaba el poder con el Conservador. Entre todos lanzaron una estruendosa campaña en las calles , obligando a Maura a ceder. Se ponía de manifiesto, una vez más, la ausencia de doctrina y principios muy característica de la derecha. Y, dirá Cambó, “Después gobiernos liberales y republicanos tuvieron que aprobar proyectos mucho más rigurosos” para contener  la anarquía social y el caos.

   Por otra parte, la guerra de Marruecos causaba descontento por el abusivo sistema de recluta,  que permitía a muchos eludirla mediante sumas de dinero,  abuso del que sacaba buen provecho  la agitación extremista, llamando a la rebelión. Solidaridad Obrera  organizó una huelga bajo soflamas incendiarias  el 26 de julio,  obligando a parar t los comercios del centro de la ciudad, y así comenzó la llamada Semana Trágica. Y en aquellas circunstancias, el 27  se produjo cerca de Melilla un combate en  el Barranco del Lobo, donde se construía un ferrocarril. El combate fue enormemente magnificado por toda la prensa de izquierda y separatista, así como por los liberales,  hablando de una “infame derrota”, y se compusieron  coplas populares como la que decía “Melilla ya no es Melilla/ Melilla es un matadero/ donde van los españoles / a morir como corderos”, y hablando de más de mil muertos. En realidad los españoles distaron mucho de morir como corderos, y los ataques rifeños fueron rechazados a costa de unos 150 muertos españoles y seguramente bastantes más de sus enemigos, como ha explicado Salvador  Fontenla en su excelente estudio La guerra de Marruecos (1907-1927) Historia completa de una guerra olvidada. Pero la propaganda izquierdista, en la que el PSOE desempeñó ya un gran papel, arreció y logró presentar las cosas como una catástrofe.

   El conjunto de los  solidarios vio en aquel episodio una buena ocasión de atacar a Maura. Pablo Iglesias llamó a “combatir al Gobierno empleando todos los medios. En vez de tirar hacia abajo, los soldados debe tirar hacia arriba”, es decir, contra sus jefes y gobernantes. La huelga de Barcelona se transformó en una orgía de incendios y saqueos.  Ardieron decenas de escuelas católicas, iglesias y otros edificios, y la ciudad se llenó de barricadas. En varias ciudades de la provincia la huelga tomó visos de insurrección y hubo de intervenir el ejército. La revuelta, encendida por una previa agitación frenética, costó entre 80 y más de cien muertos, según autores. Los partidos que antes habían llamado a la insurrección, entre ellos el PSOE, los republicanos de Lerroux, anarquistas  y  separatistas de izquierda, prefirieron hacerse los desentendidos una vez el golpe fracasó.

   La opinión pública consideró culpable principal al republicano Francisco Ferrer Guardia, apóstol de un terrorismo alucinado y creador de una  Escuela Moderna, concebida como centro de propaganda revolucionaria y terrorista, aunque se le atribuyen algunas innovaciones pedagógicas. “No nos interesa hoy hacer buenos obreros, buenos empleados, buenos comerciantes; queremos destruir la sociedad desde sus cimientos. Hoy nos contentamos con ideas de revolución en los cerebros” Según sus enseñanzas a los niños, Cristo “era un monje budista, procedente del monte Carmelo, cuyo “único acto de justicia consiste en matarse a sí propio, como autor de todos los males que sufren los hombres”.  Unamuno lo tachaba de “frío energúmeno, fanático ignorante”.  Sigue siendo un icono de la izquierda, especialmente en Cataluña. El propio Ferrer había sufrido una especie de atentado terrorista de su primera esposa, que le dejó malherido de tres tiros, por desavenencias conyugales.

   Ferrer era hombre adinerado por la herencia de una opulenta admiradora francesa.  Sus ideas, que él tenía por científicas,  eran en extremo simples y esquemáticas. Su íntimo amigo Lerroux, entonces en Argentina, declaró: “Cuando recibí la noticia de lo ocurrido en Barcelona, sentí aquella satisfacción interior que siente el maestro cuando ve a sus discípulos realizar una buena obra”. Él y Ferrer habían estado asociados estrechamente  en el terrorismo de la época. Sobre el sangriento atentado de 1906, Lerroux recuerda en sus Memorias:  “Ferrer me planteaba el problema de lo que podía suceder si, por ejemplo, ahora, con motivo de la boda del rey, ocurría cualquier tontería. ¿Qué tenían preparado los republicanos?”. La tontería iba a consistir en una bomba que hundiera la bóveda del templo de los Jerónimos sobre las cabezas de los contrayentes, príncipes reales europeos, ministros, diplomáticos  y demás asistentes a la ceremonia. No fue posible, y entonces el encargado del golpe,  Mateo Morral, profesor de la Escuela Moderna de Ferrer y con problemas de infidelidad con la esposa de su maestro, lanzó la bomba en la calle Mayor de Madrid causante de la carnicería. Aquella vez  Ferrer, que era masón como Lerroux, se había salvado por los pelos de la condena, gracias al suicidio de Morral,  pero nadie ignoraba su implicación en el crimen.

Una historia chocante: Los nacionalismos vasco y catalán en la historia contemporánea de España (Ensayo)

 

  Como los demás  promotores de la “semana”, Ferrer negó  toda relación con ella, pero el propio Lerroux, quizá por hacer de él un héroe, reveló sus lazos con Solidaridad Obrera, la promotora real y más o menos oficial de los sucesos. Y Ferrer fue ajusticiado unos meses más tarde, junto con otros cuatro agitadores. Y si Lerroux u otros querían crear un héroe, desde luego lo consiguieron. Ferrer fue convertido en un mártir por una  tremenda campaña de manifestaciones en toda Europa, instrumentada por socialistas y masones . Hubo decenas de heridos y algún muerto en París, Roma y Bruselas, y protestas de Berlín a Lisboa y de Praga a Turín. El ajusticiado recibía los títulos de “pedagogo genial”, “nuevo Galileo”, “educador de España”, víctima del “clericalismo asesino y de sus aliados militaristas”, de “la Inquisición”, etc.  Bruselas le dedicó una estatua. No era la primera campaña de este tipo, siempre con todos los tópicos de la leyenda negra por delante, ni sería la última. Cambó, que empezaba a moderarse políticamente, escribirá:  “Aquel hombre inculto y grosero, cuyos méritos consistían en haberse apoderado de la fortuna de una pobre vieja (…) apareció como el símbolo de la virtud y la cultura. La España que lo había fusilado en cumplimiento de la Ley aparecía como la España de la Inquisición. No hay que olvidar que Ferrer i Guàrdia ocupaba uno de los lugares prominentes en la Masonería, y que la Masonería internacional tomó el affaire Ferrer con el más grande entusiasmo”. Cierta propaganda historiográfica insiste en que fue condenado “con insuficiencia de pruebas”.

   La Semana Trágica había sido un fracaso para sus promotores, pero mediante la campaña de Ferrer (la ferrerada) estos supieron convertirla rápidamente en una gran victoria, arrinconando al gobierno bajo el lema “Maura no”, inventado por Lerroux.  Contra Maura él se aliaron los socialistas, los anarquistas, los republicanos y los mismos liberales monárquicos, que vieron la posibilidad de volver al poder y no pensaron en otra cosa.  Maura representaba por una parte la autoridad, y por otra era el único político que en aquel momento tenía una idea y un programa claro de reformas factibles, bautizado como una controlada  ”revolución desde arriba” para evitar la incontrolable “revolución desde abajo”, que había mostrado sus rasgos en la Semana Trágica. Había promovido importantes reformas sociales, pero el débil y maniobrero Alfonso XIII se negó a respaldarle, por lo que su gobierno cayó, y la demagogia campó ya a sus anchas en la política. Esta técnica de convertir una derrota en victoria mediante acusaciones desaforadas a quienes habían defendido el orden,   sería bien aprendida y  aplicada por el PSOE en otros momentos.

   Curiosamente,  Lerroux también se asustó, y bajo sus dichos desaforados inició una política más tranquila, animado también por una fortuna ganada en Argentina. Según Pío  Baroja  “ya entonces Lerroux tenía como ideal la respetabilidad y pretendía hacer un partido de hombres graves”. Entre 1909 y 1910 se hizo popular en los medios intelectuales madrileños, atrayendo a sus filas o proximidades  a figuras como Ortega y Gasset, Baroja, Pérez de Ayala, Álvarez del Vayo, Albornoz, etc. Ortega le elogiaba con un punto de extravagancia: “La historia del señor Lerroux es un manual de la perfecta eficacia”.

    En todos estos procesos un PSOE todavía pequeño desempeñó un papel de segunda fila, aunque agitó al máximo. Porque compartía plenamente el ideario antiespañol, anticatólico y antimilitar de los demás partidos “solidarios”.  Y en noviembre de aquel año admitió la república y formó la “Conjunción republicano-socialista”  con el partido de Lerroux y con vistas a derribar al régimen. Se daba la paradoja de que conforme Lerroux se moderaba, el PSOE se radicalizaba. Al año siguiente Pablo Iglesias alcanzaba un escaño parlamentario, con le decisión de utilizarlo para demoler al régimen parlamentario y liberal que le permitía organizarse, desplegar su propaganda y hacer política.

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Alfonso II el Casto es una figura clave en la historia de España: superó la amenaza inminente de aniquilación de Oviedo, normalizó la reivindicación del reino hispanogótico y creó el Camino de Santiago: https://www.youtube.com/watch?v=XZWpeMfoHwA&t=228s

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Malhechores (V) La historia da un cambio en 1898

El régimen  de la Restauración en que creció el PSOE, imitaba básicamente el sistema inglés, con algunas peculiaridades. Como el inglés, era en principio un régimen de alternancia en el poder entre liberales y conservadores (básicamente dos formas de liberalismo), con libertades amplias, pero no democrático, aunque instauró el sufragio universal en 1890, casi veinte años antes que Inglaterra. Por lo demás,  las diferencias de toda índole entre Inglaterra y España eran inmensas. La primera poseía un imperio gigantesco y era un país muy industrializado, en constante renovación técnica y científica, con un sólido sentido patriótico o nacionalista, también racista,  y sentimiento de superioridad en una sociedad bien estructurada en asociaciones muy diversas, con muy poco analfabetismo. Su cultura de élite era la más influyente de Europa en rivalidad con la francesa y la alemana.  España, después de  casi cuarenta años de dominio liberal, seguía siendo un país muy mayoritariamente agrario, con un analfabetismo que tardaría en bajar del 50%,  escasamente estructurado en asociaciones políticas o culturales, con algunos núcleos industriales en progreso aunque sin apenas ímpetu innovador,  una cultura de élite escasamente original, imitadora sobre todo de la francesa, y una universidad anquilosada. En aquellas circunstancias, las recetas a la inglesa ni podían aplicarse ni podían funcionar demasiado bien.

    Gran parte de tales atrasos cabe atribuirlos a las consecuencias de la invasión francesa, con sus destrucciones, pérdida del imperio y la epidemia subsiguiente de pronunciamientos entre liberales e inestabilidad política, aparte de una guerra civil devastadora y otras dos de menor enjundia. El patriotismo y autosatisfacción inglesas no existían aquí entre las clases altas –salvo cierta retórica–, aunque sí inquietud creciente por impulsar a España a un rango superior. La Restauración, en 1875-6,  puso fin parcialmente a aquella situación, al terminar con los pronunciamientos y las guerras civiles, y permitir un crecimiento económico no muy veloz pero sí consistente, y una mejora, si bien muy lenta, en casi todos los índices sociales, y que  se iría acelerando.  En el primer cuarto de siglo del nuevo régimen habían nacido o crecido en España tanto los movimientos revolucionarios marxista y anarquista, como los regionalismos, a veces con tinte separatista, promovidos por el Romanticismo y el racismo, que inventaba “razas superiores” en Cataluña y Vascongadas. Sin embargo ninguno de aquellos nuevos movimientos llegaba a calar en la población, quedando restringidos a núcleos intelectuales o proletarios  muy limitados, y presumiblemente seguirían igual durante muchos años más.  Un elemento de regeneración intelectual fue el krausismo de la Institución Libre de Enseñanza, flojo intelectualmente, pero positivo como promotor de  algunas mejoras pedagógicas. De ella saldrían algunos dirigentes socialistas, como Besteiro o Fernando de los Ríos.  

   Todo iba a cambiar en 1898 con la guerra hispano-useña que acabó de rematar al Imperio español, pasando a poder de Usa las islas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas: la primera como satélite intervenido, Puerto Rico integrado de hecho y Filipinas dominada tras una guerra de rasgos semigenocidas. No entraremos aquí en los aspectos oscuros de aquella contienda, que fueron bastantes, baste señalar que la flota española distaba mucho de ser despreciable como después se dijo, y que fue manejada con sorprendente falta de habilidad. Hubo otras muchas decisiones extrañas, como encomendar la flota de Cuba a un derrotista convencido como Cervera, que en todo momento operó como mejor podía convenir al enemigo. Dentro de España se multiplicaron acciones que solo pueden entenderse como sabotaje, entre ellos la negativa del PSOE a una guerra que era impuesta por Usa. Obviamente trataba de impedir toda resistencia a la agresión. Por primera vez la propaganda y la acción del PSOE y los separatistas vascos y catalanes coincidieron plenamente en corroer el esfuerzo español y  buscar su derrota. Hablaremos más tarde algo más de ello.

Sí importan para este caso que tratamos  las consecuencias. Los elementos revolucionarios en España creyeron que la derrota traería consigo el derrumbe del régimen. Para su desencanto no fue así, pero en compensación  el Desastre fue la señal de despegue para todos ellos: socialistas, anarquistas,   separatistas y republicanos radicales, que iban a condicionar tan estrechamente la evolución del país hasta la guerra civil del 36. Y,  tras su eclipse en el franquismo, la actualidad misma hoy día entre socialistas y separatistas.

   El Desastre dio paso a una clima social de derrotismo y desprecio al estado y a la propia  España, que motivaría las célebres frases de Menéndez Pelayo sobre los “gárrulos sofistas” que recogían y aumentaban los tópicos  de la leyenda negra, creados por las propagandas protestantes y francesa, y contaban una historia ficticia y absolutamente denigratoria del país, abocándolo a una especie de suicidio.  Menéndez Pelayo fue seguramente el pensador e investigador histórico más destacado de su tiempo en España, con gran reconocimiento internacional. Pese a una posición de comienzo  próxima al integrismo católico, evolucionó a convertirse en el defensor clave de la Restauración, viéndose aislado porque el grueso de la intelectualidad empezando por quienes descollaban por entonces, Ortega o Unamuno, atacaban al régimen con la mayor dureza. Unamuno, ya en 1895, se declaraba socialista convencido (aunque abandonaría el partido en 1897)  y en 1904 propugnaba una guerra civil regeneradora.  El regeneracionismo se hizo de rigor en los círculos intelectuales más notorios, conde se solía “pedir carne de cura”, en frase de Azaña y se condenaba toda la historia de España como “enferma” o “anormal”. Hablaban de regenerar el país “como si nunca hubiera existido, empezando por arrasar la “necrocracia”, como bautizaban al régimen liberal, pero ellos mismos en su mayoría eran funcionarios de la necrocracia muy poco dispuestos a realizar cualquier sacrificio personal en aras de sus  magnos designios.   

     Lo que podríamos llamar deserción de los intelectuales respecto a la Restauración,  y el auge de los regeneracionismos tuvo una importancia pocas veces resaltada en la historiografía. Pues privó a la larga de savia ideológica al régimen, y esa carencia lo fue minando y  haciéndole  incapaz de resistir las nuevas tendencias hasta provocar su naufragio en 1923. Otra de sus consecuencias posteriores sería el  autogolpe de la derecha monárquica en 1931 para entregar el poder a los republicanos y socialistas; o, en la actualidad, la asunción por la derecha del PP de la sustancia intelectual del PSOE de Zapatero. Sus consecuencias han sido sin duda muy largas.  A menudo se ha despreciado a la Restauración como esencialmente débil, una superestructura flotando malamente sobre una sociedad que en gran medida le era ajena. Pero el haber  superado la crisis del 98 y otras crisis graves  durante un cuarto de siglo más testimonia una debilidad solo relativa, pues quienes se le oponían parecen haber sido más débiles aún.

   Al PSOE, como a los demás opositores del régimen, el Desastre del 98 le vino muy bien, pues empezó a crecer de modo algo significativo, y en 1904 declaró una huelga general, en julio de 1904, , que en realidad apenas fue seguido. Pero al año siguiente contaba ya con medio centenar de  concejales,  sobre todo en Bilbao, Asturias, Madrid y Castilla la Vieja; y la UGT decía tener 60.000 afiliados, aunque la cifra real debía de ser muy inferior (las cifras de afiliados a la UGT y a la CNT siempre se exageraron mucho, también por la mayoría de los historiadores. La cifra descendería, en todo caso, en los años siguientes, y en 1907 no pasaba oficialmente de la mitad).

En un principio, el partido había rechazado toda colaboración con partidos “burgueses”, es decir, todos los demás. Esto había provocado algunas discusiones entre Iglesias y Jaime Vera, un intelectual partidario de buscar acuerdos, pero ante el escaso y declinante apoyo obrero, todos se dieron cuenta de que por aquel camino nunca llegarían al Parlamento. Por ello, en 1909, terminaron aceptando la colaboración con partidos republicanos, variopintos y enfrentados entre sí, de los que el principal era el Republicano Radical de Alejandro Lerroux, en una conjunción o coalición encabezada entonces por Benito Pérez Galdós. Conviene decir que Lerroux y otros republicanos hacían por entonces una feroz propaganda demagógica exigiendo sangre, violación de monjas y lemas similares, y a menudo no se lo distinguía bien del anarquismo. A Lerroux le había venido muy bien el 98, pues en 1901 ya salió diputado y su partido cobró gran fuerza, especialmente en Barcelona. Se le acusó de corrupto (cosa no infrecuente entre los demás partidos), y hay constancia de que cobró por un tiempo del Ministerio de Gobernación. Pero había convertido a su partido en una fuerza real, desde luego muy superior al PSOE

   La conjunción republicano-socialista se formó en 1909, y al año siguiente el PSOE   obtuvo por primera vez representación parlamentaria en la persona de su fundador y jefe, Pablo Iglesias. La alianza socialista-republicana,  se reproduciría en la II República con otros republicanos.  Pero entre tanto habían ocurrido los sucesos denominados “Semana Trágica” de Barcelona, que exigen capítulo aparte.

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Alfonso II el Casto es una figura clave en la historia de España: superó la amenaza inminente de aniquilación de Oviedo, normalizó la reivindicación del reino hispanogótico y creó el Camino de Santiago: https://www.youtube.com/watch?v=XZWpeMfoHwA&t=228s

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Recuperar Gibraltar, clave necesaria para una España independiente

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-Inglaterra es muy consciente de que sus intereses no son los de España. Por eso retiene la colonia piratesca  de Gibraltar. Los gobiernos PP y PSOE creen que la posición de España como lacaya de Londres les conviene.

 -Inglaterra defiende sus intereses (Gibraltar). La casta política española defiende también sus intereses: los de Inglaterra.

-Gibraltar ha sido desde el principio un factor de corrupción de la política española: pronunciamientos en el siglo XIX, apoyo a separatismos, chantaje, contrabandos, operaciones opacas..

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Pensemos en este dato: España  soporta una colonia extranjera , y no en un punto cualquiera de su territorio, sino en el mismo centro de su eje defensivo Baleares-Gibraltar-Canarias, orientado hacia el norte de África bajo el supuesto de que no tenemos enemigo real en el resto de Europa. Ahora bien, ese punto clave de nuestra defensa estratégica está en manos de una potencia extranjera cuyos intereses al respecto difieren por completo de los nuestros. Marruecos es  nuestro único enemigo potencial –en principio–, con su amenaza permanente sobre Ceuta y Melilla y sus ambiciones nunca  olvidadas sobre Al Ándalus. La diversidad de intereses queda de relieve, entre otras cosas, en el hecho de que Ceuta y Melilla no estén cubiertas por la OTAN, lo que indica un designio a largo o medio plazo.

No debe olvidarse que Inglaterra está fuertemente respaldada por Usa, y entre las dos forman el cerebro y la columna vertebral de la OTAN, comparten información reservada que no difunden a otros países, etc.   Su interés fundamental en Gibraltar consiste en el control del estrecho, una larga tradición. Por allí pasan al año cientos de miles de barcos, mercantes y militares, submarinos, etc.  Se dice que  ese control no puede quedar en manos de España porque esta no es un país fiable, ya que así como carece de verdadera política exterior, su política interior puede dar cualquier bandazo. Y, en efecto, así es. Ahora bien, tampoco son fiables para nosotros Usa e Inglaterra, y la mera invasión de nuestro territorio pone de relieve la imposibilidad de una amistad.  Además, ni el canal de Suez ni el del Bósforo y Dardanelos están controlados por una colonia militar impuesta por Inglaterra o Usa, como tampoco otros estrechos de gran valor estratégico y comercial. Es decir, España acepta lo que no toleran países como Egipto o Turquía. Ello aparte, hoy puede controlarse aceptablemente el tráfico mundial por satélite. Este dato pone de relieve otra dimensión del problema.

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Así, esta  invasión de España tiene un sentido más amplio y simbólico:  constituye un insulto y una amenaza permanentes, con la advertencia de que su colaboración con las potencias anglosajonas debe ser la del lacayo con el amo. A la OTAN le interesa una España débil y manejable, y es llamativa su coincidencia de intereses en este sentido  con Marruecos, el islamismo en general y los separatismos. Y si echamos un poco la vista atrás, veremos que tanto el PP como el PSOE han sido los agentes de esa satelización de España, que va más allá de lo político y militar para entrar en el terreno cultural más decisivo a la larga.  Ciertamente la coincidencia OTAN-islamismo-separatismos es parcial: la situación geoestratégica de  España resulta demasiado valiosa para llevar su debilitamiento hasta la fragmentación del país y guerras o graves disturbios civiles, cosa que sí conviene en cambio a islamistas y separatistas. Pero la posibilidad de chantaje con estos últimos para que España acepte su posición de satélite de Inglaterra e indirectamente de Usa,  no precisa mayor comentario.

   Para que España pueda sentirse segura, Gibraltar debe serle reintegrada, y este debe ser un punto clave en la política española. Solo a partir de ahí puede haber una colaboración que no sea la del lacayo con el amo. Una colaboración de acuerdo con los intereses de España, que pasan claramente por una neutralidad no hostil y en favor de la paz, principalmente en África. Y esa situación ideal exige por una parte la liquidación del sistema de partidos creado en la transición, sistema hoy en profunda crisis; y por otra  el surgimiento de una alternativa para los principales problemas del país y el de Gibraltar en lugar destacado.

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Sonaron gritos y golpes a la puerta (Novela Historica(la Esfera)) de [Moa, Pío]

–Creo que la potencia de una idea se manifiesta en su capacidad de generar cultura. Y hoy la derecha es totalmente incapaz de hacerlo. La Falange, por ejemplo,  dio lugar a una serie de poetas, escritores diversos, algún desarrollo del pensamiento de José Antonio, algunos pintores, o a la maravilla del Valle de los Caídos. Pero eso fue hace muchos años. Hoy casi toda la cultura tiene el sello de la izquierda. Es un sello falso o falsario, pero en contra no hay casi nada. Pasa como con la política: unos no necesitan pensar porque ya tienen todas las claves: masonería y sionismo. Otros tampoco necesitan pensar: ya lo hizo Zapatero por ellos. Ni siquiera son capaces de apreciar y fomentar lo poco nuevo que sale aquí y allá.

 

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Malhechores (IV)… pero el obrero es reacio a dejarse emancipar por el PSOE.

https://www.youtube.com/watch?v=6dIY59etZL8&t=198s

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Así pues, la misión del PSOE como partido marxista consistía en emancipar a la clase obrera, tarea que coincidía con la imposición del poder e ideas del partido.  Ello podría lograrse por medios pacíficos (propaganda  y agitación) y violentos, fuera combinándolos o pasando una etapa más o menos larga y fundamentalmente pacífica, para atraer a suficiente número de obreros, para pasar luego a la violencia revolucionaria abierta que derrocaría al capitalismo.

    Para ello se enfrentaba, como dijimos, con varios problemas: la masa obrera, aunque estaba concentrada en varias ciudades decisivas,  no era lo bastante numerosa en un país mayoritariamente rural. Además, pese a la degradación de los barrios y la escasa práctica religiosa, la gran mayoría seguía considerándose católica y, por supuesto, española, con un sentimiento nacional más o menos acentuado, pero muy real, y eso no podía eliminarse de la noche a la mañana. El llamado anticlericalismo, propiamente anticatolicismo, era asunto más bien de republicanos “pequeñoburgueses” liberales radicalizados; y romper esas barreras exigiría mucho tiempo y dedicación.  Entre los obreros había muchos analfabetos, lo que no era un problema demasiado grave, pues bastantes de ellos sabían leer y leían, para sí y para sus compañeros,  la prensa. Pero incluso los más ilustrados encontraban abstrusas y poco interesantes las tiradas sobre la naturaleza del capitalismo, la plusvalía, la proletarización de las capas medias y la miseria creciente, así como sobre  los “intereses históricos” del proletariado. Estaban interesados en mejoras concretas y su actitud teórica hacia los problemas sociales recordaba más bien a un catolicismo sentimental: “los pobres y los ricos” o más propiamente “los injustamente  pobres y los injustamente  ricos”. “Educar” al proletariado contra semejante mentalidad no sería tarea fácil ni rápida.

Nueva historia de España: de la II guerra púnica al siglo XXI (Bolsillo (la Esfera))

   Un problema añadido consistía en la disputa con los anarquistas por hacerse con la clientela proletaria. Los anarquistas tenían sus propias teorías sobre cómo emancipar al pueblo aniquilando de golpe toda clase de poder, denunciaban la “dictadura proletaria” como un poder aún más dañino que el burgués, eran aún más radicales que los marxistas en el uso de la provocación,  la mentira o el asesinato y, consecuentes con sus premisas, creían eficaz el atentado terrorista mediante sociedades secretas, mientras que los marxistas se pronunciaban por movimientos de masas que, sin descartar el asesinato y en su caso el terror “plebeyo” (en frase de Marx), solo los consideraban como  práctica accesoria.  Pese a esa diferencia, eran los anarquistas quienes llevaban ventaja sobre  el PSOE en cuanto a influencia en medios obreros, aunque esa influencia fuera en los dos casos harto restringida. A lo largo de esta historia hasta finales de los años 30 del siglo XX, la rivalidad entre ambas corrientes motivaría tanto alianzas como persecuciones a tiros,  asesinatos y hasta dos guerra civiles dentro de la guerra de 1936.

   Estas realidades las exponía a su modo el  doctrinario socialista J. J. Morato (fallecería en Moscú en 1938), en El Partido Socialista Obrero (pp. 102 y ss) : “Nace el Partido en un país de formas de producción casi medievales, donde aún no se creó un capitalismo fuerte y emprendedor, donde casi no existe una burguesía, donde esta no es dueña, sino condueña, del Poder político”, por lo cual el PSOE se desarrollable “en un ambiente hostil, tanto que durante muchos años ha de comparársele con una planta de estufa” Según este autor, todo en torno a los primeros socialistas era “ausencia general de costumbres cívicas; menosprecio de los derechos, indiferencia hacia los negocios públicos, incultura, versatilidad, ligereza, barbarie, servilismo”. Como puede verse, los socialistas no aspiraban a solucionar esos problemas y atrasos, sino que dejaban la labor a la llamada burguesía… para después decapitarla.

   Por otra parte las impresiones de Morato reflejan muy mal la realidad histórica. Tras la invasión napoleónica había tomado forma en  España una triple oposición entre carlistas tradicionalistas y liberales, y dentro de estos, entre moderados y exaltados. Antes, España había sido durante tres siglos quizá el país internamente más estable de Europa, pero el resultado de las divisiones causadas por dicha invasión serían varias guerras civiles, ganadas por los liberales, y una larga serie de pronunciamientos militares de unos liberales contra otros. 

   Se suele identificar a los liberales con la burguesía, por lo que el XIX habría sido en España un siglo liberal y burgués, con fuerte influencia inglesa y francesa. De hecho, se habían ido desarrollando las instituciones capitalistas como la Bolsa, la banca e industrias no despreciables, aunque muy localizadas. Visto en conjunto, el resultado no había sido tan “medieval” o “bárbaro”  como supone Maroto (y con él una muy larga tradición de análisis más o menos marxistas). Según los estudios de Angus Maddison, España había ido superando las devastaciones de la invasión francesa, y en el plano económico estaba en situación mejor que la mayoría de los países europeos, aunque a distancia de las tres o cuatro potencias de cabeza. Claro que políticamente el balance había sido peor: el país había perdido su imperio y bajado de una de las primeras potencias a un puesto de tercera o cuarta fila, mediatizada por los intereses ingleses y franceses y sin verdadera política exterior independiente. 

    Por otra parte, Maroto encontraba que “los partidos republicanos eran fuertes y pletóricos de hombres verdaderamente ilustres y superiores”. Es difícil creer que Maroto hablara en serio después de la experiencia semidemente de la I República, pero no es incongruente pensar que aquellos meses caóticos fueran valorados  en el PSOE como un modelo que podría conducir a la “dictadura del proletariado”, es decir, del propio PSOE.

   En su I Congreso, celebrado nueve años después de su fundación en Barcelona, el PSOE proclamó: “La actitud del Partido Socialista Obrero con los partidos burgueses, llámense como se llamen, no puede ni debe ser conciliadora ni benévola, sino de guerra constante y ruda”. Otros  analistas han explicado el largo período de inanidad política del partido, hasta 1909, por esa actitud excesivamente sectaria, que no disimulaba sus fines ni le permitía alianzas con partidos que de un modo u otro pudieran ayudarle a avanzar, en especial los republicanos u otros “avanzados”, como recomendaba el Manifiesto Comunista

 Durante bastante años el PSOE no pasó de tener  un número insignificante de afiliados, entre unas docenas y unos centenares con altibajos, con influencia política casi nula y que en algunos momentos  casi podía darse por desaparecido. Sin embargo las cosas iban a mejorar para ese partido, como para los coetáneos separatismo y al anarquismo, a raíz del “Desastre” de 1898.

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Gracias al tremendo esfuerzo de nuestros antepasados en la Reconquista existe España y no un Al Ándalus integrado culturalmente en el Magreb. Sin embargo la mayoría de los españoles sabe muy poco, y a menudo muy equivocado, sobre  ella

La Reconquista Y España
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–¿Diría ud que en el franquismo se vivía mejor?

–Hombre, no había ordenadores… Pero se consumía menos droga (casi ninguna) o alcohol… Hoy España va en cabeza de Europa en cocaína, porros ansiolíticos y botellón, creo. El progreso no se detiene https://www.amazon.es/Adi%C3%B3s-tiempo-Recuerdos-sueltos-relatos-ebook/dp/B075L82G5B …

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Asociación de malhechores (III): el PSOE se lanza a emancipar al obrero…

Los mitos del franquismo (Historia) de [Moa, Pío]
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Con motivo del centenario de su fundación, el PSOE diseñó su campaña electoral de marzo de 1979 con el lema “Cien años de honradez y firmeza”. Probablemente nunca se diseñó un lema moralmente tan despectivo de la realidad histórica, un verdadero alarde de picaresca… ni  publicitariamente tan efectivo. Porque lo que la sociedad demandaba después de dos años nada brillantes de UCD era precisamente eso, honradez y firmeza. No le ganó las elecciones por razones que veremos en su momento, pero dejó al PSOE definitivamente como partido de poder alternativo. Y para aumentar la ilusión, en septiembre del mismo año abandonó o hizo como que abandonaba, el marxismo, una rémora electoral clara, de lo que también hablaremos.  Pero antes de llegar ahí nos queda mucho tiempo por recorrer, y debemos empezar por la ideología del partido y sus efectos.

   Por el tiempo de su fundación, en España se había superado la época de las guerras civiles y pronunciamientos que habían caracterizado la historia política del país desde la invasión napoleónica hasta desembocar en una I República increíblemente caótica, regida por charlatanes y orates. El régimen liberal de la Restauración había traído de vuelta a los Borbones y el país comenzaba a estabilizarse y prosperar, si bien modestamente.

   Por entonces se iban formando en España núcleos muy reducidos de anarquistas y marxistas, sobre todo en los centros fabriles de Barcelona, en zonas agrarias muy oprimidas de Andalucía, o en Madrid. En Barcelona, Andalucía y Levante irían ganando terreno las agitaciones anarquistas, mientras que en Madrid, Asturias y Bilbao predominarían los marxistas, es decir, el PSOE. Cierta historiografía incide en el escaso nivel intelectual del marxismo del PSOE, pero se trata de un asunto menor, teniendo esa doctrina, además, varias interpretaciones. Pero el núcleo de ella era bien captado: la historia se entendía partiendo de la economía como una lucha de clases  entre explotadores y explotados. Esa larguísima y triste evolución estaba próxima a su fin debido a que el capitalismo desarrollaba las “fuerzas productivas” hasta el punto de hacer posible la riqueza generalizada… solo que al mismo tiempo despojaba de sus beneficios al explotado y oprimido proletariado, el verdadero creador de la riqueza. Este, por primera vez en la historia humana, tenía la oportunidad revolucionaria de asegurar la riqueza general derrocando a los explotadores burgueses. Y no tenía más remedio que derrocarlos porque la dinámica del capitalismo conducía inevitablemente a explotar y empobrecer más y más a los trabajadores, de modo que estos terminarían por rebelarse, orientados por partidos marxistas. El marxismo es ciertamente una doctrina de la guerra civil, a desatar cuando hubieran madurado las “condiciones objetivas”.

Luego, una etapa de “dictadura del proletariado” erradicaría los restos de actitudes, ideas y moral “burguesas”, hasta que el propio estado, concebido como poder de la clase dominante, se volviera innecesario.

   No vamos a entrar aquí en la discusión de las teorías marxistas, aunque cabe señalar que algunos de sus teóricos empezaban a vislumbrar en países bastante industrializados como Alemania,  que la situación de los obreros no empeoraba, sino que mejoraba mediante reformas, haciendo improbable la necesidad de una revolución. Lo mismo ocurría en Inglaterra, donde las leyes atenuaban lenta pero progresivamente las condiciones del trabajo, terribles en la primera etapa de la Revolución industrial. Quizá el mundo soñado de riqueza e igualdad, podría alcanzarse entonces sin la violencia de una revolución sangrienta, como venía a suponer Marx.

    La mayor parte de Europa, excluyendo acaso a Inglaterra y Bélgica, era más agraria que industrial, pero en Alemania y Francia la industria crecía con rapidez. En España, fábricas de cierto nivel solo había en Barcelona y Bilbao: allí explotaban mano de obra barata llegada del campo y aprovechaban un proteccionismo que limitaba su ya escaso ímpetu innovador. No obstante, en los años siguientes la industria iría expandiéndose y las condiciones de trabajo también irían mejorando.

   El marxismo, aparte de su análisis histórico y de sus profecías supuestamente científicas,  implicaba una visión del mundo etiquetada como “materialista”, que negaba al cristianismo, afirmaba la inexistencia de la divinidad y atacaba las bases de todas las religiones conocidas. Aunque se la ha acusado de resultar una nueva religión con el proletariado como divinidad recuperadora del paraíso, con sus ritos, organizaciones típicas, etc. Como fuere, el marxismo se proclamaba ateo militante y enemigo radical del cristianismo. Consideraba la religión una manifestación de la impotencia e ignorancia humana al servicio de los opresores,  que debía desaparecer paulatinamente por efecto de la ciencia y del poder político. Lo cual enfrentaba al PSOE con la tradición y la masa de los españoles, prácticamente todos bautizados, creyentes con más o menos nivel intelectual, practicantes en su mayoría. Socavar, denigrar y golpear a la Iglesia sería una de las tareas más importantes del PSOE

   Otro elemento doctrinal suponía que los obreros no tenían sentimientos patrióticos, sino que solo sentían la explotación sufrida y el ansia de un mundo de igualdad. Las patrias, las naciones, eran solo construcciones de los capitalistas para asegurarse un mercado protegido. Por consiguiente la idea de España era enfocada como un elemento más de atraso al servicio de la burguesía y la reacción, y el patriotismo debía ser sustituido por el “internacionalismo proletario”. Y esas concepciones orientaban la propaganda y la acción del PSOE.

   Otra clave del marxismo consistía en negar la existencia de normas morales de valor general. Los valores tenidos por fundamentales y eternos, como la libertad, la verdad o la justicia, no pasaban de expresar los intereses de la clase explotadora: moral burguesa o capitalista, simplemente. Por tanto, al luchar contra la explotación esos valores se desvanecerían, dando paso a otros que reflejarían el esfuerzo y los intereses revolucionarios. En este punto no suele repararse, pero es crucial para entender las “hazañas” del PSOE (y de muchos partidos semejantes). En su lucha pretendidamente emancipadora, los revolucionarios no deben aceptar otro principio que la utilidad y eficacia de sus acciones, incluyendo robos, extorsiones, mentiras, fraudes y asesinatos y finalmente guerra civil. Cuanto contribuya a fortalecerle y a debilitar a los “burgueses”, sería por tanto “moral”, y erróneas cualesquiera concepciones éticas que debilitaran la lucha o causaran derrotas.. “Bueno y malo” quedaban sustituidos por “útil y erróneo”. No es que consciente y deliberadamente los marxistas adoptasen estas concepciones éticas, sino que las mismas derivaban de modo inevitable de sus principios generales.

   No se entenderá, por tanto, al PSOE, sin tener en cuenta las bases de su ideología. Había decidido emancipar a los obreros y por medio de ellos a la sociedad,  mediante la guerra civil, para acabar con la explotación, la religión, el patriotismo y la moral “eterna”. En cierto modo paradójico no dejaron de ser “honrados”. Por eso los que argumentan que en definitiva los socialistas son tan humanos como cualesquiera otros (lo cual es verdad) deben atender a su ideología para comprender cómo, por ella, el PSOE ha producido más ladrones y asesinos, terroristas y cómplices del terrorismo, de los separatismos, etc.,  que cualquier otro partido en el siglo XX y lo que va de este.

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Una Iglesia enferma en una democracia fallida

Que el designio de profanar la tumba de quien salvó a la Iglesia y la cultura cristiana del exterminio, no despierte una ola de indignación desde el papa al último católico, revela una Iglesia enferma en una sociedad enferma.

Que el plan de atacar las libertades de opinión, expresión e investigación so pretexto de “apología del franquismo”, no despierte la furia de periodistas, intelectuales y universitarios, revela una cultura inane, enferma, en una democracia fallida.

Que un gobierno se proponga públicamente ultrajar la tumba de quien salvó la cultura cristiana del exterminio y al país de la disgregación, y aplastar las libertades más elementales, revela que se trata de un gobierno de macarras con vocación de chekistas.

En breve: tras la muerte de Franco, y contra quienes se consideraban herederos del criminal Frente Popular, el pueblo votó una democratización de la ley a la ley, desde el franquismo y no contra el franquismo. Todavía la gente recordaba lo que se había jugado en la guerra civil, la evitación de la guerra mundial para España, la prosperidad y la casi desaparición de los odios republicanos, etc. Los enemigos de aquel régimen, básicamente comunistas, etarras, separatistas y socialistas, han necesitado mucho tiempo para socavar la herencia del franquismo borrar la memoria de la gente mediante una falsificación sistemática, y ahora se sienten ya capaces de cualquier fechoría. Cada generación tiene sus propios desafíos, y el de esta consiste en destruir a los destructores de España y de la democracia.

    En frase de Julián Marías, es preciso que no pensemos  en lo que va a pasar, sino en lo que podemos hacer.

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Los problemas de la Reconquista: https://www.religionenlibertad.com/cultura/48522802/Pio-Moa-ALa-Iglesia-apoyo-la-Reconquista-como-lucha-contra-el-islam-no-como-designio-politicoA.html

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