¿Qué es un historiador? / Hombres y robots/ Seidman y la crueldad de Franco

¿Qué es un historiador?

Un aspecto cómico de la polémica, más que propiamente debate, suscitada en Francia por la traducción de Los mitos de la guerra civil es el gran argumento empleado de que yo no soy historiador, a pesar de los muchos libros de historia que he escrito, y que son incapaces de rebatir racionalmente. ¿Y por qué no soy historiador? Porque afirman, sin demostrarlo, que no cumplo los requisitos para serlo: “La historia es compleja, y debe ser abordada desde distintos puntos de vista, contrastar y cruzar  críticamente unas versiones con otras, seguir una metodología coherente (a veces la llaman también científica), basarse en fuentes primarias y analizar las secundarias…”, Etc. Esto no son más que obviedades, expuestas generalmente de forma pedante, pero que demuestran palmariamente cuatro cosas

a) Que ellos mismos no son historiadores, pues no cumplen esos requisitos, el primero de los cuales es atenerse al contenido concreto de las fuentes, en este caso mis libros y particularmente Los mitos

b) Que, la mayoría de ellos, quizá todos, no han leído el libro que critican, sino que se refieren a supuestas refutaciones en el estilo de ellos mismos, como las de Reig Tapia. 

c) Que todo su empeño es conseguir que todo el mundo siga su ejemplo y no lo lean, disuadiéndolos de hacerlo con tal charlatanería

d) Que básicamente expresan su miedo ante la difusión de tesis y versiones que muestran las falacias y tergiversaciones de las suyas, que ellos quisieran imponer dogmáticamente. Todo el fondo del problema se encuentra precisamente en la acusación de “revisionismo”, que los delata lo mismo que sus requisitos para ser historiador.

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Hombres y robots

**Cuanto más se parezcan los robots a los hombres, más se parecerán los hombres a los robots. Por economía de esfuerzos.

**Un partido que no trate de ganar gran fuerza en la universidad, se condena a la irrelevancia a largo plazo. La universidad ha sido la columna vertebral de la cultura occidental desde la llamada edad media. Hoy parece una fábrica de chiflados y locuelas, según se aprecia por sus consecuencias políticas.

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Seidman y la crueldad de Franco

Critica Seidman que según mi libro  “el Caudillo no es «cruel, vulgar» ni «mediocre», sino más bien una persona «humanitaria. Franco sigue siendo una víctima de una prensa occidental obsesionada por la «hispanofobia», tal y como quedó ejemplificado por la cobertura que dieron los medios de comunicación a Guernica ya en 1937.

Por partes: la historiografía anglosajona  (con las excepciones de rigor) y la española influida por ella, necesita pintar a Franco como cruel, vulgar y mediocre.  Toda guerra es cruel, pero, ¿con quién puede compararse en crueldad a Franco? Consiguió su victoria reduciendo al máximo las pérdidas humanas (no fue una guerra enormemente sangrienta, como se suele pintar, sino mucho menos que otras muchas guerras semejantes, civiles o no civiles. Menos sangrienta que la Guerra de Secesión useña, por ejemplo).  Pudo terminar la en un baño de sangre de sus enemigos, dada la superioridad adquirida, y la terminó sin disparar un tiro. El caso de Guernica fue fundamentalmente un mito creado por la prensa anglosajona, ¿y qué es comparado con las  matanzas  gigantescas y especialmente crueles de los bombardeos anglosajones sobre población civil, que probablemente duplicaron el número total de víctimas de la guerra de España? Así que si comparamos  a Franco con Churchill, Roosevelt o Truman, Franco queda como hombre efectivamente humanitario. Porque además salvó a decenas de miles de judíos mientras los gobiernos anglosajones no hacían nada práctico. Por seguir con la comparaciones, única forma de definir la “crueldad”. Y los salvó sin tener ninguna obligación moral o política hacia ellos ni tener conocimiento de su exterminio, como sí tenían los gobiernos inglés y useño.

   En cuanto a su mediocridad, derrotó a todos sus enemigos, militar y políticamente, durante 40 años. Se ve que sus enemigos eran mucho más mediocres. Y entre ellos hay que incluir a los gobiernos anglosajones, que amenazaron y provocaron abundantemente a España y apoyaron un aislamiento criminal, compinchados con comunistas y regímenes tiránicos diversos. Quizá por eso necesiten pintar a Franco al modo que desea Seidman. Pues bien, ni mediocre ni vulgar, precisamente.

   En cuanto a la represión de posguerra, también fue comparativamente mucho más legal y  humanitaria que la practicada en Francia, Italia o Alemania por los vencedores al terminar la II Guerra Mundial.  El señor Seidman puede investigar el caso, si quiere.

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Entrevista en italiano: Mitos, revisionismo, Preston, Payne, pobreza académica… (Hace 6 años, en el blog): Entrevista con Federico Sesia: http://www.identitanazionale.it/Sesia_Moa.pdf

 

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Stanley Payne / Costumbrismo y excepcionalidad / Militares cipayos

Homenaje a Stanley Payne

Estuve ayer en el homenaje a Stanley Payne, el hispanista más importante de nuestro tiempo, sin duda alguna. Los intervinientes glosaron especialmente su respeto por España y su historia, su búsqueda desinteresada de la verdad y su valor para sostenerla. Algo verdaderamente raro hoy, cuando en la historiografía se han introducido actitudes propias de jauría ideológica, no lejanas de  las del stalinismo o de la revolución cultural maoísta.

Payne citó el caso de un personaje prominente en la historiografía universitaria useña que denunció unas prácticas que estaban destruyendo en la universidad las bases mismas de la investigación rigurosa, el respeto a los hechos y a la verdad, sustituyéndolas por consignas emotivas sin valor intelectual. Inmediatamente fue acusado de racista (pese a estar casado con una mujer negra), de reaccionario y toda la serie de dicterios inventados por las ideologías feministas, woke y demás. El pobre diablo, en lugar de reafirmarse en la verdad de su denuncia, pidió perdón y  se humilló grotescamente, al modo de las “autocríticas” que los comunistas imponían a los disidentes. La defensa de la verdad y la denuncia de la falsedad organizada, es hoy una necesidad absoluta, que desde luego no se cumple, o muy raramente, en nuestra universidad

Como anécdota,  vino a saludarme Esperanza Aguirre, que reconociendo que yo no era tan anglófilo como ella, dijo que me admiraba. No sé en qué, fue muy breve. Quizá en mi oposición a sus políticas, tal vez se arrepienta, quién sabe.

En Una hora con la historia: 240 – El franquismo contra todos | La OTAN contra Rusia – YouTube   

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Costumbrismo y excepcionalidad

La tercera parte de la trilogía novelística, de la que espero ocuparme a partir de febrero próximo, se centrará en la España actual. Serían tres novelas históricas,  si no se entiende por ello relatos imaginarios con personajes reales, sino un intento de expresión de lo que la historia no puede decir: el ambiente en las distintas épocas a partir de unos personajes y peripecias particulares que, siendo ficticios, tratan de penetrar en el espíritu del tiempo y también de  lo permanente humano.

   La condición es que no sean costumbristas, es decir, triviales, vistas con algún humorismo de mesa camilla. En las dos primeras novelas se trata de personajes más bien excepcionales, pero que por eso mismo reflejan –o de eso se trata– algo distinto del   espíritu “del montón”, que varía muy poco. Los “años de hierro” se pueden abordar literariamente desde muchas perspectivas: la pobreza económica, las miserias morales, la alegría popular  que  recordaba Julián Marías, un heroísmo convencional, la copla y Antonio Machín…  Yo he preferido hacerlo desde las actitudes peligrosas y violentas, y su moralidad, impuestas por las circunstancias y por el temperamento de los personajes. Lo excepcional puede reflejar un mundo mejor que lo costumbrista.

Igualmente la segunda, Cuatro perros verdes, podría enfocarse desde Manolo Escobar, el seiscientos, el consumismo creciente, etc. Con esas perspectivas existe una amplia, por no decir amplísima producción literaria y cinematográfica,  no necesariamente mala pero inevitablemente pobre, a mi juicio,  y que he procurado rehuir más allá de algunas pinceladas ambientales.

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Militares cipayos.

Un general de VOX: La OTAN no es una organización belicista, sino disuasoria y defensiva. La OTAN no está obsoleta. La prueba es que sigue creciendo: de 12 miembros fundacionales a 32 ahora. 

Su carácter “disuasorio y defensivo” queda claro en las invasiones de Afganistán e Irak, en Serbia, en la subversión organizada y pagada de Libia y Siria que ha destrozado a unos países razonablemente prósperos y ordenados. Por lo que respecta a España, la OTAN, es decir, Usa, Inglaterra y países satélites, invade nuestro país en un punto estratégico clave, mantiene grandes bases militares que nos hacen blanco de eventuales ataques nucleares, no protege a Ceuta y Melilla, y es amiga y aliada de una tiranía que amenaza invadir también territorio español. Esto define la situación real más allá de historietas publicitarias.

Ciertamente, la OTAN no está obsoleta. Nació para frenar el expansionismo soviético, pero una vez caída la URSS permanece como un inmenso poder militar que asegure los “sagrados”  intereses de Usa e Inglaterra en el mundo. Los cuales no coindicen con los de España, sino todo lo contrario. Podemos no ser enemigos de la OTAN, pero la única posición decente es la neutralidad.

Por obra de unos gobiernos de maleantes, el ejército español es hoy una tropa cipaya, inmersa en operaciones de interés ajeno, bajo mando ajeno y en idioma ajeno. Yo no sé cómo ese general concilia el patriotismo español con esa desvergonzada propaganda imperialista de Washington y Londres. Pero nunca ha faltado gente vendida. En la política casi toda, y en el ejército parece que tampoco falta.

Y dicen algunos en VOX: “La pertenencia a la OTAN representa muchas ventajas para sus miembros, y por ello cada vez son más los países europeos y algunos de la antigua URSS que desean fervientemente adherirse a ella”.  Para España representa las “ventajas” de la máxima indignidad nacional e internacional, “fervientemente” queridas por gente a tono. Si VOX decide ir por ahí, mejor el PP y el PSOE, que al menos no disimulan. Todo evoluciona, y hay que estar atentos a su sentido.

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Novela (VI) La inquietud humana / Lógica semiconsciente / Lo inverosímil

Gran novela (VI) La inquietud humana

Nada intriga e interesa más al ser humano que su propio destino y condición. Y le inquieta precisamente porque se trata de un misterio insondable, bien expresado por Omar Jayam entre otros. La religión y la moral tratan de encontrar un sentido a la infinita variedad de las experiencias vitales,  mientras que la literatura trata de describir el destino y la condición humana por medio de sucesos y personajes ficticios en los que puedan verse reflejadas las personas reales. No es lo mismo describir (mediante la narración), que explicar,  y cuando se intenta la explicación a través de recetas ideológicas, la literatura se trivializa y fracasa. 

El ser humano nace del misterio y vuelve al misterio, y gran parte de su vida que llamamos consciente transcurre entre la previsión, la voluntad  y los vericuetos imponderables del azar. De esto trata en definitiva la literatura. La vida tiene por eso un componente trágico, pero también existe una literatura que celebra la vida al margen del misterio, y puede ser excelente, aunque de segundo orden. El espíritu de la literatura es la sugerencia y la sugestión.  La medida en que lo consigue es la medida en que una novela llega a ser grande, buena, mediocre o mala. Y no se trata solo ni principalmente de técnicas narrativas. 

El crítico George Steiner, a quien hemos mencionado en otras ocasiones,  estima que hay tres cimas fundamentales en la literatura universal: la tragedia griega, Shakespeare y la novela de Tolstói y Dostoyefski. ¿Por qué otras literaturas no alcanzan esas cimas? Según Steiner,  porque no se plantean con la misma intensidad la cuestión de Dios y la salvación.

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En Una hora con la historia: 240 – El franquismo contra todos | La OTAN contra Rusia – YouTube   

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Una lógica semiconsciente

Como algunos recordarán, en dos ocasiones anuncié mi retirada de la historiografía, aunque seguí en ella. Ahora echo la vista atrás y compruebo en mi trabajo una lógica de la que no he sido muy consciente. Empecé a investigar sobre la insurrección del 34 sin saber qué iba a encontrar y suponiéndola un suceso no muy relevante. Otros habían escrito sobre ella (cité una bibliografía considerable), pero ninguno había consultado los archivos de Largo Caballero, creo que solo Santos Juliá, que los había desfigurado. Por eso los estudiosos anteriores,  aunque muy meritorios, habían quedado finalmente a medias.

El resultado de ese trabajo me incitó a ampliarlo con las ideas, palabras y trayectoria de los personajes principales, y luego a examinar la marcha hacia la reanudación de la guerra y la dinámica de esta, enfocada de modo contrario a la historiografía dominante y bastante distinta también de la “franquista” marginada, pero más veraz que la que se ha querido oficializar. 

Después, Los mitos... ya fue un fenómeno completamente inesperado, y ante la reacción censora e insultante, tuve que publicar otros libros y artículos de debate (unilateral, pues casi nunca hallaba respuesta). Aquella guerra no tiene un mero alcance de curiosidad como “agua pasada”, sino que mantiene un interés político y más aún moral y espiritual de primer orden, que muchos no acaban de entender. Interés no solo en España, sino en Europa occidental y América, como acaba de constatarse en Francia.  Así que, sin planeación de ninguna clase, me fue preciso extender mis estudios hasta el franquismo y la transición, en los que nuevamente llegué a conclusiones opuestas a las que se pretende convertir en dogmas y diferentes, a menudo mucho, de las tradicionales “franquistas”. 

Uno de los aspecto clave del franquismo es, correctamente, la concepción de España misma, que estaba tan en juego en la guerra civil, lo que en cierto modo me obligó a intentar una revisión de conjunto de su pasado en Nueva historia de España, y luego en dos ensayos sobre la Reconquista y sobre la hegemonía española, planteando problemas nuevos.

   Y dado que España es parte de Europa, abordé una introducción a la historia del continente, con un  hilo argumental e interpretativo bien distinto del predominante desde hace mucho, es decir, económico-técnico. Entiendo esa historia como un desarrollo de concepciones generales del mundo y el hombre a partir del cristianismo y la herencia latina, hasta las ideologías cuyo choque determinó  la II Guerra Mundial y con ella el final de la Era Europea. Ahora me he embarcado en una historia de dicha guerra mundial con la que, ahora sí, pienso terminar definitivamente con estas cosas haya sido mi tarea  mejor o peor.

Repasando el trabajo de estos veinte y pico años, me percato de cómo la serie de libros que he escrito no han nacido de un plan deliberado, sino que han ido surgiendo como a empujones, con su propia lógica y dinámica, de la que, a decir verdad, no he sido muy consciente. Solo hacia el final percibo algo de ello. 

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Lo inverosímil

Un punto importante en Cuatro perros verdes  es la presencia de un personaje como  oyente inadvertido de los cuatro en el Brasiliana (un bar existente en la realidad), luego, más ampliamente, en los “comedores del SEU” (ya no existen), y finalmente en un episodio hacia el final, donde se aclaran sus motivos. El personaje, que se daba por fusilado en la novela anterior al haber sido capturado en Rusia como propagandista de los soviéticos, había logrado escapar y volver con los suyos, los cuales, por típicas desconfianzas, lo internaron en campos de concentración. Su odisea había terminado con el abandono de su ideología y la vuelta a España con los supervivientes de la División Azul apresados en Rusia.

El personaje quería hablar con Javi, por motivos que quedan explícitos al final.  Mientras  esperaba a los cuatro ante los comedores del SEU, ve pasar, abstraído, a uno de los que le habían apresado en Rusia y para entonces profesor en la Complutense, pero prefiere no saludarle, por timidez o lo que fuere. Luego, se encuentra con que aún no ha llegado Javi, pero sí los otros tres, junto con Diego, un dirigente comunista universitario.  En un ambiente hostil o escéptico, se siente, entre burlón y obligado, a presentarse como un “fantasma” por haber eludido dos veces el fusilamiento en el último instante, y a  relatar sus experiencias mientras espera a Javi, hasta que le informan de que no irá a comer allí.

La presencia de este personaje, al que llaman “el fantasma” o “el ruso”,  enlaza con la novela anterior, con más fuerza que la presencia de Diego, hijo de Alberto, el protagonista de Sonaron gritos… y que era precisamente el profesor que lo había apresado en Rusia, de cuyas viejas correrías no sabe casi nada su hijo, o sea  Diego, aunque tiene algunos atisbos de ellas que le causan repulsión.  Pero queda intrigado por lo detalles que ofrece “el ruso” y, cuando este se marcha, no sabe responder a las preguntas que le hacen sus compañeros.

Algunos me han criticado que todo esto es muy inverosímil, pero me parece que no lo es, y que creerlo inverosímil  refleja poca experiencia de la vida, a menudo más “inverosímil”  que cualquier ficción. Con la introducción del “ruso”  he querido, o mejor, me ha salido, contrastar una experiencia juvenil de los “años de hierro” con las preocupaciones y ambientes de una época mucho más tranquila, aunque no de “calma chicha”.

Es  noviembre, las tardes son breves y la jornada transcurre con rapidez hacia su fin, mientras van finalizando también las experiencias del día de los personajes, cuando el sol llega al ocaso y Santi cree que los cuatro amigos volverán a encontrarse en el restaurante Irún, típico de estudiantes, que existía o existe también. Pero algunos van a faltar a la cita. 

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Novela(V) Aventura y mito / ¿Primera globalización? / No salir a la calle para no ver

Gran novela (V). Aventura y mito

Las aventuras de Odiseo, tomadas literalmente, son tan inverosímiles que han dado lugar a burlas como las de Erasmo por la credulidad de los feacios ante las invenciones que les relataba su huésped. Sin embargo esas invenciones, sin ser propiamente mitos, tienen algo de mítico. Salustio decía del mito de Atis, que nunca había sido real, pero que siempre existía, en el sentido de que, convertido en rito, se repetía todos los años. El aserto se ha ampliado: lo que cuentan los mitos nunca ocurrió, y sin embargo existe siempre. Y no en la forma de un rito o creencia que se mantiene, sino en el más sutil de una especie de mensaje sintético y permanente sobre la naturaleza humana, tan misteriosa,  fundamentalmente impenetrable.

En La Odisea,  Menelao cuenta a Telémaco cómo supo, por el peculiar dios Proteo, cómo su hermano Agamenón había sido asesinado, Áyax de Oileo había muerto tras naufragar, y Odiseo se hallaba en la isla Ogigia con Calipso. Lo interesante es que Proteo se resistía a contar lo que sabía, se transformaba, cambiaba de apariencia y solo sujetándolo firmemente, por muchos cambios  que adoptase, terminaba por “confesar”. Aquí, Proteo viene a ser un símbolo, o una abstracción personificada de la verdad, que adopta mil formas cambiantes  y no se entrega si no es tras un esfuerzo denodado. Creo que esta es una buena interpretación. La hazaña de Menelao nunca sucedió, pero existe siempre.

Supongo que en las aventuras de la Odisea hay un componente por el estilo, que no intentaré discernir ahora.  Tanto Circe como las sirenas tienen una significación semejante a la de Calipso, y como creíamos ver, el héroe –ayudado por Atenea, diosa de la guerra y la sabiduría– opta por afrontar la dura condición humana simbolizada por Penélope en su aspecto positivo, a pesar de todos los peligros e incertidumbres.  Todo en la Odisea gira en torno a su elección, y al respecto  hay otro episodio lleno de significado, y es su descenso a los infiernos y las palabras del alma de Aquiles.

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¿Primera globalización? 

**Veo que, con cierta inconsciente sumisión cultural, se quieren definir las exploraciones  y conquistas españolas como “la primera globalización”. Creo que no puede haber mayores diferencias entre la concepción del hombre y el mundo que guio a los españoles de entonces y la que orienta lo que hoy se llama “globalización”.

**La colonización cultural combinada con la satelización política y militar y los progresivos separatismos,  es el desafío de mayor profundidad que tiene hoy España para su supervivencia. Que nadie, aparentemente, lo perciba o lo tome en consideración, es precisamente el peligro mayor. 

**El auge actual, aunque seguramente pasajero,  de Pujoliño y  Nocilla puede significar el fracaso de VOX, y con él de una alternativa para España y la democracia. Es en estos situaciones complicadas donde debe resaltar la calidad de una política. 

**VOX, o personas próximas a esa formación, tendrían que aprovechar  el impacto de Los mitos de la guerra civil en Francia, para plantear una política cultural y democrática contra la falsificación por ley que se intenta imponer. Esto sería gran política. Si solo piensa en políticas de ocasión, estará perdido. Como decía Demóstenes de los atenienses frente a Filipo, “peleáis como los bárbaros: allí donde recibís un golpe, allí lleváis la mano”. Sin una estrategia política, la iniciativa siempre la tendrán  los otros. 

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No salir a la calle  para no ver

El intelectual católico antifranquista José Bergamín, a quien no preocupó mucho el genocidio de la Iglesia por el Frente Popular, y que terminó sus días como  simpatizante de la ETA, volvió pasajeramente a la España de Franco, y escribió esto a la digamos filósofa también antifranquista María Zambrano, en febrero de 1959:

Madrid me tiene verdaderamente encantado (…) La realidad supera siempre a los sueños. Y es tanta la afirmación de la vida y la verdad de la realidad española que, para nosotros, supera todo. No acabaré nunca de decirte –no puedo expresarlo enteramente– lo que es para mí esta resurrección madrileña, esta pura alegría. No hago más que darle las gracias a Dios por esta Gracia”. Fue a ver el Desfile de la Victoria, y lo describe así:  “Figúrate que ayer 3 de mayo me fui, después de Misa en San Jerónimo, a ver el ‘desfile’ militar. Y lo vi. Y lo que vi en las calles, en el Prado y Recoletos, Alcalá, las plazas de Cibeles y Neptuno, fue la gente, una gente increíblemente noble, limpia, elegante, seria, casi grave: una gente, un pueblo (?) más velazqueño que goyesco (…) El ‘aquí somos otra gente’ es, no sé si por dicha o desdicha, cierto. Esto, todo esto, me parece un mundo de distinta naturaleza. Y gracia. Sorprende la delicadeza, cortesía, ritmo sosegado de las gentes. Y lo bien vestido y calzado (!) que el mundo ‘gatuno’ de Madrid se nos presenta seriamente festero. O yo no me acuerdo muy bien o antes no era así.  Yo recuerdo gentes más vulgares y sucias y chillonas en estas fiestas. Ahora no (…) ¡Qué equilibrio y ecuanimidad!”.

Claro que  esta repentina evidencia no disuadía el antifranquismo de fondo de Bergamín. Ni el de muchos otros. Recuerda Aquilino Duque, que conoció bien aquellos ambientes y participó en ellos durante años: “Cuando a finales de los años 60 Max Aub volvió a España después de un largo exilio, parece ser que dijo estar apenado no ya por la falta de libertad, sino más bien por el hecho de que no se notara esa falta. De sobra sabía él que la versión oficial de España entre los exiliados tenía que ver muy poco con la realidad. Poco antes había pasado por Roma, donde yo vivía, y su mujer, que por cierto se llamaba Perpetua, como el ama del cura don Abundio en Los novios de Manzoni y a quien él llamaba Peua, me dijo que ella solía ir a Valencia, donde tenía familia, pero que durante su estancia se negaba a salir a la calle para no ver aquella realidad con la que el exilio no quería enfrentarse”. 

¿Por qué estas cosas no se han difundido masivamente, y sí en cambio el Himalaya de falsedades cuajado en la memoria antihistórica y antidemocrática? 

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Javier y Julián / La marcha de la guerra en Ucrania / VOX, claudicaciones que pasan factura

En Una hora con la historia: 240 – El franquismo contra todos | La OTAN contra Rusia – YouTube   

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Javier y Julián

Acaba de fallecer Javier Marías quizá el mejor novelista español desde la transición. Eso no significa gran cosa, a decir verdad, dado el nivel general. Aconsejado por un amigo que le admiraba mucho, leí hace cosa de veinte años tres novelas suyas, que no me parecieron interesantes, a pesar  (no por, necesariamente) de su exotismo anglófilo, una aportación dudosa, y de las que no recuerdo casi nada. No obstante, ha tenido un éxito europeo del que me he alegrado por pura solidaridad hispana. Aparte del aspecto literario, era un progre de manual, trivialmente antifranquista y con ese lamentable toque de liberalismo beatamente anglómano.

Ideológicamente, para él España no significaba prácticamente nada desde su manía cultural inglesa. En esto venía a ser lo contrario de su padre, el filósofo Julián Marías, para quien España y su historia eran objeto de veneración, incluida su tan detestada época de hegemonía. Solo que para el filósofo, la mejor época de España no era aquella en que había descubierto el mundo, salvado a Europa del islam otomano, contenido el protestantismo y cambiado, en suma, la historia del Mundo, sino el tiempo un tanto vulgar de Carlos III, al que idealiza yo creo que en exceso. He escrito Hegemonía española y Era Europea, un tanto desde su España inteligible y un tanto contra ella. 

Julián Marías sufrió un rechazo, en definitiva irrelevante, de la universidad del franquismo inicial, lo que no le impidió fundar sus propias escuelas, escribir con notable éxito y total libertad. Aunque antifranquista, su honradez le impide aceptar el mito de la feroz dictadura inventada  por tantos sinvergüenzas o el del “páramo cultural”. Y denunció la “mentira profesionalizada” con que, al modo del Himalaya de falsedades que había denunciado Besteiro, se estaba desfigurando la historia de la que él era testigo, con fines antiespañoles y antidemocráticos. Eso le valió un creciente ostracismo cultural para sepultarlo en el olvido por parte de los mediocrísimos mandarines que han venido dictando los criterios literarios, como los historiográficos, desde entonces. Así estamos, hoy por hoy.

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La marcha de la guerra en Ucrania.

 En los últimos días, el ejército ruso está retrocediendo de modo significativo, perdiendo en pocos días ciudades que le habían costado meses tomar.  No sabemos cómo seguirá la contienda, pero estas retiradas han sorprendido a todo el mundo, también a mí, desde luego.

Cuando comenzó la guerra,  hace seis meses, casi todos los analistas en España (y fuera)  coincidieron en que Rusia vencería con la máxima rapidez, dada la desproporción numérica de los armamentos. Mi opinión, ya entonces, fue que Rusia tendría gran dificultad y que Putin se estaba jugando mucho en el empeño, quizá toda su carrera política. El error de los analistas provenía de no entender que no se trataba de una guerra entre Ucrania y Rusia, sino entre Rusia y la OTAN (Usa, Inglaterra y satélites). Y observé que la desproporción de presupuestos militares entre la OTAN y Rusia es tan brutalmente abrumadora (18 a 1) en contra de la segunda, que por sí misma exponía la verdad sobre quién provocaba el conflicto; y también la gran dificultad de una victoria rusa, a no ser que esta se consiguiese en muy poco tiempo, mientras que su prolongación provocaría a Rusia un desgaste creciente.

Zelenski pudo haber elegido la neutralidad y el respeto a los acuerdos de Minsk,  es decir, la paz, pero no cesó un minuto en sus provocaciones y en una política de “desrusificación” que abarcaba hasta los grandes escritores rusos. Esto nunca habría podido hacerlo sin el respaldo y la incitación de la OTAN. El peligrosísimo punto al que se ha llegado es que ni la OTAN ni Rusia pueden aceptar la derrota, por lo que puede producirse una escalada militar de efectos imprevisibles.

La OTAN, perpetradora de varias invasiones y destrucción de países enteros, con incontables víctimas humanas y destrucciones materiales, es amiga y aliada de la tiranía marroquí, nuestro más peligroso enemigo potencial y no tan potencial. La OTAN ocupa un trozo estratégico de nuestro territorio, y mantiene bases que nos harían blanco de  misiles nucleares. Nunca se había dado una diferenciación tan brutal entre los intereses más elementales del país y los de su casta dirigente. Y sin embargo ni un solo partido es capaz de plantear la neutralidad, ni siquiera como opción.

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VOX, claudicaciones que pasan factura

**Durante un siglo y medio España pudo contender, en general victoriosamente, con potencias más fuertes materialmente que ella y a menudo unidas entre sí contra España, explorar por primera vez el mundo en su conjunto, marcando un antes y un después en la historia de la humanidad, y  conquistar un vasto imperio, el primero transoceánico de la historia, inaugurando la era de predominio europeo. La pregunta es: ¿cómo fue ello posible, no siendo España el país más rico ni el más poblado de Europa? Esta cuestión, implícita pero poco precisada en las historias al respecto,  es una de las  que me planteo en Hegemonía española y Era Europea. Y  mi respuesta es: porque era la nación mejor organizada y más estable internamente, y su monarquía la menos despótica de las europeas por entonces. Prácticamente ninguna historiografía incide en estos aspectos, si es que no los niega abiertamente, y sin embargo son la mejor explicación lógica.

**La polémica en Francia en torno a Les mythes de la guerre d´Espagne tiene el máximo interés cultural y también político. Es además la primera vez, que yo recuerde, que un libro español haya provocado tal revuelo en el vecino país, cuyo ambiente intelectual, aunque muy decaído, sigue siendo notablemente superior al de España. No me sorprende que la Triple M trate de cerrar la brecha abierta en el muro de silencio, pero me asombra que VOX se esté callado. Estas claudicaciones, en apariencia menores, allanan el camino a otras mayores.

**El caso  de la inglesa Isabel II tiene interés. Parece como si hubiera seguido el consejo de Franco a un ministro: “Haga como yo, no se meta en política”.  Sin meterse en política se mantuvo a través de la pérdida progresiva del imperio, de cambios políticos a veces muy bruscos (Churchill llegó a hablar de una Gestapo inglesa), y de los propios desaguisados de la familia real. Sin meterse en política fue un símbolo de permanencia histórica de Inglaterra a través de tantos avatares. Lo que sin duda quería Franco, en relación con España, para la monarquía que dejó.

**Me comenta una amiga: “¿Pero tú has visto la puerta de Brandemburgo iluminada con los colores de la bandera británica o las grandes fotos de Isabel II en París… Da algún consuelo pensar que no somos los únicos gilipollas”.
Supongo que muchos berlineses recordarán los salvajes bombardeos de la RAF o el haber sido liberados o “liberados” por los soviéticos. Sin embargo hay una diferencia que empeora el servilismo español. Alemania, Francia y resto de Europa occidental deben su democracia y el comienzo de su prosperidad al ejército useño, indirectamente soviético y también, en menor medida, a Inglaterra. Tiene cierta lógica esa veneración a Inglaterra a través de su reina. 

Nada de eso ocurre con España, que, fundamentalmente con sus propias fuerzas, venció a la sovietización y disgregación del país y se reconstruyó, venció luego al aislamiento, y su democracia procede de la evolución interna del España  y no de los bombardeos de otras potencias. No debemos nada a Inglaterra, es más bien esta la que debe mucho, realmente mucho, a la abstención de España en la guerra mundial. Sin embargo nuestra casta política trata de reducir España a un país mayordomo de Londres. 

**Me preguntaba un periodista por qué la guerra de España suscita tanto interés en Francia. Lo suscita, en Francia y resto de Europa, porque, por un lado, en España se concentraban entonces, aunque con muchas particularidades,  todas las tensiones que derivarían en la guerra mundial. Y porque después España  se convirtió en una excepción europea: sin deber nada a nadie, permaneció plenamente independiente, no tutelada por Usa, y capaz de resistir a todas las presiones, a veces criminales, del exterior.

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